CAPÍTULO IV

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Dos meses habían pasado desde que se había casado con Jungkook, y estaba bastante feliz porque desde aquella vez en living, había bajado bastante sus humos. Seguía siendo un imbécil pero de a ratos incluso parecía una persona decente.

— ¿Ya almorzaste? —preguntó el ogro.

— No... Recién llego. —respondió el rubio, dejando los zapatos en la entrada.

— Ven a la mesa entonces, no sé qué han cocinado pero huele bien.

— Pedí que hicieran spaguettis, oí que te gustaban. —se encogió de hombros.

— No vas a dejar de caerme mal y ser un llorón sólo porque trates de ser amable. —rodó los ojos— Algo ocultas, seguramente seas igual de interesado que tus padres.

— Fui el primero en oponerme a este putrefacto matrimonio, pero está bien. Puedes pensar lo que tú quieras, amorcito. —sonrió— Vamos a comer, ¿sí?

— Como quieras. Deja de intentar ser amable. —se metió al comedor— Nunca serás más que un-

— ¿Un cualquiera? —rió sin ganas— Tienes razón, seguramente nunca seré más que eso. —se sirvió en su plato para luego salir de allí— Provecho.

Luego, se fue a comer con la gente del servicio que almorzaba en la enorme cocina comedor donde desempeñaban su labor.

— Buenas, Jimin... ¿El joven Jeon fue malo de vuelta? —preguntó Haru.

— No... Pero ya estaba por serio. No tenía ganas de sentirme mal hoy. —rió.

— Démosle créditos, al menos no está siendo un imbécil en potencia todos los días. —se encogió de hombros Jiwoo.

— Sí, suele ser un tarado. —dijo otro de los jóvenes jardineros.

— No seas boca suelta. —el cocinero le dió un leve tirón de oreja— Que si nos escucha, estamos muertos.

— ¿Escuchar qué? —su esposo apareció detrás de ellos, haciéndolos dar un salto en la silla.

— Nada que te interese, amor.

— Quiero saber, si hay alguna queja contra mi o... —hizo un intento de sonrisa.

— ¿Como para qué? ¿Para echar a alguien? —preguntó— Eso, y que no necesitas escuchar de los demás qué les molesta de ti, cuando ya lo sabes bien. —mordió su labio.

— Jimin... —Jiwoo le hacía señas para que se callara, todos estaban aterrados.

— ¿Qué es lo que molesta? —dijo, con el ceño fruncido.

— No es momento para hablar de ello. —suspiró— Estamos comiendo, por favor, vete.

— Es mi casa, ¿por qué me iría?

— Porque también es mía. —respondió.

No se sentía para nada dueño de esa casa, pero por los medios legales, así era.

— ¿Y eso qué?

— Además, no soportas a nadie en esta mesa. Incluyéndome. —mordió su labio— Así que vete, déjanos almorzar a nosotros los "inferiores" en paz. —hizo comillas con sus dedos.

— Como sea, jódete, Park. —salió echo una furia de la cocina.

— Te quiero mucho, Minni. —rió Jiwoo.

— No puedes quererme más de lo que yo amo a mi esposo. —le guiñó un ojo.

Jimin sabía que estaba mal hablarle así, no porque fuese su esposo, sino porque no era propio de él ser tan grosero. Pero a veces, parecía que esa era la única manera de conversar con Jungkook.

FALLING IN LOVE - KOOKMIN SHORTFIC [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora