21. Un mes

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Lo único que cambió después de que Ango pusiera en su sitio a Dazai fue que en público se portaba fenomenal, cosa que a Chuuya le daba aún más miedo. Pero cuando estaban solos Dazai era doblemente insoportable.

—¿Dónde están los informes del departamento siete? ¿Lo has revisado ya?

—Oh, sí, lo he hecho.

—¿Y dónde están? —Preguntó Chuuya ordenando los papeles de la carpeta mientras se acercaba al escritorio de su jefe.

—Ahí los tienes.

Justo al lado del escritorio había una máquina que no había visto antes. Era una... trituradora...

—i¿Pero qué has hecho?!

—Los he revisado.

—Pero estaban firmados por los jefes de departamento y los coordinadores, sólo quedaba tu firma...

—Paso.

—¡Tienes que firmarlo! Si no lo haces no podrán seguir con el proyecto.

—Pues imprime otros.

—No sólo hay que imprimirlos de nuevo, hay que volver a hacer que los firmen. Para eso era la reunión del otro día, para firmarlos, pero tú no fuiste.

—¿Vas a quedarte ahí todo el día diciendo obviedades o vas a traerme los papeles de nuevo?

Sobra decir que Chuuya tuvo que volver a imprimir todo y volver a recorrerse todo el edificio pidiéndoles a los jefes y los coordinadores que firmaran los documentos, alegando que se habían perdido. Cuando por fin los tenía listos volvió al despacho.

Dazai estaba con cara seria tecleando en su portátil.

—Aquí están. Firma y me los llevo.

Dazai los cogió, los miró detenidamente sin cambiar la expresión neutra de su rostro y los metió en la trituradora. Que hizo un sonido agudo durante dos segundos. Era rápida.

—¡Pero qué haces!

—Ups... se me fue la mano.

—Voy a matarte...

—¿Esa es forma de hablarle a tu jefe? Vuelve a traerme los documentos, si no los firmo hoy mañana no pienso hacerlo.

Chuuya rehízo el camino, más frustrado y decaído que antes. Los jefes lo miraron consternados, era imposible perder algo tan importante dos veces seguidas en tan poco tiempo. Pero firmaron igualmente y Chuuya regresó al despacho con más cuidado que antes.

—Esta vez no los tritures por favor.

Dazai tomó los folios, los miró igual que había hecho un par de horas atrás y los tiró de nuevo en la trituradora.

—Dazai...

—Fue un acto de reflejo, esta máquina es muy eficaz.

—Buen intento, Osamu... pero no te valió de nada, esos eran una copia, los auténticos los tengo aquí —Dijo levantando su carpeta con aire victorioso.

—Eres listo, Nakahara... pero los acabaré triturando igualmente. ¿Lo sabes verdad?

Chuuya apoyó los documentos sobre el escritorio, sacó un bolígrafo y empezó a firmarlos.

—¿Qué estás haciendo? —Le gritó Dazai poniéndose de pie, por fin se había alterado.

—Me conozco tu firma, los estoy firmando por ti.

—No puedes hacer eso, es ilegal.

—Ilegal es lo que me haces tú cada día y aquí estoy.

—Dame ese boli —Dijo echando la mano hacia él. Pero Chuuya fue más rápido. Cogió los papeles y se fue a la mesa que había enfrente del sofá.

❝ [Odio a mi jefe] ¡! Soukoku ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora