SE HABÍA QUEDADO TUMBADA en la cama intentando poner orden a sus pensamientos. Ahora mismo su cabeza era un torbellino de ideas.
Sabía que John era un hombre comprometido. Pero la hacía sentir tan bien que le fue inevitable caer rendida a sus pies. No podía amarlo pero estaba perdidamente enamorada de él. Sabía que ella era la que saldría perdiendo. Tenía dos opciones; dejar de verlo, pero ya no concebía vivir sin sus encuentros furtivos o por el contrario seguir adelante intentando no sentir lo que sentía.
Deseaba decirle te quiero después de hacer el amor porque eso era lo que ella sentía por él. Sentía mariposas revoloteando en su estómago cada vez que recibía un mensaje suyo.
—Toc, toc... —había escrito en una ocasión.
—¿Qué quieres?
—A ti
El corazón de Mónica se aceleraba, cuando John pasaba a decirle lo que deseaba hacerle esa misma noche. Y se le dibujaba una sonrisa, mientras colocaba cajitas de medicamentos en el trabajo.
Pero después estaba la cruda realidad. No debía inmiscuirse en su vida.
—Mi situación económica es muy complicada y en estos momentos no podría vivir solo aunque quisiera. Y bueno, después está ella, que ha sido muy importante en mi vida y no le deseo ningún mal.
Pero si de algo estaba segura era de que le amaba y deseaba más de él. Verlo una vez cada quince días le sabía a poco. A veces no podían verse más de una vez al mes y Mónica enloquecía imaginando a John en la cama con su mujer.
Existían muchos tipos de relaciones y la suya se resumía a encuentros sexuales esporádicos.
En ocasiones se avergonzaba al pensar en las tórridas imágenes de su cuerpo pegado al de John.
Dex también había sido importante para ella, pero no por eso continuaba viviendo con él. Su matrimonio fracasó antes de empezar. Esa boda fue una farsa para tapar un embarazo no deseado. Cuando supo que estaba embarazada, no se lo podía creer. No era posible. Aquello no entraba en los planes de ninguno de los dos, pero como descubrió en ese mismo momento, mucho menos en los de Dex. Una parte de ella estaba eufórica de felicidad. No puedes tenerlo —le dijo Dex. Ese embarazo acabó en aborto. Todavía recordaba la sensación de vacío que le quedó ese fatídico día en que se despertó sangrando. No podía olvidar la sangre. La sangre y el dolor y lo peor de todo la mirada indiferente de Dex. Una tristeza profunda le desgarró las entrañas. No podía explicar un único motivo por el que decidió seguir a su lado. En realidad, cuando conoció a Dex era increíble, atractivo, solía ser atento y muy protector. Pero especialmente era divertido. Se reía con sus bromas, y tal vez confundió la gracia con el amor.
Mónica no supo como gestionar esa pérdida porque para Dex fue como si no hubiera existido ese futuro hijo. Nunca más volvieron a hablar de ello. Lloró a solas intentando afrontar su futuro junto a un hombre al que nunca llegaría amar. Dex la fue matando poco a poco, acabando con ella, con sus ilusiones y su energía interior. Se sentía apática, cansada y lloraba sin ningún motivo.
La vida con Dex fue difícil. Su problema con la bebida y más tarde la adicción a las drogas hizo la convivencia cada vez más insoportable hasta que no lo pudo aguantar más. Se cansó de perdonarlo. Aunque hizo todo lo posible para que el matrimonio tirara adelante acabó naufragando. Si tan solo Dex hubiera sido algo más cariño y empático la convivencia habría sido mucho más fácil. Y tal vez no habrían llegado al divorcio. Aquel cambio drástico en su vida la sumió durante un tiempo en una especie de hermetismo con el mundo. Se veía profundamente trastornada y sola.
Y en la cama tampoco funcionaron muy bien. Dex demandaba sexo a diario y en cuanto la penetraba se corría culpándola a ella de que era fría y lenta para llegar al orgasmo. O le decía que necesitaba un equipo de básquet uno tras otro para que llegara a correrse. Mónica era joven y no entendía muy bien los temas sexuales pero habría jurado que en ella no había ningún problema. No alcanzaba el orgasmo con Dex pero sí lo hacía masturbándose cuando él no estaba. Por eso se sorprendió al comprobar que era multiorgásmica con otros hombres. El problema estaba en él, que no era buen amante. Su vida sexual fue patética y la condenó a una vida de insatisfacción.
Por eso no sabía muy bien que hacer. Por una parte deseaba ver a John y disfrutaba de sus encuentros y después de haberle conocido no deseaba tener que satisfacerse en soledad. Pero también deseaba mantenerse a distancia de John para evitar volver a morder aquella manzana.
Poder trabajar y ser económicamente independiente fue lo que la convenció de que no debía permanecer un segundo más atrapada en ese matrimonio.
Dex se negaba a que ella trabajara. Era machista, egoísta y narcisista. La quería en casa mientras él flirteaba con todas las mujeres que podía cada vez que salía a tomar unas copas con sus amigos.
Debía hablar con alguien que le diera algún consejo. Pero no se le ocurría a nadie en quien poder confiar. No estaba muy bien visto estar tirándose al marido de otra mujer.
Ahora debía levantarse.
Se duchó rápidamente si no quería llegar tarde al trabajo. Se puso los pantalones de cuero negro, una blusa de seda y las botas de tacón. Se perfumó y dio algo de rímel a sus ojos.Condujo tranquilamente por la avenida hasta el hospital, llegaba a tiempo. Varios celadores se giraron para mirarla al pasar.
—Vaya, Mónica, estás impresionante, a ver si te sale un novio. —Dijo Marta sonriendo.
—Bah, unos trapos que tenía por casa.
—Pues te quedan genial.
—A la hora del desayuno me gustaría hablar contigo, en privado. —Se decidió Mónica. — Y por favor, se trata de un asunto delicado. No me gustaría que se enterara todo el mundo.
—Vale, como quieras. Soy una tumba.
Mónica le contó todo referente a John, a sus problemas económicos y a la vida familiar tan complicada que tenía. John estaba atado a su mujer por aquella casa, atrapado en el pago de la hipoteca.
—Por todo lo que me has contado yo diría que se trata de un mujeriego empedernido. Y todos esos problemas me suenan a excusa para que no le pidas ningún compromiso. Pero, es difícil decirte lo que debes hacer. No puedo tomar esa decisión por ti. Tienes que valorar si te compensa lo poco que te da, con lo que imaginas que te daría si tuvieras una relación seria con él. Cuando un hombre es infiel, lo es con todo el mundo. Quien sabe si a ti te haría lo mismo que a su mujer. Yo de ti no le daría tantas vueltas al asunto y disfruta mientras dure. Además él es quien tiene compromiso no tú. Tú eres libre de ir con quien quieras.
Mónica se quedó pensativa, le prometió que reflexionaría en sus palabras pero ahora mismo estaba hecha un lío.
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Deseo Carnal
RomanceÉl está casado, ella ansía amor. Dos amantes furtivos que se ven a escondidas y descubren el amor que no se pueden demostrar. Una historia de pasión ardiente y descubrimiento de los límites del placer.