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—Pasó algo extraño en la tienda— le comenté a Elián mientras él conducía rumbo a no sé dónde porque él no quiere decirme—. ¿Dejaste a mi nombre un pedido?

—Claro que no. Lo hice a mi nombre y te di el número de pedido.

—Esa es la cosa, en ese número estaban registrados dos nombres, el tuyo y el mío— lo vi fruncir el ceño—. Yo nunca había visitado esa tienda antes, por eso me parece extraño.

—Pues yo quería el traje. ¿Qué trae el otro pedido?

—Un vestido rojo, muy bonito. Hasta combina con el traje. Por eso lo tomé, creí que tal vez lo habías ordenado y lo habías olvidado.

—No me sorprendería la verdad. Después lo veremos.

—Está bien. ¿Puedes decirme de una vez a dónde vamos antes de que tenga que llamar a la policía o saltar del auto?

Su mensaje había sido sin especificaciones y al momento de subirme a este vehículo tampoco obtuve un poco de información. Elián llega a ser muy raro cuando se lo propone. En un principio creí que conduciría al circo porque quería solamente ver los vestuarios pero es lo último a lo que le ha puesto atención. En cambio, solo sigue las indicaciones del GPS.

—Bueno. Resulta que... me olvidé de recoger unos reflectores y son algo pesados. Quiero que me ayudes a subirlos a mi auto y luego transportarlos al circo.

—¿Es una broma?— entrecerré los ojos— Primero los vestuarios y ahora esto. Son tus responsabilidades, no tienes que arrastrarme contigo— solté un resoplido—. ¿Cómo es que te olvidas de esas cosas?

—Estoy muy ocupado.

—¿Haciendo qué?

—Durmiendo.

Cerré los puños y respiré hondo. No, él no está bromeando, realmente le creo cuando dice eso. Se supone que dirige un circo y es lo último en lo que piensa.

Cuando llegamos al lugar, bajamos del auto y preparamos la parte trasera de la camioneta para subir los malditos reflectores, los cuales efectivamente sí eran muy pesados y gigantes. Incluso nos obligamos a parar a medio camino porque era imposible llevarlos con facilidad. El encargado le exigió dinero extra por los dos meses de retraso y fue divertido ver la pequeña pelea que tuvo el pelirrojo con él. Mientras el hombre alegaba que ocupaban espacio en su depósito, Elián le replicaba que era un estúpido. Al final terminó pagando también por los insultos.

—Pelado idiota— masculló cerrando la puerta del auto con brutalidad—. Ni que hubiese pasado tanto tiempo.

—Bueno, ya lo hicimos. ¿Puedes llevarme a mi casa?

—No. También olvidé recoger un set de maquillaje.

Así es señores, todo mi día se basó en ir tienda por tienda a recoger material que Elián olvidó buscar durante estos meses. Instrumentos, decoraciones, equipos. Y yo estaba segura de que eran viajes que él podía hacer solito, pero sin embargo, por alguna razón, quería fastidiarme obligándome a acompañarlo.

Él suspiró y me miró.

—Para compensarte, te invitaré una cerveza.

—No me gusta la cerveza. Mejor un cafecito.

—No iré a una maldita cafetería.

Al cabo de unos minutos, estábamos sentados en una cafetería.

—¿Puedes cambiar tu cara de ogro?— le dije mientras lo veía revolver su café con un gesto disgustado— No es para tanto. Además, el otro día me dijiste que no podían verte tomando alcohol— tomé un sorbo de café—. Por algo debe ser.

Magic (+18 ) I COMPLETA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora