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No había otra cosa que Jaebeom amara más que subirse a un escenario. La energía que obtenía de sus fans era diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado antes. Nunca daba por sentado el hecho de que hubiera alguien del otro lado esperando escuchar su voz y su mensaje. Sabía que llegaría el día en que los reflectores se apagarían y él sólo se convertiría en un recuerdo lejano en la mente de las personas, por ello cada vez que daba una presentación se aseguraba de dar lo mejor de sí para que en un futuro no olvidaran la manera en la que los hizo sentir. Terminaba exhausto y apenas podía respirar, pero los gritos haciendo eco en las paredes le daban la satisfacción que necesitaba para seguir haciéndolo.

Apenas una hora antes había terminado de dar su última presentación en Busán. De todas, esa había sido la más desastrosa a nivel técnico ya que el equipo tuvo una gran cantidad de percances que por suerte supieron disimular. En medio de una de las coreografías Jaebeom se había torcido el tobillo y ahora tenía una lesión que probablemente tardaría una semana en recuperarse. Sin embargo, esa noche no le importaba nada. Cualquier rastro de frustración desapareció cuando al terminar la función un par de brazos conocidos lo envolvieron en un abrazo. Youngjae había viajado de su hogar en Seúl sólo para verlo.

—Lamento no haber venido antes, tenía un par de entrevistas que hacer— le dijo mientras colocaba una bolsa de hielo en su tobillo como le había indicado el médico.

—No importa, no esperaba que vinieras de todos modos. Fue una linda sorpresa— le sonrió a su prometido. Ambos se encontraban en la habitación de hotel en la que se estaba hospedando Jaebeom, y este habría pensado en darle un mejor uso de no ser porque su lesión se lo impedía.

—Sé lo que estás pensando, pero aún sin la lesión no te lo hubiera permitido. Necesitas descansar— se levantó para dejar un beso en su frente y después sentarse a su lado.

—¿Por qué te tomaste la molestia de venir hasta aquí cuando mañana regresaba a Seúl? — preguntó confundido. Youngjae recargo su cabeza en su hombro y suspiró.

—A veces tienes tan mala memoria— sonrió con burla —Me voy de gira en dos semanas— Jaebeom cayó en la cuenta. Era cierto, no se verían por al menos dos meses.

—Lo había olvidado por lo de la obra, lo siento— se sintió tonto por no recordarlo.

—Quiero pasar la mayor cantidad de tiempo posible a tu lado, pero es muy difícil con mis ensayos para los conciertos y tu trabajo en la obra de Mark— dijo triste.

—Ey, no estés triste, te prometo que una vez que nos casemos nos daremos más tiempo el uno para el otro— Lo tomó del rostro y lo besó con ternura.

—Dudo que sea posible, pero creeré en tí por ahora— Le devolvió el beso.

—Tengo el impulso de decirle a Mark que renuncio a la obra para acompañarte en tu gira— Youngjae rió de imaginarlo.

—Imagina la cara que pondría. No te perdonaría nunca.

—Lo sé— suspiró. Deseaba no haber aceptado. ¿Cuánto tiempo duraría sin Youngjae? Nunca habían estado separados tanto tiempo. Usualmente se hacían espacio en sus agendas para acompañarse en sus giras por al menos algunas fechas, pero la planeación de la obra se había retrasado y no tenía opción más que quedarse. Repentinamente el rostro de Jinyoung cruzó por su mente y sonrió. No, los tiempos habían sido los adecuados, sólo así pudieron reencontrarse. Se preguntaba qué estaría haciendo en su ausencia.

—¿En qué piensas? — Youngjae lo miró con curiosidad.

—En nada, sólo me imaginaba nuestra vida de casados— no supo por qué estaba mintiendo. Nunca le ocultaba nada a Youngjae, pero el tema de Jinyoung no era algo de lo que pudiera hablar a la ligera. Ya se lo contaría después.

Ámame de nuevo | JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora