Ann
Íba entrando a la clase de Español; la maestra era un dolor en el culo, pero enseñába bién y no podía quejárme.
Sentía su aroma desde el estaciónamiento y era frustrante, no podía dejár de pensar en ese desgraciado por más que intentara.
Suponía que era por la conexión, por que, ¡vamos!... no podía pretender que esa ecencia no me enloquesía. A demás, ¿quién en su sano juicio gustaba de alguien de un momento a otro?, por que yo no.Tampoco era como si el no hablarle y saber que era un brúto me afectara, de hecho, ni lo había pensado, ¿sabes?.
Entré al salón con Alessa, una compañera de curso.
Fué ahí cuándo súpe que el sabía que yo también sab...
El chiste es que el me miró a los ojos, demónios si no sentí nervios. El ya sentía la conexión, me atrévo a afirmar que ya sentía mi presencia y ecencia desde el corredor, ¿quién no sentiría el olor de un buén perfúme de Victoria Secret?.Dejé mis indagaciónes en el momento en el que él levantó una ceja... ¿Estába nervioso?, ¿tán desepciónado cómo yo?, ¿siquiera sentía algo?, ¿por qué me hacía tantas pregustas?.
Diós, ésto se siénte ridiculo.
Lo único que hice fué pasar de el, o ese era mí plan. ¿Cuándo se llenó el salón?. No lo sabía. Pero lo que sabía era que el universo quería acabar conmigo.
El único lugar libre era al lado de Niccolo.
Estába parada bolteando a todos lados, rogando por que mágicamente apareciera otro aciénto.-Señorita Brooklyn, ¿no va a tomar asiénto?- y ahí estába la odiósa voz de la profesora Chase. Toda la clase miraba, una palabra. Incómodo.
-Tal vez...
Pero oye, no es mi culpa, ¡Solo quería encontrar otro lugar!.-¿O prefiére que la mande a la dirección?.
- ehhh. Pues, verá..- diós, esto era vergonzóso.
- Siéntese.. ahora.
-Si, ya me siénto.Parecía cómo si el león acechara a sú presa, y yo no era presisamente el león.
Sentía su mirada perforando mi perfí. Quería ponerme una bolsa en la cara o gritarle que dejara de mirarme. Pero tu y yo sabemos que ni en mi peór pesadilla lo haría.
No era que le tubiéra miedo a Sorrentino, digo... sus ojos opacos no me resultaban intimidantes, su piél palida no le daba un aspecto espelusnante y su gran altura de aproximádamente 1.90 no daba miedo... almenos no tanto.
-Ueles bién Brooklyn, ¿Nuéva loción?- su sarcasmo se notaba a kilometros, era de esas indirectas que eran más directas que nada.
-En realidad se le dice perfúme, pero no esperaba que lo supiéras, la verdad.
-Oh, ya veo. Solo quería ver que "perfúme"-remarcó la palabra- usa mi alma gemela, es muy agradable, ¿sabes?.
Vaya... que dirécto, ¿no?.
-No se te ocurra mensionarlo- le refute- ¿Qué dirá la gente?.
-Si. Núnca había estádo tan desepciónado- gruñó.
-Diós, y cómo me interésa tánto-
Los dos ya estábamos enfadados y eso no era buéno.-Debería, linda.
Se levantó y se fué. Mierda, ¿a qué hora terminó la cláse?.
Perfécto, no hice nada.
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Tú, ¿Mi mate? [Reescribiendo]
WerewolfAnn Brooklyn tiene 17 años. Es popular, guapa, es de una familia adinerada, pero... tiene un riva. Ella es un hombre lobo junto con su familia. Lo que más anela es ser la mejór alpha que su manada pueda tener. -Odio lo que el causa en mí. Odio tener...