CAPÍTULO III

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Jimin sabía que estaba mal oír conversaciones ajenas, pero por alguna razón, había terminado detrás de las paredes del living, mientras escuchaba a su esposo hablar con un amigo.

Y a pesar de saber que ellos no estaban en buenos términos, ya que las circunstancias bajo las que se habían matrimoniado eran horribles, le dolía un poco lo que por desgracia estaba oyendo. O quizá no tanto, porque si quisieran ser discretos, estarían en su despacho y no hablando a los gritos.

— ¿Entonces terminaste casado con él sólo por acuerdos entre sus padres y los tuyos? —dijo el otro hombre— Que horror.

— Y estoy más que seguro de que tiene a alguien... O a varios. —rió— Por dios, ¿realmente piensa que le creo cuando me dice que no? 

— O sea que además de casarte con un hombrecito patético, ¿también resultó ser una zorra? Amigo, eso debe ser horrible.

— A estas alturas, me conformo con que no arruine la imagen de la empresa y tampoco alimente a la estúpida prensa. —bufó— Lo único que hace es pasar la mayor parte del tiempo fuera de casa probablemente viéndose con sus amantes, o haciendo otras cosas raras. —hizo una mueca de asco— Siquiera cumple con las obligaciones de un buen esposo.

¿Y tú, las cumples? se preguntó internamente el rubio.

— Demonios, debe ser toda una tortura. —se lamentó su amigo.

— Sí... Lo peor es que mis padres sólo lo aceptaron por su capacidad de tener hijos, pero honestamente... —hizo una mueca— Están de broma si piensan que voy a darles un nieto.

¿Por qué la gente piensa tan mal de mi? ¿Qué he hecho? su ánimo, que venía reluciente, decayó con el pasar de los minutos oyendo a aquellos idiotas.

— Pues yo tampoco querría tener un hijo con él. Es más, ni le dirigiría la palabra.

— A mi no me interesa eso de la paternidad y mucho menos, si es con alguien como él. ¿Qué clase de ejemplo le daría al crío? ¿Ser una mosquita muerta de cama en cama? —rodó los ojos—No, gracias. Le podría dar el bebé a una manada de leones y aún así serían mejores padres que Jimin.

Estaba de buen humor porque había acompañado a las chicas de servicio a realizar el pedido del mes, y pudo escoger varias cosas de su agrado. Aunque también pensó en el ogro, y metió a los carritos cosas que pudiesen gustarle. Hasta le había traído galletitas, pues prestándole atención notó que le gustaban.

Silenciosamente, se fue hacia la cocina y puso las galletitas en una bandeja, para luego volver.

No iba a rebajarse a ser un imbécil como lo eran ellos, podía ser mejor. Al menos en ese momento, lo sería.

— Buenas tardes. —interrumpió en la conversación, ambos se quedaron callados— Pero qué desubicado eres, Jungkook... —señaló el whisky en la mesa— ¿Traes invitados y no les ofreces nada? —hizo una mueca, depositando la bandeja en la mesita del centro— Que disfruten, yo iré al patio a ver mis flores.

Salió de allí con toda la normalidad del mundo hacia los jardines traseros, en busca de su lugarcito feliz, además de la cocina, claro. Junto con sus amigas del servicio, habían armado un huerto bastante grande, junto a un vivero y un invernadero. 

Importándole poco estar con ropa limpia y costosa, comenzó a regar sus plantas y arreglar algunas, además de pasar otras a distintas macetas.

— ¿Puedo? —Jiwoo, una de las empleadas, tocó la puerta del invernadero. En sus manos traía una bandeja con dos vasos de limonada recién hecha.

— Obvio que puedes. —le sonrió, quitándose unos yuyos de la frente.

— Oí un poquito de lo del living... ¿Cómo te sientes? —preguntó— Yo sé que lo que dicen no es verdad pero... No quita que pueda doler. —mordió su labio.

— Jungkook es un imbécil al igual que sus padres, creo que tú lo debes saber mejor que nadie. —rió— No... Es un poco frustrante, pero nada que me hiera. Yo no tengo nada que demostrar.

— Bien... Pero cualquier cosa, sabes que puedes hablar conmigo. —volvió a decir— Pues me pongo en tu lugar y... Si dijeran esas cosas de mi, aunque no sean ciertas, lloraría en posición fetal por veinte años. 

— Claro que lo tendré en cuenta, Woo. —le sonrió— ¿Quieres ayudarme a pasar las frutillas a una maceta más grande? Yo iré a plantar los tomates.

— Sí. —asintió rapidamente mientras acomodaba su delantal.

Pasó el resto de la tarde entre plantas, brotes y semillas, limpiando los vidrios del invernadero y emprolijando la tierra mientras tarareaba una que otra canción. Volvió dentro de la mansión casi a las diez de la noche y allí se dió un buen baño, para quitarse la mugre que le había dejado el trabajo de campo.

Bajó las escaleras hacia la cocina, para buscar algo de cenar. Grata fue su sorpresa al ver que había menestra de verduras con jamón, así que se sirvió un plato bastante lleno y lo terminó completo, pues estaba según su gusto, delicioso.

— Esto de seguro fue obra de la señora Haru, deja los vegetales exquisitos... —habló para sí mismo, lavando lo que había utilizado previamente.

— ¿Podemos hablar? —escuchó una voz detrás de él— Me corrijo, siéntate, tenemos que hablar.

— No. —se giró, quedando frente a frente.

— Siéntate a la mesa, Jimin. 

— Uhm... No. —rió— Muévete, quiero ir a mi habitación.

— Respecto a lo de hoy-

— ¿Qué sucedió hoy? —levantó una ceja.

— Lo sabes bien, escuchaste-

— No oí absolutamente nada. —negó con la cabeza, su tono de voz era calmado— Y si lo hubiera hecho, sostengo, yo no tengo que demostrar nada a nadie. —sonrió.

— Lo que dije hoy... Lo lament-

— No, no lo haces. —soltó una pequeña carcajada— Pero no importa, yo te sigo amando, amor mío. —aquello último fue cargado de un tono burlón— Me voy a descansar, mañana tenemos otro evento y quiero lucir como un buen esposo, ¿sí? —acarició su mejilla— Buenas noches.

Dando por finalizada la conversación, salió de la cocina tan pronto como pudo y apenas cruzó la puerta de su habitación, la cerró con pestillo para luego desplomarse en sollozos sobre la alfombra. 

No podía recordar ningún día de su vida, en donde no se hubiese sentido miserable por la noche.

Durante el día se mantenía ocupado, ya sea sólo o con otras personas, haciendo actividades o simplemente hablando para que al llegar la noche, estuviese tan cansado que no tendría tiempo de pensar en cosas malas.

Y funcionaba la mayor parte del tiempo, pero al parecer no hoy. 

Estaba cansado, sus piecitos dolían de tanto caminar y haber estado parado, y el resto de haber cargado cosas de aquí para allá en su jardin. Pero no podía pegar el ojo. Quizá era por las lágrimas que no paraban de salir y le tenían soltando hipidos que no podía controlar.

Sus manitos temblaban al igual que sus piernas mientras lograba a duras penas el ponerse de pie, para sentarse en la cama.

A lo que sea que exista, le pido perdón por haber nacido y que por favor, ya no me haga tan difíciles las cosas. Prometo esforzarme para que, sea quien sea, no sienta que soy un desperdicio. 

Finalmente, se durmió llorando.

holis les tkm gracias x leer son lo más muak 🤍

FALLING IN LOVE - KOOKMIN SHORTFIC [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora