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Luego de ese mensaje me arrepentí totalmente de haber aceptado, pero ya era tarde. Enid ya estaba en la puerta y toco suave y de manera silenciosa para que yo le abriera.
Me levanté de la cama y giré la perilla con mucho silencio.
-Hola- susurró con una sonrisa la rubia mientras caminaba hacia el interior de mi habitación
-Hola- cerré la puerta -¿de que querías hablar y que no puede esperar para mañana?-
-Yo..- puso sus manitas atrás e hizo un gesto tímido para luego dar un paso hacia adelante donde yo estaba
-¿Tú?- me crucé de brazos mientras sentía su mirada pegada en mis ojos cansados
-Es que...- se detuvo haciendo un chasquido con la lengua en tono molesto luego de que su teléfono sonara
Yo baje un poco mi mirada para ver que era lo que hacía.
-Lo lamento es mi madre- respondió
-¿Es un poco tarde para una charla de madre e hija, ¿no crees?-
-Es por la diferencia horaria. Tal vez donde esté ahora son las 7 u 8 de la mañana- guardo su teléfono, pero este sonó
Yo solté un suspiro largo y ella se dirigió a la terraza de mi habitación para contestar.
No quería ser entrometida, así que preferí no escuchar, a pesar de que tenía la opción de hacerlo, gracias al oído súper desarrollado.
Me quedé más de cinco minutos esperando. Me senté en al cama y empecé a jugar con mis piecitos para no aburrirme, pero nada.
Ella no volvía.
Así que... tal vez si usé mi oído esta vez.
Al tratar de escuchar, solo pude oír sollozos y lágrimas cayendo.
Me levanté de la cama, para acercarme a ver que pasaba y la encontré llorando.
Quería hablar, pero entonces unos aullidos de lobo se escucharon.