CAPÍTULO VIII

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Ya entrando a diciembre, en pleno espíritu navideño, Jungkook decidió que quería pasar las fiestas sólo con su esposo y una buena taza de chocolate caliente. Por ello, terminó empacando una enorme maleta y le dijo a su esposo que hiciera la suya.

Pasarían las fiestas en la montaña.

Desde la última pelea, no habían vuelto a pelear más que por algunas idioteces cotidianas, y eso le ponía feliz. Había mejorado. Cada vez se convertía en alguien más digno.

— Vamos a pasar unas lindas fiestas y tendremos un pinito de navidad. ¿Te parece?

— Sí. —asintió el rubio algo cansado, fue un día movido en MinTT.

Así que, él también empacó una enorme maleta de invierno para llevar.

— Eso sí, dos semanas estaremos seguro. —avisó— Y luego si quieres, viajamos a otro lado. No pasa nada. —sonrió.

— ¿Y qué haré con MinTT? —dijo rápido.

Mimi, tú eres el jefe. —le sonrió.

Jimin lo pensó por unos segundos, y decidió enviarle un mensaje a su mejor amigo, preguntándole si podía mantener todo bajo control en su ausencia. Sabía que no sería difícil, pues confiaba en él y en sus empleados.

Si no confiara en ellos, jamás los habría contratado.

— Bien, vamos. —sonrió.

En eso, Jungkook se recostó en la cama y dejó a Jimin sobre él, abrazándole con fuerza.

— La oficina es un caos, necesito recargar energías.

El rubio rió, dándole un beso en la frente.

— No hagas eso... Debo estar salado. —hizo un puchero.

— Báñate, entonces.

— No tengo ganas. —se quejó— Quiero quedarme así por siempre.

— Bien, cinco minutos más, yo también quiero bañarme. —acarició su cabello. 

Jungkook asintió, acariciando su espalda baja con lentitud, siendo afectuoso con ganas porque realmente necesitaba recargar su batería.

— Mimi... —le llamó, sin poder frenar lo que iba a decir.

— ¿Sí? —dijo algo dormido.

— Te amo mucho. De verdad. —sonrió— Muchas gracias.

—Te amo igual, Koo. —respondió, sonriente y medio dormido— ¿Por qué las gracias?

— Porque sé que no empezamos bien, pero así y todo tú decidiste ser paciente conmigo. Me esperas, me tienes en cuenta, me amas, incluso cuando yo soy el que está en falta. —sonrió— Tu amor es sincero y eso es algo que yo jamás tuve. Soy feliz sabiendo que cuando salga de trabajar puedo pasar por ti, porque verte me alegra el día. Incluso si peleamos, verte es todo lo que necesito.

Jimin sonrió, acariciando su cabello con ambas manos.

— Haces mucho por mi, me cocinas, me arreglas la corbata, defiendes mi nombre, me das todo tu amor incluso sabiendo lo que soy. —siguió— Me hiciste una mejor persona y yo de verdad quiero que pasemos los años del contrato juntos, y muchos más.

Unos segundos después, las manos de Jimin habían dejado de moverse, pues se había quedado dormido.

Jungkook sonrió, siquiera necesitaba oír algo de sus pomposos labios para saber que sentía lo mismo. Sus acciones siempre eran amables, pero para con él, eran amables y un poco más.

Su esposo, su Mimi... Sólo quería ser feliz junto a él.

-

— Ven. —tomó su mano y entrelazó sus piernas cuando estuvieron sentados en el avión— Traje un antifaz por si lo necesitas.

— Gracias. —sonrió.

Hasta el vuelo fue de lo más tranquilo, mejor que la luna de miel, claramente.

— ¿Aun quieres recorrer sólo? —preguntó, cuando pasearon por el pueblito debajo de la montaña.

— No. —sonrió el rubio— Ya no eres tan ogro como antes...

Jungkook le sonrió de vuelta, tomando su mano con fuerza mientras caminaban entre la nieve y las calles repletas de luces. Jimin se veía precioso con ese gorrito de pompón color blanco. De verdad mágico, brillante, reluciente, como salido de un cuento de hadas.

Y aun luciendo así, tan irreal... Se había fijado en él.

Definitivamente era el favorito de alguien.

— Ven, deja que te tome una foto. —lo llevó hasta un muñeco de nieve bien decorado y lleno de luces.

Sonriendo, miró a la cámara del celular mientras su esposo capturaba aquel momento. Le siguió una foto juntos, y otra de él solito. Así con todo lo que le llamaba la atención, lo admiraba un rato largo y luego proseguía a sacar fotos. Tan adorable que dolía.

— La comida aquí está tan deliciosa que podría morir. —rió— Me encanta.

— Y las porciones son enormes... —Jungkook mordió su labio— Amo aquí...

Cenaron bastante y ya volviendo a la cabaña, ambos estuvieron tan cansados que lo único que se quitaron para dormir fueron los zapatos. Fue como si en la habitación hubiesen dos viejos Mercedes Benz de tanto ruído que hacían al roncar.

Sin embargo, no fue lo mismo para el día siguiente. El rubio no sabe cómo, pero ambos terminaron nuevamente en la habitación y lo que iba a pasar era evidente.

Estaba algo aterrado porque demonios, no quería admitirlo pero su condición de mujer como vulgarmente le llamaban sus padres, sí le pesaba demasiado. ¿Y si algo salía mal? Mierda, preferiría la masturbación toda su vida.

— Hay protección aquí, ¿sí? —le informó, y era cierto, en la cabaña había un botiquín lleno de profilácticos.

Casero precavido vale por dos, dicen por ahí.

— Bien... —estaba de nervioso, lo siguiente.

— Pero no haremos nada si tú no quieres. —besó sus labios— Yo no te obligaré a nada. —sonrió.

Por un demonio, ¿se moría de ganas por estar con su esposo? ¡Sí! Pero ahora no se trataba de él, así que sería paciente como lo había sido Jimin.

— ¿Prometes ser amable? —lo miró fijamente.

— No tienes ni que preguntarlo, Mimi. —besó su frente— Si no quieres, podemos esperar-

— Quiero. —sonrió— Por favor, hazlo.

No me estoy equivocando, no. Se dijo a sí mismo.

Jungkook fue realmente paciente y lento, siempre precavido a sus reacciones y admirando su belleza, en general.

Se sentía bien ser el primero y esta vez no era por razones de ego, sino que por la forma en la que Jimin lo planteaba, no quería cederle su primera vez a alguien tan idiota. Entonces, si era con él... De verdad se estaba haciendo alguien digno de su amor.

Jimin le estaba dando su primera vez, porque confiaba en él.

Y él atesoraría eso para toda la vida.

En cuanto al rubio, admite que se sintió mil veces mejor que cuando lo hacía por cuenta propia. Pero a su vez, sentía que aquello podría desatar a un salvaje orate como solía ser su marido.

Supo que aquel presentimiento era cierto el resto de la semana.

— P-Pero ya lo hicimos en todos los lugares de aquí... —balbuceó entre besos.

— A mi no me quedó muy claro lo de la mesada de la cocina, deberíamos volver allí.

¿En qué carajos se había metido?

holis cmo están q okdaaa gracias x leer les tkm cuídense muak 🤍🤍

FALLING IN LOVE - KOOKMIN SHORTFIC [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora