23. Higuchi

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El teléfono comenzó a sonar. Resonó en la cabeza del joven Chuuya, que había empezado a soñar. Los papeles se acumulaban en la mesa, torres y torres de archivos por clasificar, Higuchi llamándolo, los jefes llamándolo, Dazai asomándose por debajo de su mesa, dispuesto a abrirle los pantalones.

Espera, espera, espera. ¡No puedo con todo!

Abrió con mucho esfuerzo los ojos y enseguida se olvidó de lo que su mente había creado. Pero el estrés lo seguía sintiendo como si de verdad todo hubiera pasado.

¿Qué hora era? ¿Quién lo llamaba? ¿Se había quedado dormido?

Chuuya contestó a su teléfono comprobando antes la hora. ¡Las tres y media de la madrugada! Imposible...

—¿Diga?

—¿Te he despertado?

—Pues sí.

—Cuánto lo siento —Cada vez que Dazai se disculpaba no terminaba de sonar sincero.

—¿Qué es lo que quieres?

—No puedo dormir.

—¿Y a mí qué me importa? —Cuando Chuuya tenía sueño estaba de muy mal humor, sobre todo si lo despertaban de madrugada.

—He pensado que podría ir a tu casa, nunca me la has enseñado.

—Ni te la voy a enseñar.

—Bueno pues quedamos en la mía, tengo un piso en el centro, está cerca de la oficina.

—Voy a seguir durmiendo...

—¡Espera Chuuya!

Chuuya colgó. Dejó caer el móvil al suelo y se dió media vuelta para seguir durmiendo. Pero, por supuesto, el teléfono volvió a sonar. Chuuya decidió que lo ignoraría, estaba demasiado cansado. Pero la música no paró.

—¿Qué quieres...?

—Si ya estás despierto ¿Por qué no vienes a mi casa? Podemos divertirnos un poco.

—Son casi las cuatro de la madrugada, quiero dormir, adiós.

Esta vez posó el teléfono sobre la mesilla de noche, pero no se giró, sino que esperó con los ojos cerrados a que el teléfono volviera a sonar. Y sonó.

—Dazai, no voy a ir a tu casa ahora.

—Aún no has escuchado los planes para esta noche...

—A ver... —Chuuya sabía que no se cansaría así como así. —¿Qué planes son esos?

—Podría atarte al cabezal de mi cama... vendarte los ojos, y acariciarte suavemente el pecho para luego pellizcar tus pezones hasta que se enrojecieran —A Chuuya se le abrieron los párpados de golpe, Dazai estaba poniendo una voz muy provocadora, muy sensual. —Te agarraría ese pene tan lindo que tienes y luego te lo chuparía. ¿Qué te parece? Te chuparía la polla, lamiéndote por todas partes mientras te agarro las piernas y te las abro para que me lo enseñes todo. Y tú no podrías moverte ni hacer nada, porque estarías atado... Luego te daría la vuelta y...

—¡Basta! ¡Cállate, cállate!

—Te daría la vuelta y entonces...

—¡Cállate!

Chuuya colgó la llamada, pero se quedó con el teléfono en la mano. El corazón había comenzado a latirle más rápido y eso provocaba que tuviera más calor en el cuerpo.

El teléfono no tardó en volver a sonar.

Respondió.

—Te daría la vuelta y te azotaría ese hermoso trasero hasta ponerlo en carne viva. Y luego, cuando empezaras a suplicarme que me detuviera, me apiadaría de ti y te la pondría en medio de las nalgas. Te echaría un buen chorro de lubricante y el frío haría que te estremecieras, pero a la vez haría que abrieras más el culo para recibirme.

❝ [Odio a mi jefe] ¡! Soukoku ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora