Capítulo 20

38 11 4
                                    

Compartir la cama con Matthew había sido una tortura.

El café logró mantenerla tan adormilada como esperaba, pero siempre se despertaba por un tirón que le daba el rubio si se alejaba si quiera un centímetro de su costado. Incluso cuando de manera inconsciente se dio la vuelta, dándole la espalda, Matthew la hizo girarse, le aprisionó una mano bajo su espalda, un pie bajo su pierna y se envolvió el torso con la mano de Antehia asegurándola con un firme agarre de la suya.

Cuando por fin pudo despertar, comenzó a moverse libremente. Extendió los brazos entumecidos y las piernas, escuchó su propia espalda crujir.

- Buenos días

Entre abrió los ojos para ver a Matthew con una toalla amarrada a la cintura y el torso expuesto, su cabello se veía húmedo y olía demasiado bien para su gusto

Estuvo tentada a preguntarle ¿qué tenían de buenos? Pero se limitó a gruñir y estirarse ahora que podía, cual larga y ancha era la cama

- ¿Dormiste bien?

Su tono suave le cayó muy mal

- No. La verdad no.

Se sentó en la cama con el cabello como un resplandor, todo enmarañado y esponjado

- ¿Por qué rayos es tan importante tenerme pegada a ti toda la noche? Sabes que no voy a huir

Como respuesta, Matthew dejó que la tela se resbalara de su cintura. En un principio Antehia abrió los ojos como platos, luego de soltar un vergonzoso sonido se cubrió la sonrojada cara con las manos y se dejó caer de vuelta en la cama.

Adorable - pensó Matthew

Cuando despertó esa mañana se sintió inexplicablemente contento al toparse con el rostro de su mate a centímetros del suyo.

A pesar de la enorme camisa que usaba por pijama él pudo notar fácilmente la curva que definía su cintura, los dedos le picaban con el furioso deseo de deslizarse por aquella piel y recorrer el arco prominente que formaba su cadera, pero, solo se atrevió a trazar su forma en el aire, atormentándose con el calor que desprendía y rozaba su palma de manera tentadora.

- ¿qué me estás haciendo? - le había susurrado mientras memorizaba cada detalle de su cara

Que ciego había sido. Que atractiva era ella.

Sus espesas pestañas, las pecas en sus mejillas, su cejas arqueadas, sus labios... voluminosos y sensuales, su cabello colorido repartido a lo largo de su brazo que hacía de almohada para ella... estaba feliz, demasiado... mucho muy... tanto que se estaba traduciendo en su cuerpo. Fue entonces cuando Matthew decidió tomar un baño.

Le daría tiempo para aceptarlo. Tiempo para que ella entendiera lo mismo que él ahora comprendía. Le ayudaría a ver lo mejor de sí mismo y juntos se desharían del recuerdo de Jude... Como si él jamás hubiera existido.

-Puedes mirarme si quieres, no me molesta

Antehia resoplo y aún con los ojos cubiertos por sus manos, se levantó de la cama y se encaminó a la salida con la vista fija en el piso

- Hey - se detuvo al instante sin levantar la vista - usa mis pantuflas, el baño está mojado

No respondió. Aún así se las puso rápidamente y salió disparada al baño.

Que extraño era estar ahí. Se sentía tan incomoda por usar cualquier cosa de Matthew. La verdad jamás se imagino compartiendo nada con él... Menos aún viviendo en su casa.

Dio un brinco cuando le tocó la puerta del baño

- Te traje una toalla para que aproveches el agua caliente

FrágilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora