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Jinyoung nunca antes se había sentido tan profundamente arrepentido como cuando le confesó a Bambam que se encontraba listo para seguir adelante hace apenas dos semanas atrás. El shock de su mejor amigo lo había llevado a contarle incluso a Wonpil, y ahora no tenía a uno, sino a dos idiotas insistentes tratando de ofrecer su mano en matrimonio. Suspiró con aburrimiento a la que sería su cuarta cita a ciegas esa semana. No le quedó otra opción más que aceptar salir con cada persona que sus amigos consideraran una buena opción para él.

Quiso reír en cuanto vio a la que sería su cita de esa noche. Sonrío con cortesía e hizo una reverencia a la joven que lo esperaba en una de las mesas del restaurante. En su desesperación sus amigos habían olvidado el pequeño detalle de que las mujeres no le interesaban en lo más mínimo.

—Mi nombre es Ye Eun. Bambam y yo compartimos algunas clases en la universidad— pasó un mechón de cabello detrás de su oreja y sonrío con coquetería —Bambam me habló muy bien de tí.

Jinyoung no podía negar que la chica era demasiado linda, pero no quería hacerla perder su tiempo o ilusionarse con algo que nunca iba a suceder. Era mejor aclarar el malentendido desde un inicio.

—Es un gusto Ye Eun, pero creo que ha habido una confusión. No me malinterpretes, eres una joven hermosa, pero no estoy particularmente interesado en tu género— se disculpó. Ye Eun lo miró sorprendida y después rió con nerviosismo.

—Bambam no mencionó nada al respecto— Jinyoung comenzó a sentir que era el momento de retirarse —Oh no, no es necesario que te vayas. No me molesta en absoluto. Ambos perdimos mucho tiempo en venir y ya estamos aquí. ¿Por qué no disfrutamos el resto de la noche? Sin compromisos, sólo para pasar el rato.

—¿Segura? — preguntó con duda.

—Completamente— dijo y le indicó que se sentara.

Pasaron una velada tranquila. Jinyoung no era muy bueno con las conversaciones triviales, pero para su suerte Ye Eun era la que guiaba la mayor parte de la conversación. Le resultaba bastante agradable su compañía y entendió que Bambam no le había arreglado esa cita porque pensara que Ye Eun podía ser una potencial pareja. Simplemente lo estaba ayudando a conocer personas y a abrirse más. Su amigo sabía perfectamente que a diferencia de Wonpil y de él, Jinyoung era extremadamente reservado. Sus conocidos se limitaban siempre a los lugares en los que trabajaba, como la compañía de danza y las obras en las que había participado. Nunca había tenido la oportunidad de relacionarse con otras personas porque estaba demasiado ocupado preparándose y practicando.

Al final de la noche dejó a Ye Eun en la puerta de su casa y se despidió, no sin antes intercambiar números. Justo antes de irse le pareció ver a alguien observándolo a la distancia, pero le restó importancia creyendo que sólo había sido parte de su imaginación. Caminó por las calles sintiéndose sereno, sin embargo, lo invadió un sentimiento de incertidumbre que hace mucho no experimentaba. ¿Qué sería de su vida el día que Bambam decidiera regresar a Tailandia? ¿Cuando Wonpil se casara y formara una familia? Aún no tenía planes de lo que quería para el futuro y estaba comenzando a abrumarlo el miedo a la soledad.

Era gracioso que justo cuando por fin estaba dispuesto a conocer a otras personas comenzara a angustiarse de esa forma. Quizá el cambio era lo que le asustaba. Se había acostumbrado tanto a tener a sus dos amigos a su lado que ya no sabía lo que era la vida antes de ellos. O mejor dicho, no quería recordar. Quería que tanto Bambam como Wonpil fueran felices, pero él no estaba seguro de poder lograr lo mismo por su cuenta. Ni siquiera se veía formando una familia y limitarse a trabajar parecía demasiado vacío por más que lo amara.

Pensó en Jaebeom y sonrió con tristeza. Incluso él había sido capaz de hacer una vida junto a Youngjae. Lo imaginó sonriendo en la sala de su casa, viendo con adoración a su esposo y a sus hijos mientras se sentía satisfecho y sin arrepentimientos. ¿Por qué el no podía ser como el resto? Desde el principio nunca estuvo destinado a llevar una buena vida. Todo lo que lo rodeaba era la miseria. Esa era su suerte. Se sentó en la acera y esperó a que la pesadez en su pecho desapareciera. Odiaba pensar demasiado. Tenía que hacer una lista mental de todas las cosas por las que debía de sentirse agradecido para calmarse.

Ámame de nuevo | JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora