Divididos

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Salí de la clase hechando humo.
Lo odiaba. A pesar de la atracción tán inténsa que había de parte de los dos por el lazo de nueatros lobos, no lo soportaba.

Eramos como el agua y el aceite, como el ying y el yang, como el negro y el blanco, como Mufasa y Scar, como Zeus y Hades. Eramos totalmente distintos.

Llegué a la cafetería y fuí a sentarme a la mesa donde estaba mi manada; eramos 12 los que estúdiabamos en preparatória, ocho chicos y cuatro chicas, y claro, todos los mejóres estudiantes.

En la otra punta de la cafetería estába la manada de Sorrentino. Era gracióso, por que, eran ocho chicos y cuatro chicas; todos un desastre. Con sús chaquetas de piel y sus ropas obscuras. Yo no tenía nada en contra de ellos, ni yo, ni mi manada. Pero ellos si tenían algo contra nuéstra.

Toda el instituto tenía sus típico
grupitos: los llamádos "nerds", los emos, los darketos, los rockeros, los populares decerebrados; y finalmente los polulares bién resibidos, esos eramos mi manada y yo. Claro que no podían faltar los abusónes y "rudos"; ese grupo estába conformado por la manada de Niccolo- el cómo lider-.

- Anne, ¿Vámos por el almuerzo?- Hope era mí mejór amiga.

La había conocído a mis 13 año, en una competencia de carreras; ella y sú familia pidiéron asilo en la manada y prónto se hiciéron de el cariño de todos, núnca supímos el por que de su traslado hacía nuestra manada.

-No quiéro nada- gruñí.
-Bién- calló- ¿Quién lo hizo?- dijo.
-Nadié hizo mada, Hope- no quería ni siquiéra pensar sobre el téma.
-¿Nada?, ¿entónces por qué te veo con esa cara?.
-Estóy segúra que es la única cara que tengo y si no quiéres que golpee la única cara que tú tiénes, dejarás de preguntar.

Ella era la única que podía soportar mi mal genío, por que, bueno, ella era iguál.

Me miró y y rió- estába esperándo a que me lo dijéras tu, pero sospecho que no lo harás.

-¿Decirte qué exáctamente, Hope?.- pregúnte irritada.
-Que ya has encontrado a tu mate, mi alfa- me quedé en shok que ya no presté atención a eso último- de verdád esperába que me lo contarás, soy tú mejór amíga Cornamenta.

Cornamenta...

Nos apodámos así a los 14 en honór a nuéstros personajes favorítos de Harry Potter. Ella era Canuta  y yo Cornamenta.

-Yo...- guarde silencio- Lo siénto Canuta.

Me miró y sólo se quedó callada. Entre ella y yo no había secretos, eramos muy parecidas a James Potter y Sirius Black: núnca nos traiciónabamos, sabíamos todo de cada una, nuéstra amistas se basaba de brómas, pero... Eramos cómo hermanas.

-Me da vergüenza..- murmuré.
-¿Vergüenza?- me miró pensatíva- también me avergonzaría si llegára el idiota que puéda atraparme- me dijo con una sonrisa y una mirada divertída.

Nádie conocía ese lado nuéstro.
Nádie sabía que eramos las chicas que se colában de noche para preparar las brómas que caían a los profesores y que grácias a nosotras a veces culpaban a la bandita de Sorrentino.

-Estúpida- la empujé riéndo- anda, vamos a tragar.

Íbamos hacia las cocinéras para mirár que habían preparado, platicábamos de tonterías, has

Tú, ¿Mi mate? [Reescribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora