¿Les cuento un secreto? NO es la historia del hermano de Josephine, lo siento. Él sigue sin aparecer en mi mente, supongo que lo hará a su tiempo
Nueva oportunidad de adivinar. Pista...ambos aparecen en las historias de Jo y Beth
Como me entusiasmé, les dejo un nuevo capítulo . Besos
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Durante un par de días temió que su padre se enterara de que ella andaba, como una ladrona, rondando el jardín de los Lawrence o peor aún que se había topado con Joseph y la malinterpretara. Temió que el joven Lawrence lo hubiese comentado con alguien, que eso se hubiera vuelto un rumor y llegara a golpearla con la furia de su padre por tener una hija indecorosa. Y temió que su madre sufriera.
¿Por qué en su vida todo era temor?
Pero por suerte nada sucedió, Joseph Lawrence era discreto ,o bien no le había dado importancia alguna a su encuentro. Fuera lo que fuera, se sintió tranquila y por un tiempo no se detuvo frente a la casa de los Lawrence.
No había muchas actividades que su padre aprobara , pero por suerte no se oponía a las reuniones de costura y bordado, quizás porque le parecía propio de mujeres virtuosas, así que ella y su madre asistían a aquellos encuentros y disfrutaban no solo de la compañía de otras mujeres de Dorset, sino también de algunas horas de libertad.
Su madre era una bordadora exquisita, de hecho los vestidos sencillos , casi anodinos, que Adeline usaba estaban adornados con bordados de su madre y eso les daba un toque de belleza.Su padre incluso interfería con sus vestimentas, sus vestidos estaban hechos con buenas telas, porque no les faltaba dinero, pero eran sencillos y en colores neutros ya que él pensaba que la vanidad en una mujer era peligrosa, y tampoco le gustaba gastar dinero en ellas.
Las demás muchachas siempre elogiaban su modestia y creían que era una elección y no algo impuesto, era mejor así, porque de otra forma se sentiría muy avergonzada. Pero ella también ansiaba ropa bonita con puntillas, encajes y colores vivos. Tenía solo dos vestidos de fiesta que eran más elaborados y que su padre había aceptado comprarle pues quedaría mal que fuera vestida muy sencilla a las fiestas donde querían exponerla para conseguirle marido, pero el resto de su ropa no era agradable estéticamente, o no lo sería sin el bordado de su madre.
En aquellas reuniones de bordado, Addie no hablaba mucho pues temía cometer algún error o mostrar demasiado de su misma, de sus anhelos, de sus temores, pero escuchaba y se enteraba de lo sucedido en Dorset y de las pequeñas aventuras de sus pobladores. También era su oportunidad de estar en contacto con gente de su edad. No tenía muchas amigas cercanas, las personas con quienes tenía más vínculo eran sus primas , pero las veía una vez al año cuando viajaban con su madre a visitarlas, e incluso con ellas era reservada. Nadie sabía del verdadero carácter de su padre, la gente, incluso la familia materna, lo tenía por alguien serio y estricto, pero desconocían como su violencia se desataba con su propia familia. Nadie lo sabía. Lo que sucedía en el interior de cada casa era un secreto.
Adelaine levantó la mirada del bordado y observó a quienes la rodeaban, charlaban y sonreían, se preguntó si también en sus casas la vida era difícil, probablemente sí, después de todo eran mujeres y ninguna lo tenía fácil. Sin embargo allí se veían felices y relajadas, hubiera querido ser así.
También hubiera deseado poder estudiar, como su hermano que estudiaba en Londres, pero no era posible, de hecho era un privilegio que supiera leer y escribir ya que su madre se había empeñado en enseñarle. Era inteligente y disfrutaba de la lectura, pero los libros le estaban vedados salvo que fueran sobre religión o sobre reglas de comportamiento femenino, su padre temía que la lectura le llenara la cabeza de ideas inapropiadas, casi que la hubiera preferido analfabeta. Sin embargo, Adeline a veces conseguía libros prestados, o cuando iban a hacer compras a las tiendas de Dorset, se escabullía para ir a la librería. Su madre lo sabía, pero fingía que no y la dejaba ir.
Tenía curiosidad por muchos temas, y hubiera deseado tener a quién preguntar o comentarle sus ideas, pero sabía que debía ser reservada, no curiosa.
Era injusto que su hermano gozara de privilegios que ella no tenía y que lo que en él era elogiable, en ella fuera reprendido, pero ser mujer implicaba no tener los mismos derechos. La educaban para ser una buena esposa que supiera bordar, cocinar, cumplir con los protocolos propios de su género y ser obediente, pero cuando su mente divagaba, como ahora que daba puntada tras puntada, deseaba más. Sin embargo, sabía muy bien que cualquier paso en falso la llevaría al desastre de la condena social.
Siguió bordando intentando que cada puntada la liberara de los pensamientos tristes y , de a poco, su bordado fue tomando forma.
-Qué hermoso bordado, se parecen a mis rosas- dijo alguien junto a ella sobresaltándola. Y al levantar la vista se encontró con la señora Lawrence mirándola. Adeline se sonrojó porque en efecto, eran sus rosas las que había bordado, la señora sonrió y luego saludó a las demás- lamento llegar tarde.
-¿Tu hijo viajaba hoy, no es así? – preguntó una de ellas y la señora Lawrence asintió.
-Sí, tenía que ir a atender algunas cuestiones sobre nuestras tierras en Hampshire- respondió la señora Lawrence.
-Debes sentirte aliviada de poder contar con él- comentó la señora Wellington.
-Sí, estoy orgullosa y agradecida con Joseph. Desde la muerte de su padre se hizo cargo de todo, y lo ha hecho maravillosamente bien – dijo orgullosa.
-Fue muy duro, ¿han pasado cuatro años ya?
-Seis- respondió y había dolor en su voz- Fue duro, era un gran hombre y el mejor esposo y padre que alguien podría desear, de hecho él plantó esas rosas para mí – dijo y volvió a mirar a Addie. La joven hizo un breve gesto, luego miró a su madre que bordaba en silencio. Por lo visto, la señora Lawrence había tenido un esposo que la amaba y sabía demostrar ese amor, su madre no había tenido la misma suerte, pocas mujeres la tenían. De hecho tras las palabras de la señora Lawrence había habido un silencio extraño. La joven no pudo evitar pensar cuán diferente hubiera sido todo si su madre hubiera encontrado un hombre que la hubiera valorado, y también se preguntó qué sería de ella en el futuro, ¿de qué lado caería la moneda del destino matrimonial?
La charla entre las mujeres cambió de rumbo y Adeline volvió a concentrarse en sus puntadas sobre el pañuelo hasta que las rosas casi cobraron vida bajo sus hábiles manos. Cuando su bordado estuvo terminado recibió muchos elogios, y pudo percibir el orgullo en la mirada de su madre, eso la hizo sonreír. No había mucho que pudiera hacer por ella, pero si seguía las reglas, si era una buena chica, si su padre estaba conforme con ella, podía darle algo de alegría a su madre y ella no pedía más. Se había acostumbrado a no pedir más.
-En verdad son hermosas- la felicitó nuevamente la señora Lawrence y en un gesto casi impensado, Addie le regaló el pañuelo.
-¿De verdad, quieres dármelo? – preguntó asombrada la mujer.
-Sí, para que le traiga buenos recuerdos- dijo ella pensando en la historia que había contado de su esposo fallecido.
-Gracias, querida, gracias- expresó la mujer agradecida y emocionada.
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¿Adivinaron?
Esta es una precuela, a quiénes estamos conociendo, ya los conocemos pero muchos años después y en otros roles.
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Florecer sin miedo - Saga Dorsetshire 0
Romance¿Volvemos a Dorset? La joven Adeline Blythe vive bajo la rigurosa crianza de un padre violento que cree que una mujer debe ser obediente y silenciosa, para alguien inteligente y con un rico mundo interior esa vida es insuficiente, pero debe toler...