DIECINUEVE

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Sus manos ya no podían resistirlos, así que en contra suya se soltaron por completo. Y una exclamación apagada, por la falta de aire y la impresión, salió de su boca.

Cayó cerrando sus ojos esperando a por el seguro golpe que se daría. No obstante, su caída fue frenando por unos brazos que lo tomaron antes de tocar el suelo. Unos brazos lo rodeaban desde la espalda, mientras que otra debajo de sus piernas. Al parecer la persona -un hombre definitivamente- estaba parado sobre algo parecido a un pequeño suelo de ramas a mitad del árbol. Cientos de ramas entrelazadas naturalmente, formando un suelo irregular pero firme.

Y de nuevo cayeron gracias al impacto de su cuerpo con el contrario, pero no fue tan alto esta vez, porque rápidamente estaban en el suelo, el sujeto cayó de rodillas, aun con Harry en brazos. Sacó de debajo de sus piernas, la mano que lo afirmabas a estas, y con ella tomó su cuello, pegando su rostro en el torso ajeno, abrazándolo.

— ¿Estás bien? — preguntó. Esa voz que reconocería en cualquier lado, que aunque le parecía molesta la mayor parte del tiempo, esta vez le causo alivio. Se aferró al abrazo, correspondiendo.

— Sí...— soltó un suspiró. —... dios, estuvo a punto de morir. — se abrazó más a él. No le importaba en esos momentos de todas las veces que lo sacaba de quicio, estaba feliz de que estuviera ahí.

— ...Tranquilo...— acarició su cabello de manera cariñosa, como nunca lo ha hecho antes. Lo hacía tan lentamente como si tuviese miedo de romperlo si ejercía mucha presión.

— Me salvaste la vida...— susurró atónito. Cerró los ojos para concentrarse en las acaricias que le proporcionaba. Pudo sentir como el chico sonreía sobre su cabello para luego dar un pequeño beso en el lugar.

— ¿Te hiciste daño? — dos manos tomaron su rostro, apartándolo del reconfortante pecho, y dejándolo cerca de su propia cara. Harry podía descifrar la preocupación en sus facciones.

— Creo que no...— suspiró. Por un momento bajó su vista hacia la vestimenta. Ya no llevaba sus acostumbradas chaquetas y camisas, si no, llevaba una camiseta verde, pantalón café y botas negras. Ropa de camuflaje, como la suya. — No es que me moleste, pero ¿qué haces aquí?

— Yo... eh...— por primera vez, veía como Samuel Fender se ponía nervioso por una simple pregunta. — Quería investigar a la competencia. — respondió naturalmente, y le miró curioso. — ¿y tú? Por esa ropa puesta parece que estas espiando.

— Jones me mandó a vigilar a Louis. — mintió. — pero parece que no está, así que los dos perdemos nuestro tiempo.

Harry se levantó de los brazos de Sam, con ayuda del chico. Caminó un poco hacia al frente, observando que tenían una perfecto panorama de la entrada de la mansión.

— Harry, mira. — Sam apuntó hacia la entrada, levantándose del suelo y acercándose más. — ¿Ese no es el auto de Louis? — el rizado vio un Porshe negro, identificándolo rápidamente. — al parecer, no vinimos para nada. — El chico tomó sus binoculares, poniéndoselos sobre sus ojos para ver más de cerca. Harry hizo lo mismo con los suyos, enfocando los lentes para tratar de espiarlo. Aunque ambos por motivos muy diferentes.

Lo binoculares tenían un sistema de visión nocturna, así que podría ver perfectamente, pero de color verde, obviamente.

En su vista se encontró en como Louis estacionaba en auto al frente de la puerta que daba directo a la mansión. Bajó de su lado del piloto, cerrando la puerta algo fuerte, y rodeó el auto para abrir la puerta del copiloto.

«Que raro.» Harry pensó. Creía que iba solo. Pero venía acompañado, y no por un chico.... Una oleada de celos le recorrió todo su cuerpo, como nunca le había pasado antes. Haciendo que respire pesadamente.

No es mi vida, es sólo una misión más (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora