Eternidad

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Eternidad by Cecil Pierce.

Londres, Inglaterra.

Una brisa le hizo estremecerse y sabía que ella estaba ahí.  No quiso voltear y tampoco quiso verle.  No sería merecedor de sus ojos después de todo lo que había pasado.  Le escuchó acercarse a él lentamente.  Era ahora o nunca.  Volteo para verla.  Era hermosa.  Era un ángel que irradiaba luz y le consumía por completo.  Se miraron y ella rompió el silencio.

-Estoy aquí, ¿no lo ves?  He esperado muchos años por esto, y aquí estoy.

El la miró.

-No lo creo.

Ella levantó una ceja y retuvo aire que no necesitaba.

-Créelo, mírame.  -caminó hacia él.

Él se quedó inmóvil viéndola.  No quería creer que ese ángel de luz estaba frente a él viéndolo como si fuera la cosa más hermosa del mundo.  Él era sangre, era dolor, oscuridad y sufrimiento.  Un ser de luz como ella no podia creerlo algo hermoso.

-No.  -volteó su mirada hacia otra parte y caminó lejos de ella, pero ella caminó a velocidad vampírica hacia él y bloqueó su camino.  He dicho que no...-dijo cerrando sus ojos.

-Klaus... por favor, mírame.  -tocó su mejilla y él se estremeció de ansias, placer y felicidad.

Abrió sus ojos y sus miradas azules chocaron.  Ella le sonrió.  Era tan hermosa.  Sus ojos, su cabello, sus labios, su sonrisa, su presencia.  Caroline era todo lo que deseaba y todo lo que no merecía.

-Carolina, vete.  -le pidió apenas.

Ella negó y le sonrió.

-No.  No me iré.  Cometí ese error hace muchos años y ahora...ahora estoy aquí.  Te necesito, Niklaus.  —le rogó con ojos llorosos.  -No me hagas esto.  No lo hagas...porque no puedo soportar vivir sin ti.

El contuvo el aire en su garganta y se quedó quieto ante ella.  -No hables tonterías, querida.  -le reprochó con aires arrogantes a los cuales ella solo sonrió.

Estaba tan acostumbrada al Niklaus pretensioso y arrogante que sus descaros solo le causaban sonrisas tontas y risas.  Niklaus era una parte de ella que nunca más podría borrar.  Era él.  Era él, siempre había sido él, siempre sería él.

-No las hablo.  Por favor, Niklaus... te necesito.  -dijo juntando su frente a la de él.  Lágrimas consiguió caer sobre sus mejillas y el no quiso nada más que borrarlas con besos.  -Siento tanto...haber huido, siento tanto haberte dejado solo...no sabes cómo me arrepiento de eso.

-Hiciste bien.  -ella abrió sus ojos que de un momento a otro se habían cerrado ante el cálido toque de sus pieles.  -Perdí el control, mate a mucha gente frente a tus ojos...cometí barbaridades...yo comprendí tus motivos.

Ella negó suavemente y con ojos melancólicos habló.

-Todavía no me había dado cuenta que ese eres tú, Klaus.  No sabía que no podía cambiarte...que solo tú podías cambiar por mí.  No supe ver que el humano dentro de ti estaba afectado y lo había hecho por más de mil años...solo pensé en mí y lo siento tanto.

-¡No!  -se separó de ella violentamente.  -¡No pidas perdón!  No justifiques mis acciones... no lo hagas, Caroline... no tú.

-Si... yo, porque te amo, Klaus.  Lo hice durante muchos años y no lo sabía.

Él se quedó de piedra escuchando esas palabras de sus labios.

-Nadie me ha amado antes...

-Tus hermanos lo han hecho.  -le interrumpió rápidamente.  -Rebekah no ha hecho nada más que hablar de cómo eres el hermano que más odia, pero también al cual más ama.  Después de todo lo que le ha hecho a esa pobre chica...te ama, Niklaus.  Rebeca te ama.  Elías lo hace.

One-Shot KlarolineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora