Capítulo 43- Hermanos jurados

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Wei Wuxian se despertó y sintió unas punzadas de dolor en la cabeza. A sus oídos llegaron unos suaves acordes de guqin, y sonrió: Lan Zhan trataba de llamarlo con su música. De a poco el dolor fue cediendo, y recién ahí se atrevió a abrir los ojos.

-¡Ay...! -se quejó, y Lan WangJi se levantó para ir a su lado.

-No te muevas, Wei Ying... ¿Cómo te sientes?

Wuxian notó que algo andaba mal: Lan Zhan estaba pálido y se negaba a mirarlo a los ojos.

-WeiLan... ¡SiZhui...! -exclamó, mientras sujetaba uno de sus brazos y lo miraba con miedo.

-Todo está bien -lo tranquilizó WangJi-. SiZhui no sufrió más heridas, y WeiLan resiste. Nadie puede entrar por ahora.

-¿Y entonces qué te pasa? ¿Por qué tienes esa cara? ¿Acaso me estoy muriendo? -Wuxian trató de hacerle una de sus típicas bromas, pero la cara de WangJi se torció en una mueca de disgusto, y su voz salió ronca y casi quebrada:

-No, no es eso. Solo estoy cansado.

-Pues entonces descansa conmigo. -Wei Wuxian abrió el edredón y le dio dos golpecitos a la cama-. Ven aquí, Lan Zhan.

-Está bien -WangJi se despojó de sus botas y de su ropa exterior, y se acostó junto a él.

-Hacía mucho que no estábamos así... -Wuxian se abrazó al cálido cuerpo de su pareja, y a pesar de que deseaba conversar con él, pronto se quedó dormido. Sintiendo su respiración leve y acompasada, WangJi lo abrazó con delicadeza, tratando de contener las lágrimas.

***

Los de WeiLan estaban encerrados en la residencia. Habían pasado dos días desde la última batalla, en la que Jiang Cheng había terminado huyendo con su gente, y afuera no se sentían ruidos: parecía que el clan Jin se estaba preparando para una nueva ofensiva.

Wei Wuxian se sentía un poco mejor, y pudo levantarse y salir a caminar, pero lo que vio lo llenó de congoja: la hermosa residencia, que se había transformado en un campo de batalla, tenía sectores en donde parte de la estructura de las construcciones se había derrumbado; los bellos patios, antes llenos de flores, estaban pisoteados y sucios, y la mayoría de los orgullosos cultivadores de hanfu gris tenían sus uniformes manchados de sangre y sus rostros marcados por el desánimo y el agotamiento físico.

-¡¡Abran la puerta!! -El estridente grito que llegó desde afuera, los alertó de nuevo. Lan WangJi salió corriendo desde el salón y se paró en el medio del patio, preparado para otro ataque-. ¡WangJi! ¡Soy XiChen, tu hermano! ¡¡Abre la puerta!!

Un suspiro de alivio corrió entre los de WeiLan, y a la orden de su líder abrieron la puerta, para encontrarse con una sorpresa: todas sus familias, escoltadas por los cultivadores de GusuLan, que los protegían, habían decidido dejar QinGhe Nie y volver a su verdadero hogar, para defenderlo.

-¡¿Qué hacen aquí?! ¡Tenían una orden directa de quedarse con Nie Huaisang! -exclamó WangJi-. ¿Acaso ya nadie me obedece en esta secta?

-¡No te enojes, Maestro! -le respondió Yin Pei, que no podía apartar los ojos del tremendo desorden que imperaba en el lugar-. Somos parte de WeiLan y también queremos defenderla... Y confiesa que nos necesitas. ¡Todo esto precisa una buena limpieza, y apuesto a que hace días que no comen una comida decente!

-Yin Pei tiene razón -afirmó Lan XiChen, con un gesto amable-. Necesitas manos para reconstruir tu residencia, WangJi.

-Pero aún no podemos pensar en eso, y ni siquiera sé si puedo defenderlos. Jin GuangYao va a volver en cualquier momento...

-No, WangJi. Él se fue a Lanling Jin y me pidió que lo acompañara. Va a encargarse de la ceremonia de sepultura de Nie MingJue.

-Pero -respondió el líder de WeiLan, alarmado-, si él te vio proteger a mi gente...

-No te preocupes, WangJi, nadie nos vio -le aseguró XiChen-. Pero debo ir a la ceremonia de sepultura de mi hermano jurado. Es la única forma de saber la verdad.

***

-Estoy preocupado... -dijo Lan WangJi, sentado en la mesa donde solía leer sus documentos. El salón principal de WeiLan lucía como en los viejos tiempos: por el momento estaban en paz, y dedicados a la reconstrucción de la residencia-. Hoy llegó un grupo de cultivadores de GusuLan, y me dijeron que mi hermano hace días que no aparece.

-Qué extraño... -respondió Wei Wuxian que, como siempre, estaba a su lado, haciendo tonterías para no aburrirse. Lan Zhan lograba concentrarse a duras penas, pero lo observaba con toda la paciencia del mundo, mientras el menor lo dibujaba o le mandaba pequeños muñecos de papel para que se le trepasen por el hanfu, hasta llegar a su rostro y besarlo-. ¿No se había ido a Lanling Jin con Jin GuangYao?

-Sí, pero parece que eso fue una mentira. -WangJi observó uno de los últimos dibujos de Wuxian: lo había representado leyendo un libro y con su cabello lleno de flores. A pesar de su preocupación, no pudo menos que sonreír; una imagen del pasado llegó a su memoria: muchos años atrás, cuando los dos eran adolescentes y Wuxian había sido disciplinado por su tío, teniendo que copiar 300 veces las reglas de la secta y le había ordenado a él que lo vigilara, Wuxian también le había hecho un dibujo, aunque después había vuelto a molestarlo al cambiar su libro de lectura por otro de material pornográfico. Ahora todo eso le hacía gracia, aunque en su momento lo había puesto furioso-. El cuerpo de Nie MingJue sigue en QinGhe Nie porque la cabeza aún no aparece -WangJi se quedó repentinamente serio-. Hice mal en quedarme aquí y dedicarme a la reconstrucción de WeiLan. Debí ayudar a mi hermano.

-¿Decidiste perdonar a XiChen, Lan Zhan?

WangJi se quedó en silencio, pensando: habían pasado demasiados años, y a pesar de que él iba a llevar para siempre las marcas del castigo de su tío, sabía que su hermano lo amaba y había sufrido tanto como él.

-Todavía no lo sé, pero va a ser difícil para él comprobar la verdad sobre Jin GuangYao. Estoy dispuesto a ayudarlo... -musitó. Wuxian hizo una seña de aprobación ante las palabras de su alma gemela. Pero su siguiente frase lo tomó por sorpresa-: Quiero que te quedes al frente de WeiLan. Voy a ir a buscarlo.

Negro sobre blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora