capítulo 8

17 1 0
                                    

Cuando conoció a Dex no sabía nada de los hombres. Era muy joven y sentía curiosidad por descubrir qué se sentiría al amar y ser amada. Había oído hablar de las mariposas en el estómago pero nunca sintió que revolotearan en el suyo.

En más de una ocasión deseó volver atrás y poner fin a esa farsa antes de que los hechos la arrastraran al abismo.

Sabía que no era muy atractiva pero ahí estaba, en el coche de Dex regalándole su primer beso.

Nunca había besado a nadie pero lo había visto miles de veces en el cine y la televisión así que se dejó llevar y cuando Dex la besó, simplemente abrió la boca para recibir su lengua y jugar con ella. Eso la excitó y a la vez sorprendió a Dex.

-Tú ya habías besado antes.

-No, tú eres el primero.

La miró con suspicacia sin creerla demasiado.

-Pues besas como si ya supieras hacerlo.

-Acabas de enseñarme.

Dex era así; le gustaba sentir que era el primero en llegar a un terrero inexplorado.

Aunque dejó claro desde el principio que él ya tenía experiencia con las mujeres. Había estado con varias chicas y se había tirado otras tantas fulanas. Pero para ella, él debía ser el primero. Y lo era.

A Mónica le deberían haber saltado todas las alarmas y huir de ahí en ese preciso momento pero en cambio algo la retenía junto a Dex. Se sentía realmente alguien especial junto a él, porque un hombre con tanta experiencia se había decidido por alguien como ella.

Ahora lo tenía claro. Dex era un mujeriego y no podía creérselo pero los hombres que conocería después también lo serían.

Cuando fue consciente de ello deseó gritar y sucumbir al llanto mientras una tristeza infinita la despedazaba por dentro.

John no era diferente, la hacía sentir única y especial pero tenía mujer e hija. No antepondría una aventura, a su familia. No sabía si estaba preparada para vivir una relación a tres. Tal vez sería mejor no volver a verlo.

Pero John la buscaba y deseaba verla, poseerla, saborearla y hacerla vivir su mejor fantasía.

Le había dicho la verdad desde el principio, no había intentado ocultar el hecho de que tenía mujer en ningún momento y debía aceptar esa verdad aunque le doliera. Quizá debería tratarlo como un amigo. Pero algo había despertado en John que le hacía buscarla y enloquecer por ella.

Mónica se vestía sexy para él con el propósito de perturbarlo completamente.
Cada encuentro era diferente, único y especial tal como si fuera la primera vez. Estaba completa y locamente enamorada de él. Debía decírselo pero a la vez tenía miedo de confesarle sus sentimientos y que todo cambiara.

-¿No te da pena quedarte en una relación que te hace infeliz?

-¿Qué le voy a decir? ¿Qué me aburro con ella? ¿Qué ya no me provoca sexualmente? ¿Qué me gustas tú? El problema no es que no me quiera, es que no sabe hacerme feliz.

-¿Y que te impide tomar una decisión?

- No quiero. No me atrevo.

-Si te da miedo hablarle de mi, no le digas nada. Puedo entender eso. Podemos vernos en secreto, sin que se entere. Ella no me conoce y nunca se dará cuenta de que hay algo entre nosotros. Podrías decirle que necesitar vivir un tiempo solo.

-Eso sería peor, porque no quiero vivir solo lejos de mi hija.

-¿Sabes lo que más me asusta? Enamorarme de ti. No quiero enamorarme de ti, John. Sé que todo terminaría mal. -No fue capaz de confesarle que sentía tronar relámpagos cada vez que él la rozaba. Algo se encogió en su corazón.

-No pienses tanto, no te compliques Mónica. Déjate llevar y disfruta del presente. Disfruta de este momento y deja de sufrir.

-¿Qué quieres entonces?

-Quiero que me beses.

John la besó, y acarició su pelo con ternura, volvió a besarla mientras acaricia su muslo.

-No podríamos vivir juntos porque no podría dormir contigo. Te haría el amor tres veces cada noche. Tampoco te dejaría dormir.

Mónica se excitaba, le gustaba que le hablasen así. La hacía sentir la mujer más sexy del mundo.

-¿Te has tocado algún día pensando en mi?

Mónica lo miró sorprendida y a la vez se ruborizó.

-No te lo diré.

-Yo no puedo controlarme estando contigo. Me gusta cuando te vistes sexy para mi.

-Soy toda tuya. Hazme el amor.

John la puso a cuatro patas y escupió en su ano. Introdujo un dedo para lubricarlo y la penetró de un solo golpe. Mónica gritó, se corrió en ese momento y con cada embestida que hacía rebotar los testículos contra su trasero. La cabalgó con desenfreno. Le llenó el culo de semen y dejó la polla dentro hasta que ella sola salgió al perder la fuerza de la excitación pero se sorprendió cuando vuelvió a sentirse excitado de nuevo al cabo de un rato. Empiezó a moverse atrás y adelante. Mónica estaba al borde de la locura pidiendo más y más placer.

-Dame más fuerte, más fuerte. Métela hasta el fondo.

Le gustaba hablar sucio durante el sexo y eso a John le enloquecía. Oírla disfrutar le ponía a mil y la embistió con más fuerza.

-Joder... -sentía que estaba próximo al orgasmo otra vez

-Me corro... ahhh... me corro -gritaba Mónica continuamente... -sigue... sigue... más fuerte...

-Todo para ti... -dijo John a la vez que explotó llenándole ese delicioso agujero. Embistó por última vez vaciándose completamente en su interior.

John le susurró al oído:

-Nadie podría cansarse de alguien como tú. Si se cansan de tu vida, no merecen estar en la tuya. Tu ex-marido fue un estúpido al no saber retenerte. -La besó tiernamente en la espalda.

En algún momento Mónica se quedó dormida tras semejante asalto sexual y John aprovechó para regresar a su casa junto a su familia. Nunca había sido tan feliz como en ese momento. Se sentía completo por primera vez desde hacía mucho tiempo.

Le dejó un mensaje a Mónica, le dio pena despertarla, con una promesa, volver a verla.

Deseo CarnalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora