El extraño regreso de un rival, cambia radicalmente la vida de los chicos, topándose en su camino con una extraña chica que parecerá tener mucho más que ver en su misión, esta vez, es la vida de las tortugas las que corren peligro.
Esta historia es...
- ¡Ni siquiera sabes-... ¿acaso me colgó? - (Conociendo a Donnie es probable que me rastreé por la llamada, eso espero), pensé-.
Suspiré y me apoyé de la pared, dejándome caer lentamente, tenía que respirar y relajarme. Espera, ¿por qué diablos había llamado antes a unas tortugas mutantes que a una ambulancia? Karai tiene razón, soy estúpida, los conocí apenas y los estoy encubriendo. Por mi culpa acaban de secuestrar a mi madre y recibí una pequeña apuñalada con una katana.
No me preocupa porque no parece grave, pero tengo que tratar la herida.
(...)
Raphael y Mikey jugaba en una de las maquinitas que tenían en el salón, reían a carcajadas; por otro lado, Leonardo entrenaba con un saco de boxeo.
Donatello.- ¡Chicos, chicos! Acabo de recibir una llamada.
Raphael.- ¿Otra chica? Ja, creo que no aprendiste con la última humana con la que intentaste salir.
Mikey rió burlón de fondo haciendo enojar a Donatello.
Donatello.- ¡No! Además, la chica ni siquiera me había visto.
Raphael.- Ugh, seguro tu personalidad nerd la asustó. - hizo una forma de cuadro con sus dedos -.
Donatello.- Ja, ja. ¡Muy gracioso Raphael!
Leonardo frustrado mandó a callar a sus hermanos.
Leonardo.- Basta, Donatello, ¿quién te marcó?
Donatello.- ¡_____, dijo que necesitaba ayuda!
Leonardo se acercó furioso a Donatello y lo señaló mientras lo regañaba.
Leo.- ¿Y por qué si es tan urgente, no dejaste la pelea con Raphael para después? ¡Tenemos que ir por ella!
Donatello.- Lo siento. - dijo apenado y asustado-. Logré rastrearla con el chip que puse en su celular, usaremos esto. - mostró el dispositivo.
Raphael le dio un golpe en la cabeza y Mikey negaba con la cabeza decepcionado.
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Leonardo furioso lo tomó, colocó sus katanas en su caparazón y salió corriendo; seguido de sus hermanos asustados.
(...)
Sostuve el pañuelo con una mano, mientras la otra se aferraba al pantalón de dolor. Sudaba mucho y mi respiración era agotada, el reloj en la cocina sonaba y veía la manecilla moverse, me ponía ansiosa y pensaba si llegarían por mi.
Respire profundo y exhalé, escuché la ventana abrirse de golpe.
