7. Imposible

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El día que le ingresaron el dinero por el primer mes de trabajo a Chuuya casi le da un infarto. Tuvo que comprobarlo veinte veces para asegurarse. Incluso llamó a Atsushi y él le dijo que había cobrado un poco más por haber participado en el proyecto del anuncio de coche.

Un poquito dice... ¡He cobrado el triple! ¿Esto es real? ¿O estoy soñando?

El sábado decidió ir de compras. Compró ropa, zapatos, corbatas (aún no tenía suficiente para un traje de los buenos) y comida a punta pala. Llenó un carrito de la compra hasta arriba y una vez en casa organizó la nevera, los estantes y el armario. Jamás había tenido la despensa tan llena. Y por fin, en muchos años, sentía la tranquilidad de tener una economía estable. Porque al menos un mes más podría aguantar.

Pero a pesar de tener mucha comida en casa, salió fuera esa noche e invitó a los amigos de la facultad.

—¡Chuuya, dínoslo! ¡Dinos cuánto ganas!

—Esas cosas no se dicen.

—¡Serás perro! Eso es que es un montón, sino no estarías invitándonos a todos.

—¡Eso, eso!

—Tampoco os paséis, que es mi primer sueldo...

Bebieron, charlaron, rieron y jugaron a juegos de beber hasta ponerse más que contentillos. Chuuya se lo estaba pasando como nunca.

—Hey, Chuuya —Tachihara le dió un codazo. —Ese de ahí no te ha quitado el ojo de encima en toda la noche. ¿Lo conoces de algo?

Miró a su alrededor pero no sabía a quién se refería. Tachihara se lo señaló y cuando dirigió la mirada a una mesa del fondo, un hombre apartó la mirada nervioso. Chuuya no estaba muy seguro de quién era. Podía ser alguien del trabajo que lo observaba para tomar nota mental y luego burlarse de él con los demás compañeros.

A Chuuya se le bajó el ánimo.

—Me da igual quien sea.

Ring, ring, ring.

Chuuya sacó, con alguna que otra dificultad, su teléfono del bolsillo y respondió. ¿Quién podía llamarlo a esas horas?

—¿Diga?

—¿Por qué no respondes al número del trabajo?

—Porque no estoy en horario de trabajo, estoy fuera. ¿Quién es?

Una voz al otro lado de la línea suspiró y Chuuya ya supo de quién se trataba.

—Tienes que tener el teléfono del trabajo operativo las 24 horas del día los 7 días de la semana, no, los 365 días del año, 366 días los años bisiestos.

—Vale, vale... ¿Qué es lo que pasa?

—Necesito que vengas, ahora mismo.

—¿A la oficina? ¿Ahora?

—No, a mi casa.

—¿Qué?

—Tienes que venir a mi casa ahora mismo, es una emergencia. Te mando la ubicación, te quiero aquí en veinte minutos.

—¿Cómo voy a ir a tu casa a estas horas? ¿Qué clase de emergencia es?

Demasiado tarde, Dazai ya había colgado y al instante recibió un mensaje con la ubicación. Esa casa quedaba a las afueras, a casi una hora de allí.

Chuuya se disculpó con sus compañeros y pagó la cuenta. Salió y pilló el primer taxi que apareció. Tardó media hora en llegar. La casa en cuestión era una gran mansión. El taxi que lo dejó en la entrada parecía sacado de un desguace en comparación con los otros coches que había allí aparcados. Jamás había visto en persona coches tan caros. Ni tampoco había visto de cerca una mansión tan gigantesca. Tenía una escalera de mármol y cuatro columnas que llegaban al segundo o tercer piso, no estaba seguro porque eran altísimas.

❝ [Odio a mi jefe] ¡! Soukoku ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora