Esta, es una historia de alto contenido sexual. Clasificada para +18
Si te ofende este temática no sigas leyendo.CASI LLEGÓ TARDE AL TRABAJO el lunes por la mañana. Trabajaba en un hospital. No era propio de ella llegar tarde, confió en que nadie se diera cuenta de su retraso.
—Buenos días Mónica hoy llegas justa. —la saludó María, su compañera.
Se cambió la ropa y se vistió con el típico pijama hospitalario. Los lunes siempre tenían muchísimo trabajo. Así que no era cuestión de distraerse. Debía centrarse y olvidarse de lo que había ocurrido ayer. Estaba segura que se le notaría que había tenido un encuentro sexual el día anterior, tal vez alguien sentiría el aroma a sexo que se imaginaba iba desprendiendo. Pero nadie la trató diferente. Eran todo imaginaciones suyas.
Empezó un diálogo consigo misma, lo hacía muy a menudo. Era como hablar con una amiga que la conocía bien. Lo mejor de todo es que a veces llegaba a buenas conclusiones aunque sabía perfectamente que todo estaba en su cabeza.
—Vamos Mónica, parece que hoy estás dormida, espabila. —Le dijo la supervisora que la veía distraída.
—Sí, sí por supuesto, es que me duele un poco la cabeza.
A la hora del desayuno fue la última en llegar y se incorporó a la conversación que mantenían sus compañeras.
—Pues lo que te digo, que no me dijo que tenía veinte años hasta que se fue... parecía que tuviera más. Era tan guapo, unos ojos y una boca... y como movía la lengua. Me dejó seca. Y venga mete - saca con los dedos hasta que me corrí y yo cuando me corro me meo. Y él chupaba como un condenado.
—Pero y él —preguntó Andrea. —debiste compensarlo...
—Bueno y tanto, me tragué su polla hasta el último centímetro, que estaba bien dotado el cabrón. Casi me atraganto cuando se corrió la tenía metida hasta la garganta. Lo dejé bien exprimido.
Todas rieron al unísono.
—Pues yo me tiré un hippy de esos con rastas que vive en una caravana. Al tío le gustaba que le metiera el dedo en el culo; no veais como se le puso de tiesa.
Estas chicas, siempre igual. Ese tipo de conversaciones la ponían muy cachonda. Tanto que a veces había tenido que masturbarse en el baño antes de volver al trabajo. Joder como la pillaran. No tenía ganas de perder el trabajo por culpa de esas locas.
—A ver cuando follas Mónica, el día que te metan un buen polvo queremos saberlo...
Por supuesto que no se lo contaría a nadie. Si supieran que ayer se corrió a gusto no la dejarían en paz.
Su teléfono vibró, era un mensaje. Cogió el teléfono, era Frank.
—Ayer me volviste loco.
—Yo también disfruté mucho.
Mónica entendía que lo suyo con Frank no era real. ¿En qué se convertiría este tipo de relación? ¿En un recuerdo? ¿En un momento de deseo? Era simple excitación. Era solamente sexo puro y duro. Debería alejarse de él para siempre. Cerrar esa puerta que jamás debió abrir pero lo cierto es que despertaba en ella todo tipo de reacciones impúdicas.
Frank se sorprendió a si mismo al comprobar que había descubierto una pasión por ella desconocida para él.
—¿Con quién hablas? —preguntaron ellas curiosas.
—Con mi madre, ... —mintió.
Pero qué diantres, se había pasado una buena temporada sin ningún tipo de contacto humano y ahora en cambio Frank deseaba volver a verla.
—Necesito verte —escribió Frank excitado de nuevo. En sus oídos resonaban los gemidos de Mónica mientras alcanzaba el orgasmo.
Ella intentó no mostrar los sentimientos encontrados que experimentó al leer aquella sencilla frase.
—Me gustaría chuparte la polla —escribió Mónica sin pensarlo mucho. Consciente de la provocación que estaba lanzándole. Ese hombre la había enloquecido completamente. Era puro sexo.
Leer aquello hizo que su verga latiera y los testículos se le llenaran de leche. Palpitaba de deseo.
—Te follaría ahora mismo.
—Mañana. Hoy no puedo.
¡Mierda! tendría que pajearse. Los testículos le dolían, llevaba veinte minutos con una buena erección. No quería explorar esa relación más a fondo. Pero tampoco podía renunciar a ella y más cuando sabía que estaba sola y disponible. Así que se escupió en la mano y se cogió la verga. Su saliva caliente le excitó mucho más. Empezó a subir y bajar la mano por ese pedazo de carne incandescente. Se imaginaba cabalgándola mientras resonaban sus gemidos en sus oídos, mordiendo su cuello, recorriendo con la lengua todo su cuerpo. Le costaba reconocer hasta que punto le tentaba ese cuerpo pecaminoso en forma de mujer. Con eso en mente, echó la cabeza hacia atrás y se corrió. La leche se desparramó hacia arriba alcanzando su pecho dejándole regueros de semen.
Esa zorra tenía que ser suya una vez más.
Si te gusta esta historia no te olvides de darle mucho amor y comentar.
Eso me anima a seguir escribiendo.
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Deseo Carnal
RomanceÉl está casado, ella ansía amor. Dos amantes furtivos que se ven a escondidas y descubren el amor que no se pueden demostrar. Una historia de pasión ardiente y descubrimiento de los límites del placer.