04: "No tenerte me destruiría por completo"

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MAR

Abro el grifo de la ducha y acto seguido me meto bajo ella para dejar que el agua comienze a deslizarce por todo mi cuerpo dandome un momento de tranquilidad y relajación.

Los pensamientos invaden mi cabeza recordandome como se me ha hecho costumbre el tratar de evitar estar en casa la mayor parte de tiempo que puedo y se cuanto lastimo a Pablo haciéndolo.

No lo entiendo, no me entiendo a mi misma, no entiendo porque he cambiado de esta forma, porque actuó así, porque me he vuelto fría incluso con el que es quien me derrite entera, a quien amo a pesar de todo.

Supongo que este es mi proceso de aceptación, mi forma de tratar de entender como en un momento y en tan solo un minuto lo he perdido todo, incluso a mi misma.

Las lagrimas comienzan a deslizarce por por mi mejilla cayendo junto al agua de la ducha, llorar en silencio y la mayoria del tiempo es algo que tambien se me ha hecho costumbre.

-Mar, amor llegue. ¿Estas bien? -la voz de pablo me sorprende por completo, cierro los ojos y suspiro antes de poder hablar-
-Si, en nada salgo -respondo tratando de sonar normal, pero mi voz me juega una mala pasada cuando me sale totalmente debil y temblorosa-

Siento como la puerta se abre a los segundos y lo veo meterse a la ducha empapandose por completo. Pablo no duda ni dos segundos y me abraza, lo recibo aferrandome a el mientras el agua cae por nuestros cuerpos.

Mi llanto va cesando a medida que pasan los minutos aferrada a sus brazos, dandome cuenta que es ahí donde me siento bien, mi lugar seguro siempre va a ser con el.

Me separo cuando me siento mejor y sonrió mirandolo a los ojos, una sonrisa aparece en su rostro y se acerca lentamente a mi.

-¿Mucho mejor? -pregunta para luego dejar un beso en mi cabeza-

Asiento levemente y llevo mis manos a la parte trasera de su cuello atrayendolo a mi haciendo que nuestros labios se junten, lo echaba de menos, echaba de menos estas sensaciones, nuestra cercanía.

Pablo baja sus manos a mi cintura y me pega mas a su cuerpo, ambos reimos en mitad del beso por su ropa empapada.

Me dejo llevar por sus labios besandolo como hace tiempo no lo hacia, hace tiempo no disfrutaba de sus besos, de sus caricias.

Dos meses vacíos, dos meses en los que el trato de darme amor y yo no se lo permitía, dos meses donde las caricias, los besos e incluso la intimidad entre ambos estuvieron ausentes, dos meses en los que cualquier hombre podría dejarlo todo y buscar lo que ya no encuentra en alguien en otra persona, excepto él.

El chico de 17 años que conocí un día en un restaurante, ese chico del cual me enamore perdidamente, el mismo al que le jure amor eterno frente a un altar, con el que compartí los momentos más lindos y felices de mi vida como también uno de los mas fuertes que nos toco atravesar, sigue estando a mi lado y yo no estoy pudiendo verlo, tampoco valorarlo.

Me separo de el y llevo mis manos a su camiseta blanca que ahora esta empapada, Pablo levanta los brazos y se la quito dejandome ver su abdomen.

Una sensación que ya conozco muy bien recorre mi cuerpo entero, todo sigue ahí y nunca se fue, solo era yo reprimiendo mis sentimientos, hundida en mi propia burbuja de sufrimiento dejando de lado a la persona más importante en mi vida.

Hace mucho no compartíamos un momento así, ni mucho menos estaba desnuda frente a sus ojos.

Lo miro a los ojos al mismo tiempo que llevo mis manos a su abdomen y doy suaves caricias sobre el, como si fuera la primera vez que toco su piel, como si nunca antes lo hubiera echo.

DUELE AMARTE | GAVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora