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La mañana del día de hoy estaba un poco agitada dadas varias circunstancias. Una de ellas era lo que había sucedido anoche en el gimnasio. Hoy le escribí a Roger para comentarle lo que pasó y de esa forma confirmar que realmente no se trataba de él la sombra que vi. Alguien había entrado por una ventana que él accidentalmente dejó abierta y no sabíamos quién podía ser. Me dijo que iba a tener más cuidado y que consideraría poner un sistema de seguridad. No se había molestado en hacerlo dado que no se escucha mucho sobre robos en gimnasios.

¿Pero eso realmente fue un intento de robo?

Esa estrella oscura... ¿se cayó en el suelo de casualidad? La conservé y la guardé en un alhajero, solo por las dudas.

Por otro lado, Elián también se encontraba algo alterado. Olimpa estaba harta de que él no mostrara compromiso alguno con su trabajo. Le restregaba en la cara a cada rato que era un vago, que debía ser más activo con respecto a sus responsabilidades y, principalmente, que recordara que eran un equipo. Pero él solo resoplaba. Le restaba importancia como si se tratara de un maldito adolescente caprichoso.

—No la culpo— dije, sentada en su escritorio mientras él escribía algo en su cuaderno—. No puede hacer todo sola.

—Ya lo sé, joder. Pero ahora quiere que me siente a organizar una maldita rueda de prensa.

—Pero es bueno para promocionar el show, ¿o no?

—Claro que sí, el problema es que conozco a ese tipo de personas y el tipo de preguntas que les gusta hacer. A ellos no les importa saber cuán emocionados estamos con el circo y cómo nos estamos preparando.

—¿Entonces?— fruncí el ceño.

Se levantó y apoyó las manos sobre el respaldo de la silla con un suspiro.

—Van a hacer comparaciones. Preguntarán por el circo de Joanna, mi antigua jefa. Me preguntarán por mi familia y todo lo que ha sucedido con ella. Y a ustedes les dirán cosas como qué se siente trabajar para mi. Y te prometo que no lo digo por presumido. He estado en este mundo por años, lo conozco.

—Pues intentaremos evadir esas preguntas. Haremos entender a estas personas que se viene algo grande y que ahora los únicos protagonistas somos todos nosotros y nadie más.

—Supongo que haremos lo posible. Mañana haré las llamadas— con una mano en su cabello, se dirigió a la caja que contenía los vestuarios que recogí de la tienda—. Olvidé ver estas cosas.

Primero se centró en el traje. Lo miró de arriba a abajo para cerciorarse de que las nuevas costuras estuvieran bien hechas. Y luego...

Se quitó su camiseta.

Ahí mismo se lo iba a probar. No le importó que yo tuviera la mirada clavada en él. Se quitó la camiseta por encima de su cabeza, resaltando cada uno de sus músculos y luego me la arrojó a la cara. Lo miré, furiosa, pero él siguió con lo suyo mientras que yo sostenía el trozo de tela negra en mis manos. Se puso lo que era la parte de arriba del vestuario, es decir, la camisa negra. Luego se colocó encima el chaleco rojo brillante. Ambas prendas se ceñían a él como anillo al dedo. Se veía ridículamente atractivo y ni siquiera hacía el esfuerzo de estarlo.

Se miró al espejo, aburrido.

—¿Por qué le hiciste arreglos?—le pregunté.

—Era ropa de mi hermano. Insistió en que lo usara— resopló—. Me veo ridículo.

No voy a decirle lo que realmente opino yo sobre cómo se ve.

Pero si lo voy a decir en mis pensamientos.

Magic (+18 ) I COMPLETA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora