DIECIOCHO.

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Dobló por un pasillo con total tranquilidad, pasando por los tantos casilleros que había en el lugar, yendo hacia su siguiente clase. Ya había pasado algo de tiempo desde que la campana anunció el desayuno, y no tardaba en tocar de nuevo, finalizando el receso. Tampoco le daba tiempo para pasar por su casillero a por un frasco de cerezas que tenía guardado ahí. Tenía algo de hambre pero si iba a buscarlo seguramente llegaría tarde.

Dio la vuelta en la esquina trotando, casi corriendo para llegar a la clase, que se encontraba al otro lado de las instalaciones. Tenía tiempo de sobra pero le gustaba ser puntal.

O al menos esa era su misión hasta que chocó con algo...alguien.

Su bolso, el cual llevaba colgado en su antebrazo, cayó al suelo, pero las cosas de adentro no. En los lentos segundos del choque, tuvo su mirada fija al suelo, porque sabía perfectamente con quien había chocado.

Su característico olor, su forma, sus pantalones, sus zapatos y camisa. Con ver, cualquiera de esas cosas, podía perfectamente diferenciarlo, incluso estando en medio de mil personas, sabría decir quién era. Su estilo era tan único. Al levantar la vista lentamente, y al llegar hasta arriba, todo lo que vio fueron esos ojos color azul.

Pero algo no andaba bien.

La luz, o la vida, que siempre lo caracterizaba, ya no estaba. Sólo eran un par de ojo color azul cielo opacos, no había brillo, se miraba dolor y sufrimiento dentro de ellos.

—Louis...— dijo en un murmuro.

El chico también le miraba justo a sus ojos, examinando todo su rostro. Cerró sus ojos lentamente, a la vez que negaba con su cabeza. No había esa linda sonrisa con la que siempre lo recibía, ni un cumplido que le animaba el día. Louis solamente miró el bolso en el suelo, para después dirigir su vista a Harry otra vez.

— Perdón.

Se disculpó secamente, como si se estuviera disculpando con un extraño en la calle con el que ha chocado. Dio un paso hacia al frente, pasó de un lado suyo, y siguió su camino a un ritmo más rápido que el de antes.

Harry se dio media vuelta solamente para encontrarse como el chico doblaba la esquina a paso firme.

Tragó saliva, tratando de apaciguar el nudo que se había instalado en su garganta. No era el mismo Louis que había conocido el primer día de clases. Y era su culpa.

Toda su culpa.

Después de dos largas horas y aburridas de Física Elemental, lo primero que sus ojos vieron apenas salió de la clase, fue a Sam apoyado holgadamente en los casilleros que había a la par, dándole su toque único y especial

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Después de dos largas horas y aburridas de Física Elemental, lo primero que sus ojos vieron apenas salió de la clase, fue a Sam apoyado holgadamente en los casilleros que había a la par, dándole su toque único y especial. Ese que lo hacía verse como un rebelde, peligroso.

— Hola, Cariño. — saludó bajo Samuel.

Harry no respondió al saludo, siguió caminando como si no lo escuchó. El rubio rápidamente lo siguió.

No es mi vida, es sólo una misión más (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora