2

910 157 78
                                    

3:00 p.m.

El profesor abre la puerta del almacén. Encontrándose desde ya a una Kanya en ropa interior gris. Sus destacantes caderas al reboso mientras esa carne se reduce a unas bonitas piernas gorditas con medias blancas. Su busto no es muy dotado, pero luce limpio sin imperfecciones. El cabello suelto lo tiene sobre los hombros. Ha doblado el uniforme sobre la mesa a su lado.

—Hola, profesor. — Sonríe coqueta. Totalmente lo opuesto a cómo Mew la vió en el pasillo. Ahora que el profesor fue advertido desde un inicio, se muestra indiferente. Crea una sonrisa sorpresivamente juguetona. Ingresa el aula. Permitiendo que la puerta se cierre atrás de ellos y coloca el seguro.

—¿Qué haces sin ropa, Kanya? — Pregunta Mew, por preguntar, cuando ya para él es obvio. Sin embargo, una chica típica de diecisiete años va a responder sí o sí.

—Quiero experimentar algo, profesor. Además, puede que a ti te guste. — Camina sensual hacia el profesor. Manos ocultas tras su espalda, resguardadas entre sí.

—¿Ah, sí?

—Ajá.

Se le va acercando. Él la sigue con la mirada sereno en todo momento. —Quédate ahí. — Ordena rasposo. Aún viéndose juguetón. Su tono afirmativo no es brusco ni cruel, más bien, justo. La chica se detiene. Dejando de sonreír por los nervios, obtiene unos escalofríos que le hacen temblar un hombro y mira al suelo en el lado del hombro, pero regresa su mirada a él. Tímida.

Él se le queda mirando.

🂱

—Hice bien, ¿no crees? — Le advertí al único adulto que me ha tratado bien desde que puse pie en la escuela. — Gulf le cuenta a su única amiga y compañera de clases. Ambos están abandonando un aula. Caminando hombro a hombro, aunque ella, obviamente, es más pequeña que él. Literalmente su abrazo para protegerse del frío, la rodea por completo de lo tan delgada que es, mientras camina. Su cabello atado a una coleta de caballo lacia. Viste una falda tan larga como una cristiana santurrona. Zapatillas escolares estilo preescolar, medias visibles arriba los tobillos, blusa de botones blanca y un bolso crema donde resguarda las libretas. Su caminar expresa lo madura que es. Ni se diga de la manera en que sujeta su bolso para no dejarlo caer mientras atentamente, presta oídos.

Es bronceada ella, con una nariz algo grande, pero redonda. Sus labios carnosos trazan curvas superiores perfectas y sus ojos de orbes café son redondos, pero no pierden los orígenes asiáticos en estos.

—Bueno, — Brinca un hombro ella. —opino que hiciste bien. — Concuerda la chica tras pares asentires.

—¿Verdad? Está de él si cae en la tentación de esa mugrosa. Aunque la forma en que me cuestionó hoy..., fue algo rara. Es un profesor raro.

—¿La forma en que te cuestionó? — Repite la chica para saber. Gulf parpadea lento. Aborrece el rostro para mirar pensativo hacia enfrente.

FLASHBACK:

❝¿Tú también quieres saber si me funciona? ❞

El profesor relega las ruedas hacia el estudiante. Cada vez rompiendo toda distancia, audaz en aplastar los pies del estudiante si este no se aleja. Pero, duda que el joven sea tan tonto como para dejarse pisotear de esa manera. Sus deducciones aciertan: el chico se encuentra acorralado así que aplasta todo su ser contra la pared, o por lo menos, toda su espalda. Lo que resta frontal de su cuerpo, no puede.

—A mí no me interesan esas cosas, profesor. Es un poco denigrante que incluso lo menciones como si fuese un pensamiento mío. — Gulf intenta corregir las barbaridades que ese profesor lo acusa de pensar. No por ser un joven adolescente necesariamente signifique que debe pensar tales cosas de alguien discapacitado. Pero, supone, que desde el ángulo de una persona discapacitada es normal cuestionarse si las personas piensan esas cosas de ellos. Lo cuál: sí, muchas lo piensan. Es denigrante, pero también, innegable. Alguien una vez dijo, ❝Los humanos también somos como animales ❞ y si el mundo hizo tendencia esa frase, no fue por falacias.

𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫| MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora