Capítulo 12

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Les dejo un capítulo más.
Es mi cumpleaños, bueno ya casi termina y quería empezar "el nuevo año" haciendo lo que más amo. Espero les guste. Gracias por la paciencia.

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-Me alegro – dijo él. La miró un segundo con intensidad, luego cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el árbol.

Después de unos minutos, Addie giró la cabeza para observarlo, pensó que Joseph Lawrence era como una historia de la que quería saber más. Y también pensó que eso era peligroso. Se había acostumbrado demasiado a no querer nada porque sabía que no le estaba permitido.

Mientras tenía ese pensamiento , su mirada se enfocó en el libro que había sobre la hierba, junto a Joseph.

-¿Estaba leyendo? – preguntó antes de darse cuenta y él abrió los ojos.

-Sí, lo terminé hoy. Es sobre mitología griega – dijo y le alcanzó el libro –Le gustaría leerlo? – le preguntó y Adeline sintió que no había ocultado a tiempo su entusiasmo.

-Yo no...

-Creo que le gustaría, si le gustó la historia sobre el huerto de los duraznos, creo que también le gustarían estas historias.Ya lo leí, así que puede llevarlo si quiere – ofreció.

Estaba tan tentada de aceptar, pero negó con la cabeza y se lo devolvió.

-Puede tomarse su tiempo, y devolverlo cuando lo termine.

-No puedo...-empezó a decir y calló. Joseph sabía que no había imaginado el chispazo de en la mirada de la joven, eso que veía a veces en ella. Como cuando miraba las rosas, lo ayudaba, salvaba a Nilo o ahora. Pensó en todo lo que podría estar frenándola.

-Puede dejarlo aquí mismo cuando termine, así no se sentiría incomoda con tener que devolvérmelo.

-¿Aquí?

-Sí, nadie va a robarse un libro de este lugar, y suelo venir muy seguido. Solo evite dejarlo un día de lluvia y estará bien – dijo él sonriendo y volvió a extendérselo.

Joseph Lawrence le ofrecía historias que le permitirían escapar de la realidad , le ofrecía leer algo que él leía, como a un igual.

Sabía que era incorrecto, si su padre se enteraba que aceptaba un libro de un hombre que era casi un desconocido, si encontraba en sus manos un libro que hablaba de dioses, la acusaría de blasfema , entre otras cosas. No debía tomarlo, no debía aceptar, pero lo hizo. Y aferró el libro con fuerza contra su pecho. Como si aquella pequeña transgresión fuera una señal, Addie se despidió.

-Agradezco su compañía, también en nombre de Nilo – se despidió Joseph y ella asintió tímidamente, luego le dio unas palmaditas de despedida al animalito y emprendió el regreso.

Cuando se acercó a su casa, escondió el libro entre sus ropas y respiró profundamente. Por suerte su padre no había notado su ausencia y pudo ir a su habitación , estaba ansiosa por hojear el libro. Sin embargo, mucho más tarde, mientras se iba adentrando en historias de dioses y héroes, en su mente se colaba constantemente el recuerdo de un hombre de ojos verdes y un perrito negro.

Los días fueron pasando, y cuando su padre les avisó que asistirían al cumpleaños del señor Devereaux, se sintió casi aliviada. Le temía a los bailes porque debía extremar el cuidado en su forma de comportarse y porque llegaría un día en que su padre le encontraría alguien con quien casarla, y en cada baile que iban imaginaba que le presentaría a su candidato a esposo. En cambio, un cumpleaños implicaba más bien cumplir con un compromiso social, más si era de alguien tan relevante como el señor Devereaux.

Florecer sin miedo -  Saga Dorsetshire 0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora