𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

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—¡Minho! ¡Daniel ha golpeado al padre Chan!

Al escuchar aquello sintió como si le hubiesen echado agua helada, su corazón se aceleró con miedo y preocupación mientras veía a Jisung.

—N-No bromees con eso Jisung— balbuceó intentando soltar una risa pero al ver a su amigo serio aquella preocupación volvió y más fuerte.

—Minho, sabes que nunca hago bromas relacionadas con eso y menos si se trata de él padre Chan.

Los ojos del más menor se cristalizaron un poco y pudo jurar que su piel perdió algo de color. ¿Cómo que Daniel lo había golpeado?

Hizo puños sus manos con frustración, realmente estaba harto de ese chico que hasta que punto había llegado, lo odiaba.

—D-Debo de ir a ver al padre, Han... Es mi culpa— dejó salir sus primeras lágrimas y así tomar las llaves de su casa. Estaba a punto de caminar y el agarre en su brazo no lo permitió. Miró a su mejor amigo y este negó con su cabeza

—no es el momento Min, el padre está en el hospital sanando las heridas y no sería muy bien visto que vayas con él, por favor espera un tiempo y ve, aunque sean dos días que pasen.

El pelinegro soltó un sonido de desagrado pero su amigo tenía la razón, no sería bueno ir con Chan y más porque sabía lo que Daniel le había dicho.

Se sentía avergonzado.

¿Cómo se supone que vería al padre ahora? ¿Qué le diría si le pregunta algo?. Él simplemente tenía miedo y vergüenza por lo ocurrido. Y es que el mismo no sabía que pasaría eso, que sus sentimientos serían para Chan.

Ya tenían al rededor de medio año conviviendo y obviamente ambos se conocían más, pero en cambio Minho lo tomo por otro rumbo y todos sabemos por cual.

Sentía atracción por el padre como físicamente y emocionalmente, él lo veía como el ser más perfecto y maravilloso en esta tierra. Y estaba dispuesto a todo por él, sabía que estaba mal pero quería probarlo con toda su alma y nada lo detendría.

Más sin en cambio no quería poner a riesgo la salud de este, y adivinen... Ya lo había hecho.

La semana paso y muy lenta a vista de Minho, la preocupación recorría su cuerpo con intensidad pues no había escuchado nada más del padre, y tampoco lo había visto.

Mordió su labio mientras entraba a la iglesia, esta estaba sola. Que incluso con cada paso que daba retumbaba en toda la catedral haciendo erizar la piel del menor. Hizo una reverencia ante el Señor y así tomar asiento hasta enfrente en donde comenzó a rezar y a platicar con el presente frente a sus ojos.

Pidió por qué Chan estuviera bien y aquel chico Daniel lo dejara en paz, sin evitarlo comenzó a llorar por el padre que no se imaginaba su estado, realmente estaba muy preocupado y se odiaba a sí mismo por hacerle pasar aquello. Si tan solo hubiera negado frente a Daniel nada de esto hubiese pasado, o, si tan solo aceptara salir con él...no, lloró más con pensar aquello, el jamás aceptaría salir con un tipo como Daniel, y menos por lo que le había hecho al padre Chan.

Abrió sus ojos y miró la imagen frente a él, sus lágrimas resbalaron sobre sus mejillas y negó con su cabeza levemente. Una mano se posó en su hombro y de inmediato giró a ver a la persona a lado de él, era Chan. Limpio sus lágrimas intentando no verlo de nuevo, no podía.

—Minho, ¿Estás llorando?— susurró intentando verle al rostro.

El menor restregó su mejilla en la mano del mayor y levantó su vista levemente para verlo.

—¿Por Daniel?— volvió hablar Chan.

—No, estoy llorando por usted padre.

Chan cerró su boca y le miró en silencio, ambos se miraron en silencio.

—Por lo que sufrió sin quejarse— balbuceo Minho dejando salir sus lágrimas.

El padre dio leves apretones en el hombro del menor, no quería verle llorar pues se veía que llevaba tiempo haciéndolo por sus ojos levemente hinchados. Se sentó cerca de Minho y siguió consolandolo en su hombro.

El menor bajo su mirada y de pronto sintió como poco a poco la mano en su hombro había desaparecido y ahora acariciaba su mejilla, con toques nerviosos y claro que también con miedo. Minho cerró sus ojos y elevó su cabeza un poco más para sentir aquellas caricias un poco más, el padre acarició más seguro e incluso se atrevió acariciar el cabello del menor.

Como si fuese un juego ambos acercaron su rostros quedando a centímetros, se alejaron y se vieron a los ojos por unos segundos y así acercarse poco a poco.

Para Minho todo parecía como si fuese cámara lenta, miraba cada parte del rostro del padre hasta que cerró sus ojos y pudo sentir los labios de este contra los suyos sintiendo la mano de Chan en su nuca en un agarre ligero.

Sus labios comenzaron a moverse entre sí, Minho llevó su mano a la mejilla del padre y solamente posarla ahí. No se creía lo que estaba sucediendo y en ese momento no se quejaba de nada, algo dentro de él le decía que estaba bien, se sentía cálido.

Chan se tomó la libertad de pasar la punta de su lengua entre los labios de él menor escuchando un leve y suave jadeo por parte del contrario lo que le hizo sentir escalofríos.

Los labios de este eran muy suaves, más de lo que había imaginado. Enredó sus dedos en los cabellos de la nuca de Minho, ahora mismo no tenía nada en su cabeza solo que el menor, el lindo y hermoso catequista de la iglesia, por que si, el pelinegro era muy atractivo. Sabía perfectamente que todo aquellos pensamientos estaba mal, muy mal pero no podía controlarlo, él juraba que nada iba a pasar, no podía pasar y mira ahora...

Click.

Su mente reaccionó y abrió sus ojos de una soltando el agarre en los cabellos de este y alejándose de los labios del menor.

—Y-Yo...l-lo siento.

Balbuceo Minho mientras llevaba sus manos a sus propios labios y sin más se levantó de la banca para comenzar a caminar rápidamente a la salida de la iglesia, su corazón latía a millón y sus más temblaban.

Había besado a Chan.

Al padre Chan.

¡Se habían besado! 

Pecado ( Chanho )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora