Lan SiZhui, aislado en Qinghe Nie y encargado de sacar adelante a esa secta, que gracias a los malos manejos de Nie Huaisang era un caos, suponía que su padre aún estaba en WeiLan.
Lo que más deseaba era reunirse con él: su amigo lo trataba bien, encantado del rumbo que estaba tomando su residencia a manos del inteligente y capaz muchacho, pero se había desentendido por completo de todo. La mayoría de los principales cultivadores, antes fieles a Nie Huaisang, seguían a Lan SiZhui, ahora el segundo al mando, como a su auténtico líder.
Un día, le avisaron que un importante grupo de personas estaba ante las puertas de Qinghe Nie, pidiendo asilo. Su alma se fue al suelo cuando vio que eran todos los integrantes de WeiLan: familias con niños pequeños, los estudiantes, y por último, su grupo de cultivadores, que los venían escoltando para protegerlos. Pero su padre y Wei Wuxian no estaban entre ellos.
-¡¿Qué pasó?! -le preguntó al acongojado Yin Pei, que sólo atinaba a abrazarlo y derramar lágrimas sobre él-. ¿Dónde está mi padre...? ¡Habla, por favor!
-¡No lo sé! Él se fue con Wei Ying... y nos hizo salir a todos... WeiLan quedó abandonada...
-¡¿Cómo que abandonada?! -El chico se horrorizó-. ¡¿Cómo fueron capaces de irse y dejar la residencia sin protección?!
-Fue una orden directa de tu padre. Dijo que la secta Jin venía a tomar WeiLan, y que debíamos abandonarla. Wei Ying estaba herido, y él se lo iba a llevar de allí, pero tampoco nos dijo a dónde -le respondió uno de los cultivadores, que no pudo mirarlo a los ojos, avergonzado, aunque había huido de la batalla porque su líder se lo había ordenado.
-¡Pues yo no voy a dejar que Jin GuangYao se meta en WeiLan! ¡Ustedes! -se dirigió a los cultivadores de la secta Nie-, ¡¿quién está dispuesto a seguirme?!
Una buena parte de ellos, con sus típicos sables anchos al costado, dieron un paso al frente. Después de hacerles una inclinación de cabeza en señal de gratitud, Lan SiZhui, con un ademán furioso, llamó a sus propios cultivadores. Juntos, los dos grupos, con el valeroso chico a la cabeza, partieron rumbo a WeiLan.
-¡Espérame, yo también quiero ir! -le gritó Wen Ning desde el suelo. Pero en el grupo, que se había ido volando sobre sus espadas, nadie lo escuchó.
-Es mejor que te quedes aquí -le dijo Yin Pei, impresionado por el poder que tenía Lan SiZhui, casi comparable con el de su padre-. Comprometerás más a WeiLan si te ven con ellos.
-¡No me importa! Yo debo proteger a A Yuan -El General Fantasma echó a correr. Iba a llegar a WeiLan bastante más tarde que el chico, pero iba a llegar como fuera.
«¿Quién es A Yuan?», pensó Yin Pei, confundido.
***
La mente de SiZhui era un caos mientras volaba rumbo a WeiLan, sin saber qué se iba a encontrar allí: esperaba llegar primero que los Jin, aunque conociendo la reputación de saqueadores y amigos de apropiarse de tierras ajenas de esa secta, pensaba que tal vez iba a tener que abrirse camino luchando, para recuperar la residencia. Sobrevoló a algunos integrantes de sectas menores, mercenarios que se acercaban a ver qué podían conseguir; pero no vió a los Jin.
Cuando estaba ya casi sobre su tierra, pudo distinguirlos: Jin GuangYao, al frente de un enorme grupo de cultivadores, venía por tierra en una comitiva lujosa y casi triunfante, como si vinieran a ocupar lo que ya era de ellos. A su lado, y con otra gran cantidad de cultivadores, venía el líder de Jummeng Jiang.
-¡Debemos apurarnos! -le gritó a sus compañeros. Los enemigos los superaban diez a uno, sin contar con las sectas menores, que aún estaban lejos.
-¡Maldito Jiang Cheng! -exclamó un cultivador, a su lado. El poder de la secta Jiang era inmenso, y la fama de sanguinario de su líder, también. La lucha iba a ser desigual, pero todos estaban dispuestos a morir con honor.
Sin ser vistos por la comitiva de las dos sectas mayores, los comandados por el segundo al mando de WeiLan lograron llegar al lugar, que por suerte, aún estaba como sus habitantes lo habían dejado: las noticias del descrédito de Lan WangJi no habían llegado tan lejos, y los ladrones no sabían que la secta había sido abandonada.
-¡Apuntalen la entrada principal con todo lo que puedan! ¡Los mejores arqueros, que se suban a la muralla! ¡No dejen que nadie entre por encima! -Lan SiZhui daba órdenes para evitar una confrontación cara a cara, y que los Jin y los Jiang no pudieran atravesar las puertas de WeiLan. Necesitaba ganar tiempo, y crear bajas entre sus enemigos antes de que pudieran entrar. Sabía que una invasión era inevitable, pero pensaba resistir el mayor tiempo posible.
La batalla duró horas: WeiLan resistió con furia bajo las órdenes de SiZhui, que no bajó los brazos aún viendo muertos y heridos a su alrededor. Él mismo tenía sangre en su túnica: una flecha lo había alcanzado en un brazo, y cuando sintió el dolor lacerante, se la arrancó con furia y siguió luchando sin hacerle caso. Unos pocos de sus cultivadores quedaban aún en pie, y las puertas de la residencia casi cedían bajo los golpes de los de afuera que, triunfantes, gritaban mientras arremetían contra ellas con un enorme ariete. Al límite de sus fuerzas, los de WeiLan y los de Nie, parados detrás de las puertas que resonaban, a punto de arrancarse de su sitio, se prepararon para el enfrentamiento final.
De pronto, todos los sonidos cesaron: el ariete, con su rítmico golpeteo, y los sonidos de triunfo de afuera. Después se escuchó un grito extraño, sobrenatural, que movió el aire alrededor de los de WeiLan.
-¡¿Qué pasa?! -le pregunto SiZhui, a lo gritos, a uno de los pocos arqueros que aún permanecían sobre la muralla.
-¡Es Wen Ning! ¡Está luchando contra todos! -Rodeado de energía oscura, la furia del General Fantasma, que por fin había logrado llegar a WeiLan, se había desatado, y había aparecido desde atrás en medio de los desprevenidos cultivadores, que ya se creían triunfantes.
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Negro sobre blanco
FanficTraicionado por su secta, que dejó morir a su alma gemela, Lan WangJi va a tomar una decisión que cambiará su vida y que arrastrará al mundo de la cultivación a un nuevo destino. Novela registrada. Prohibido traducir adaptar o resubir sin el consent...