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- Creí que lo habías pensando desde un inicio, Sur. - decía el dictador, de cuclillas para mimar el cabello marrón de su hijo - No entiendo el porqué pensaste que me podrías engañar durante más tiempo.

El clima le era un poco favorable, ya que hacía calor siendo de noche, tal vez una ventaja de estar encerrado a las orillas del mar en una playa que jamás conoce el frío.

Sur estaba en una celda, apartado del exterior y su familia. Fue suertudo, el único en la celda era él.

- ¿Qué te causó más dolor, hijo? - preguntó el dictador - ¿El final de sus visitas o la muerte de tu perro?

Hubo un silencio no muy largo, pero si profundo, tanto que se oían las temblorosas respiraciones del hijo menor.

- Morenazo... - respondió en un dolido susurró - Mi perro.

Otro silencio.

- ¿Quién me lo mató? - preguntó con la mirada perdida y voz baja.

- ¿Tú quién crees que fue?

- Él no pudo haber sido, se llevó muy bien con Morenazo. - dijo, logrando sentarse en la celda sobre el frío piso de piedras.

- ¡No! Él no fue, tal vez hizo algo horrible pero no tanto como para asesinar a tu perro. - respondió, sentandose igualmente sobre el piso delante de los barrotes que lo separaban de su hijo - ¿Te acuerdas del cabrón que quizo escaparse hace un mes? Pues él lo hizo, quién sabe cómo tuvo un arma.
Intentó escapar, el perro lo vió y pues, por intentar detenerlo lo mató.

Hubo otro silencio. Un silencio en el cual Sur pensaba la situación y como procesaba la traición de ese "indio".
El dictador solo esperaba una respuesta que alagara su pensar.

- Te dije que no son de fiar.

- Ese indio es un buen amigo mío, ¿en serio fue él? - susurró - Ellos comían juntos.

- Pues fue buena su estrategia de huida. El perro ladra a quien sea que cruze el terreno. Eso a nuestro "amigo" no le convenía.

- Confíe en él.

- Ay Sur. Tanto has pasado y parece que no aprendes nada. - dijo el dictador en un suspiro - En este mundo no tienes que confiar en nadie. - decía con la misma mirada perdida - Espero ésta sea la última vez en la que confías ciegamente en alguien.

- No se si hablas del perro o de él. - susurró - ¿A ti te han traicionado?

- Si.

- Ah, es verdad, tu hermano...

- No, el no fue. - respondió, interrumpiendo a su hijo - Fue un humano, que era un buen amigo.

 Los Hijos Del PorfiriatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora