Capitulo 3

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En los antiguos muelles del Oeste de Gótica donde todos creían fueron abandonados y
olvidados, Dos-caras fue el único que logró reclamarlo con anticipación hace mucho tiempo atrás, dando así el inicio de su reinado en el negocio de transporte marítimo.

El lugar aparentemente olvidado, siempre estaba siendo vigilado por sus secuaces, todos ellos vestidos con smokings mitad negro y blanco sin olvidar sus ametralladoras que coinciden con su vestimenta.

Este lado del puerto oscurecido por falta de farolas era el punto de reunión y cargamento de los productos ilícitos en ser transportados a diferentes partes del mundo. Un punto perfecto para hacer el trabajo sucio sin ser interrumpidos, por alguna extraña razón, la policía de Gótica se había olvidado de este lugar, o sólo tal vez, se hacían de la vista gorda.

Los grandes contenedores de metal vacíos más antiguos los rodeaban como muros oxidados y huecos, escondiendo los de las miradas curiosas, pero no había que preocuparse, pues eran protegidos de cualquier posible espía o ataque policial e incluso del mismísimo prestigiado comisionado Gordon. Joker, Pingüino y Dos-caras conversaban entre ellos de pie frente a uno de los grandes
barcos destinados Alemania, supervisando que todo los productos estuvieran completos y empacados.

Hombres que trabajan para los tres magnates importantes, empujaban cajas
enormes al interior del gran transporte marino, mientras otros bajaban lo restante de los camiones estacionados. Incluso, había grandes tractores de pinza que se encargaban de subir las pesadas cabinas de metal. Llevaban unas horas solo esperando, o al menos Harley creía que estaban esperando a que el barco zarpara y abandonara mares
americanos lo más pronto posible, una vez en aguas internacionales era difícil de localizar.

Era domingo, pero para ser exactos, era lunes en la madrugada, para ser más precisa
faltaba unas cinco horas para su primera clase a la 7:00am en la facultad de medicina.
Pero la mente de la niña rubia al parecer, no tenía espacio para recordarlo.

Sentada sobre la cajuela del auto de Mistah J, pérdida entre sus pensamientos y recuerdos,
la rubia ignoraba deliberadamente su responsabilidad como estudiante universitaria de segundo año, solo había una cosa en su cabeza y era una hermosa mujer que podría creer era la reencarnación de la mismísima Diosa Afrodita. Harley solo recordaba el cabello rojo cayendo como cascadas que acariciaban su rostro sonrojado, ojos verdes encapuchados con esas pestañas largas observandola sin pestañear, observando cada reacción de su trabajo, gesto de su rostro que provocaba aquella mano perdida entre muslos lechosos, manos que la tomaron con experiencia y determinación, llevándola a los límites del deseo y pasión.

Había deseado solo por un momento que Ivy hubiera regresado al día siguiente para que su encuentro sea eufórico y agradecido. Pero la razón principal era para que Harley pudiera devolverle el favor, hacerla saber lo agradecida que estaba por haberse sentido por unos segundos lo que era ser atendida, importante y de alguna forma, querida, pero eso era demasiado bueno para volverse realidad. Ella no se presentó esa noche, desilusionando por supuesto a la rubia y regresandola a su cruda vida monótona. Así que Harley, esa noche, tuvo que mantenerse sentada al lado de Jack como un bonito accesorio.

——Pastelito, mis socios y yo nos retiraremos para hablar de algunas situaciones sin
resolver.—— Jack caminaba hacia ella baboleandose de un lado a otro al caminar. Sus manos callosas la tomaron de sus costados al estar cerca de ella. ——Necesito que regreses a tu departamento.

No era sorpresa que Jack la votara sin preocupación por algún callejón, no cuando estaba acostumbrada a ser despreciada por él directamente. Así que la rubia le sonrió amplia, era como una doble personalidad que había creado para su supervivencia. A Jack no le gustaba las niñas que eran curiosas de su trabajo y odiaba no verlas sonreír. Él era un hombre divertido y lo mínimo que necesitaba, era una mujer que siempre sonriera, que realmente
entendiera lo difícil que era su trabajo, lo mínimo que podía pedir era una mujer fuerte e independiente que supiera cuidarse sola, que no sea un problema más en su agitada vida.

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