Capítulo 31

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Bueno, ya nos vamos acercando al final, creo que un par de capítulos más y algún epílogo. Abrazo

PD: perdón si hay errores he estado escribiendo en horas muy tardías

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Cuando Joseph llegó, el padre de Addie lo hizo pasar inmediatamente a su escritorio. Era obvio que el matrimonio de su hija se trataba de un asunto de negocios.

-Ya hay rumores en Dorset, y que mi hija se haya quedado tantos días en su casa no ha hecho ningún bien a su reputación. Supongo que no habrá otra opción más que se casen- dijo el hombre. Joseph no lo iba a dejar ir tan fácilmente.

-Supongo que lo que quiere decir es que en verdad ha comprobado que lo que le dije sobre Duddley es verdad. Y también sabe que no soy un mal partido – dijo y Blythe se removió inquieto en su asiento y le dedicó una mirada de completo odio. Joseph no era fácil de intimidar pero no pudo evitar pensar en lo que aquellas miradas habían herido a Adeline- Entonces, contamos con su aprobación para casarnos, ¿podemos hacer público el anuncio?

-Pueden casarse en tres meses, al menos así no habrá tantos rumores sobre una boda apresurada – insistió Blythe. Necesitaba imponerse estaba acostumbrado a hacerlo.

-Nos casaremos en un mes, no tiene que preocuparse por una boda apresurada ni rumores. Pero si le preocupan, diremos que la prisa es porque debo atender asuntos de trabajo en Londres y prefiero casarme antes para poder llevar a Adeline conmigo- Joseph pensó que al menos la parte de llevarse a Adeline lejos y a conocer Londres no era mentira.

-Organizar una boda lleva tiempo.

-Mi madre y yo nos ocuparemos de todo, incluyendo los gastos.

-Tienen que volver mañana mismo a la casa.

-Entiendo- dijo Joseph y quiso resistirse a aquella condición, pero sabía que no era posible-Mañana volverán ya que mi madre se siente mejor, y aprovecharemos a que ella acuerde formalmente la boda como corresponde – Creo que ya no hay nada más que discutir. Nos veremos mañana- dijo y se puso de pie.

Charles Blythe no dijo nada, ni siquiera lo despidió ni lo acompañó hasta la puerta, Joseph no había esperado otra cosa, ni le importaba. Tenía lo que querría, aunque reticente, el padre de Adeline había dado su consentimiento a la boda.

Cuando Joseph volvió a su casa, Addie estaba esperándolo en la entrada, se la veía nerviosa. Bajó deprisa del carruaje.

-¿Cómo fue todo? – preguntó apenas lo vio.

-Entremos, estás helada- dijo tomándole la mano- Todo salió bien.

Una vez adentro les contó lo que necesitaba saber, que su padre había aceptado la boda y que debían regresar a su casa al día siguiente. Addie solo asintió, pero él pudo ver su preocupación. La tres mujeres estaban sentadas en el sillón mientras él les contaba, y la señora Lawrence, sentada entre madre e hija, les apretó la mano para trasmitirles fuerza. El mensaje era claro, ya no estaban solas.

-También aprovecharemos para que madre visite formalmente, y ya luego podremos anunciar el compromiso y la boda- finalizó, quería tranquilizarla pero sabía lo que le había costado a Adeline salir de allí, y no le resultaba grato a ninguno que ella regresara. Pero era un pequeño sacrificio, ya luego, no la dejaría ir nunca más. También ella lo entendía así.

A la noche luego de cenar , salieron un rato al jardín, había una leve capa blanca de nieve, Joseph se aseguró que ella estuviera bien abrigada.

-Solo será un corto tiempo, y prometo que no estarán solas- dijo

-Lo sé, Joseph. Solo será un mes- respondió y le sonó muy extraño. En un mes sería su esposa.

-Lo siento- dijo él como si adivinara sus pensamientos

-¿A qué te refieres?

-Sé que un mes es poco tiempo, lamento que tengamos que saltarnos la parte del cortejo y el noviazgo. Siento que no te he dado el tiempo necesario.

-Hemos ido un poco apresurados, ¿verdad?- preguntó ella con una sonrisa leve.Él se acercó y la abrazó.

-Tendremos la etapa de noviazgo luego de casarnos, lo prometo. Además no tendremos que ocultarnos. Siento que un mes es demasiado tiempo – dijo finalmente y eso la hizo reír.

-¡Joseph Lawrence!

-Seremos felices, Adeline, no temas- le susurró.

-Confío en ti – respondió y era verdad

Al día siguiente, marcharse de allí fue difícil, desayunaron juntos , y luego ellas se prepararon para partir. Nilo se puso a aullar y Adeline sintió que se le rompería el corazón, se había acostumbrado a tenerlo cerca todo el tiempo, echado a sus pies mientras ella leía, o acurrucado cerca cuando conversaban con Joseph. Extrañaría tener al perrito negro siempre a mano para una caricia.

Joseph le palmeó la cabeza para calmarlo.

-Volverá con nosotros muy pronto- le dijo como si el animal lo entendiera. Y quizás fue así, porque se calmó

Los cuatro subieron al carruaje y fueron hacia la casa Blythe. Adeline había dicho que irían solas, pero tanto Joseph como su padre habían insistido en que no, y, sinceramente, se sentía aliviada. Permanecieron en silencio durante el viaje, cada uno ensimismado en sus pensamientos, A llegar entraron juntos, lo que sorprendió visiblemente al señor Blythe.

Fue la madre de Joseph quien tomó la palabra.

-Vine personalmente a agradecer que su familia me acompañara estos días en que no me sentía bien.Son dos mujeres increíblemente caritativas y amables, también quería aprovechar para hablar sobre la boda de nuestros hijos- dijo y aunque todos sabían que aquello no era lo que había sucedido, dejaron que fuera la versión de lo sucedido. Era una forma de llegar a una tregua, de que el padre de Adeline no sacara a relucir su resentimiento por haber perdido frente a la rebelión de su hija. No tuvo más opción que seguir el juego.

También Celine Blythe hizo su parte, preparó y sirvió el té, como si aquella reunión fuera una visita habitual.

Addie permaneció callada y tensa mientras se acordaba su compromiso. Ahora solo quedaba esperar que pasara ese mes.

-Ya está convenido, lo podremos anunciar desde mañana- dijo su padre como una manera determinar con aquella visita.

-Solo queda algo más- dijo Joseph mirándola. Entonces avanzó hasta ella, se arrodilló a su lado y sacó un anillo- ¿Adeline, te casarías conmigo? – preguntó y ella sintió un nudo en la garganta y que el corazón iba a explotarle de amor, incluso cuando ya todo estaba decidido, en aquel lugar, él le daba la posibilidad de elegir. Y también le regalaba ese momento, un recuerdo que borraría muchos otros menos alegres.

-Sí- respondió brevemente y emocionada. Entonces él le puso el anillo como muestra de su promesa, tenía una piedra intensamente roja en el centro, y pequeñas piedras verdes alrededor que le recordaban el color de sus ojos. Semejaba una pequeña rosa fulgurante en su dedo. Le sonrió con los labios y con los ojos, ya no necesitaba ser valiente porque iba a ser feliz.

Florecer sin miedo -  Saga Dorsetshire 0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora