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Jaebeom llevaba 5 días sin poder salir de la cama. Todo su mundo se había hecho pedazos en menos de una semana. Le costaba respirar y a ese punto ya ni siquiera tenía noción de las horas. Veía el sol salir y ocultarse una y otra vez indefinidamente tras su ventana. En ocasiones escuchaba la voz de su madre llamarlo sin ser capaz de descifrar que era lo que trataba de decirle. Tan sólo se movía para tomar agua o ir al baño, pero esas eran acciones automáticas. No había comido nada, ni hecho el intento de ducharse. Aún llevaba puesta la misma ropa con manchas de su propia sangre.

Sabía que tarde o temprano tendría que salir de su trance, pero por ahora simplemente parecía imposible. Las lágrimas caían una tras otra como pinceladas sobre el lienzo. Detallaban con delicadeza su tristeza en la almohada. Tal vez debió de hacerle caso a su padre y quedarse con él en Siheung en vez de irse a vivir con su mamá a Jinhae-gu. Sin embargo, por más dolor que sintiera no se arrepentía. Aunque aquel sentimiento tan puro comenzaba a desvanecerse de su memoria, sabía que nunca en su vida hubiera podido experimentar algo así con una persona diferente. Quizá estaba en negación, pero el engaño era su único consuelo en ese momento.

—Cariño, necesitas comer algo— sintió la cama hundirse a su lado y las manos de su madre pasear por su cabello. Cerró los ojos y el llanto se hizo presente una vez más —Oh, cariño— la voz de su madre se quebró. Se recostó y lo abrazó por la espalda.

Jaebeom estaba asustado. No había sabido nada de Jinyoung y temía lo peor. Nadie lo había visto desde aquel día en la tarde. Sólo quedaba esperar que la policía encontrara su cuerpo. Si lo pensaba bien, todas las posibilidades eran igual de malas. No importaba si estaba vivo o muerto porque el sufrimiento siempre era la respuesta. Si Jinyoung hubiera logrado sobrevivir probablemente estaría afuera pasando hambre y frío. Dios, eran días lluviosos, podía enfermarse gravemente y sin los medicamentos y cuidados adecuados no duraría mucho tiempo en esas condiciones.

Su único arrepentimiento era no haber podido ayudarlo en nada. Ni siquiera tuvo la oportunidad de despedirse y decirle cuánto lo amaba una vez más. Soñaba que se aparecía en medio de la noche y tocaba su ventana, que le decía que estaba bien y que a pesar de las heridas intentaría superarlo y vivir. Quería abrazarlo y decirle que él siempre sería su hogar sin importar qué, que no era su culpa nada de lo que había sucedido y que él y su madre sólo eran víctimas. Pero eso ya no importaba. Sus deseos no lo traerían de vuelta. Sólo quería cerrar sus ojos y no despertar jamás, vivir eternamente de los sueños en los que estaban juntos y no había más dolor. Quería morirse.

Jinyoung no sabía con certeza por qué de pronto se encontraba tan indeciso sobre qué ponerse. No era un acto habitual en él considerar con tanto detalle su aspecto, pero por alguna razón quería lucir bien para Jaebeom. Quería darle a entender que su vida se encontraba en perfecto orden, aun cuando era una mentira. Desde que se reencontraron tenía sentimientos mezclados. Muy en el fondo de él anhelaba el amor de Jaebeom, pero también quería verlo ser feliz incluso si eso significaba tener que ahogar sus propios deseos.

Sin embargo, en ocasiones como esas sus valores parecían difusos y tenía el impulso de ser egoísta y arrebatar ese amor de alguien más. Estaba confundido y frustrado. Esperaba que el tiempo lo ayudara a asimilar que Jaebeom nunca correspondería sus sentimientos de nuevo. Suspiró, de nada le servía luchar contra su mente. Por años de experiencia sabía que era una batalla agotadora e inútil. Tan sólo haría lo que deseara en el momento con la esperanza de obtener el mejor resultado posible, y justo ahora quería lucir decente ante los ojos del que fue su primer amor.

Después de media hora de probar y combinar varias prendas de ropa se rindió e hizo lo que juró nunca hacer ni porque su vida dependiera de ello: llamar a Bambam. Seguramente se arrepentiría más tarde, pero ese ya sería un problema para el futuro. Tomó su teléfono y marcó el número de su amigo, no tuvo que esperar mucho para escuchar su voz porque inmediatamente respondió la llamada.

Ámame de nuevo | JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora