19. Todo normal

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Efectivamente, los siguientes días Dazai parecía un extraterrestre sacado de otra galaxia. Porque estaba claro que esa forma de comportarse no era de este mundo.

Llegó temprano a la oficina, saludó a todo el mundo. Entregó todos los informes que llevaban meses atrasados y que Chuuya le insistía todos los días que terminara. En las reuniones estuvo atento, asistió a todas, dió su opinión amablemente, tenía una sonrisa para todo el mundo. Tal fue el cambio en su persona que el resto de jefes le preguntaron a Chuuya varias veces si Dazai se había tomado algo. A lo que el ayudante respondía que había ganado una apuesta con un amigo y se sentía especialmente bien esa semana.

—¿Has acabado tu trabajo, Chuuya? —Le preguntó cuando volvía del baño.

—Aún me queda actualizar la agenda de la semana y hacer un par de llamadas al departamento de marketing y al de recursos humanos.

—Muy bien, pues en cuanto acabes eso puedes irte a casa. Por hoy hemos terminado.

—¿En serio?

—Por supuesto —Otra vez esa encantadora sonrisa que a Chuuya le parecía más malévola y falsa que cualquier otra.

—Dazai... estos días... has estado muy bien, ojalá fueras tan responsable siempre, aunque ahora me resulta un poco extraño después de tanto tiempo aguantándote.

—Pues no te acostumbres. Dentro de unos días volveré a ser el mismo de siempre. A no ser... que hagamos otro trato.

—O-otro trato...

—Sí. Uno un poco más... divertido.

Chuuya se estremeció.

—Bueeeeeeeno, pero de eso ya hablaremos en otro momento, no te entretengo más. Que tengas una buena tarde, Chuuya, buen trabajo.

Dazai se metió en el despacho y Chuuya lo maldijo en su mente. Ése era su plan desde el principio, darle el cielo y luego quitárselo a cambio de algo más. Pues no iba a funcionar, ya estaba acostumbrado al maleducado, arrogante e irresponsable de su jefe. Esta vez no habría trato.

Higuchi le enviaba mensajes de vez en cuando. Era una chica muy simpática a la que Chuuya le estaba empezando a coger cariño. Desde aquel día en aquel taxi pensó que las cosas no podrían volver a la normalidad, pero ella se disculpó profundamente en cuanto volvieron a verse y todo quedó en un desliz.

Quedaban algún descanso para comer, a veces solos y a veces con algún otro compañero. Y la comidilla de la semana era el director. Todos se habían dado cuenta del cambio tan repentino de comportamiento y Chuuya era el transmisor directo de información.

—¿Pero qué le ha pasado? ¿Tiene novio? ¿Está tomando pastillas? ¿Le ha tocado la lotería? —Preguntó Higuchi.

—No creo que la lotería le importe —Dijo Kouyou dando un sorbo a su bebida.

—No sé muy bien lo que le ha pasado.

—Venga ya, Chuuya, tienes que saberlo.

—Creo que mencionó algo de que ganó una apuesta...

—¿Hiciste una apuesta con él?

—Noooo, yo no. Un amigo suyo creo —Mintió.

—¿Tiene amigos? Me resulta muy difícil de creer eso. Parece una persona muy solitaria.

—Eso fue lo que oí.

—Lo de la apuesta tiene sentido. Me cuadra. Pero entonces volverá a ser el mismo en cuanto se le olvide. No creo que este director feliz y comprensivo nos vaya a durar mucho.

❝ [Odio a mi jefe] ¡! Soukoku ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora