CAPÍTULO X

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— Mierda... —jadeó Jimin, volviendo de hacer las compras sólo para ver como Jungkook esperaba en su puerta.

Seis meses habían pasado desde que literalmente había escapado del lugar que por un momento, pensó que sería su hogar.

Así que sin hacer ruido, salió rápidamente de allí y se refugió en la terraza del complejo de departamentos, ya que esa la conocían solamente los inquilinos y las escaleras de acceso estaban bastante escondidas.

Recostó su cuerpo en el cemento de la losa, hacía frío pues el invierno estaba llegando y aunque pareciera difícil de creer, le gustaba cómo se le veía aquella pequeña pancita.

Se hizo casi una hora cuando decidió asomarse para ver si su esposo se había ido. Y que conste, seguía siéndolo sólo porque el desgraciado no había querido firmar los papeles de divorcio.

— Esperaremos a que ese imbécil se vaya... Y luego, volveremos a cenar... ¿Sí? —susurró.

Recibía llamadas de sus padres todos los días, de Jungkook, de sus suegros, de sus pocos amigos a los cuales de vez en cuando contestaba... Pero honestamente, sólo quería ser feliz con su bebé.

— Cenar en nuestra casa, me imagino. —unos segundos después, oyó aquella voz que desearía poder odiar.

— Primero, tú mansión y segundo, ese ya no es lugar para mi. —se paró, girándose para verle— Y tercero, ya dame el divorcio. No soporto más el estar unido a alguien como tú.

— ¿Es mío? —preguntó.

— No. —respondió rápidamente— Así que puedes irte por donde llegaste.

Comenzó a bajar las escaleras para irse a su departamento, ignorando olímpicamente la presencia del más alto, a quien realmente no tenía ganas de enfrentar.

— Jimin, de verdad... ¿Es mío? —sonó desesperado.

— Por supuesto que no. —volvió a decir— ¿Crees que tendría un hijo con alguien como tú? —abrió la puerta de su departamento.

— Bonito-

— No vuelvas a llamarme así... —advirtió— Y deberías estar feliz de que no sea tuyo, no tendrás ninguna carga en tu vida.

— ¿Realmente te fuiste de casa sólo para comportarte como un cualquiera? —sonó enojado, frustrado y hasta incluso triste.

Y el cachetazo que le propinó fue tan fuerte que quedó sentado en la entrada. Acto seguido, le arrojó unos papeles.

— Incluso que preguntes si es tuyo, me ofende. —una lágrima rodó por su mejilla— Pero no te mentí del todo, tuyo no es. Es mío, y no se criará con ogros como ustedes. —cerró la puerta con fuerza.

Puso llave y pestillo a las ventanas, dándole a entender que debía irse. Pero Jimin presentía que no sería así.

¿Es que acaso todos los hombres eran así o él se había topado con un idiota?

Estaba seguro de que eran ambas opciones.

— Por favor... Ábreme la puerta, Mimi. —suspiró— Necesitamos hablar... No podemos seguir así.

— Claro que podemos, pedazo de mierda. —bufó— La única cualquiera aquí es tu madre. Pregúntale al ama de llaves, lo que ella hace con el imbécil del cocinero.

Ups, no tenía por qué decir eso pero, ¡sorpresa! Ya no le importaba cómo podría afectar a los demás.

Si al final, los demás jamás se preocuparon de lo que le afectaba a él.

FALLING IN LOVE - KOOKMIN SHORTFIC [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora