Piratas

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Una joven se encontraba en el barco de su prometido, un importante comandante que había dado dinero a su familia, a cambio de su mano.

La familia, endeudada como estaba, no tuvo forma de rechazar que su única hija se casara con un comandante y se fuera a vivir a la mar. La joven, sin embargo, no consiguió estar enfadada con sus padres por mucho tiempo pues sabía que no les había quedado de otra.

Y aquí estaba ella, en la alcoba, otro día más, aburrida, pues en la tripulación no había ni una sola mujer, y su prometido poco o nada miraba por ella, pues solo la quería para enseñarla como trofeo a todos los otros combatientes de su bando.

La chica, Máni (luna en nórdico) comenzó a oír como los hombres que se encontraban al servicio de su "hombre" se preparaban para un combate con lo que si no le fallaba la traducción era un barco pirata.

De pronto, se abrió la puerta de su camarote y entró su prometido, gritándole que no saliera por mucho que escuchara, y que no hiciera ningún ruido. Máni asustada, cogió su daga, y se escondió para poder sobrevivir.

No supo cuánto tiempo estuvo allí, escuchando como espadas se encontraban con cuerpos y escudos, quería pensar que los tripulantes de su barco estaban saliendo victoriosos, pero sabía perfectamente que como un barco pirata los estuviera atacando, no tendrían nada que hacer.

Llegó la noche y parecía que los sonidos de las espadas habían parado, escuchó unos pasos, y como la puerta se abre delicadamente.

Ella confiada, se asoma, y ve a una mujer unos años más mayor que ella, de pómulos firmes y ojos azules, ella era Ægir (mar en nordico).

La mujer desconocida, la miró con pena. - Vamos niña, ya no tienes nada que temer. Puedes venir conmigo y mi tripulación. - Le tendió la mano.

Máni, que sabía que no tenía otra alternativa si no quería ser comida de tiburones, le toma la mano. - ¿tú eres la pirata que ha invadido este barco?

La pirata asiente y sonríe, esta chica no tiene miedo a nada, pensó.

- ¿Qué vais a hacer conmigo?

- Nada que tú no quieras chiquilla, te puedo llevar a tierra firme o puedes seguir en mi barco con la compañía de mis aliadas además de la mía misma.

Así, fueron las dos, al barco pirata para después destrozar el antiguo barco de la chica. Pasaron los días y la chica decidió que en cuanto pudiera quería volver a tierra firme.

Pasaron los meses, y cuando se acercaba el día en que volvería a pisar tierra firme, le dijo a su capitán que no quería marcharse, solo quería quedarse con ella, y se lanzó a darle un beso de improviso pensando que no sería correspondido, lo que le sorprendió fue que, la capitana la tomó de la cintura mientras le devolvía el beso.

Y así, pasaron los años, las dos capitanas más enamoradas y unidas que nunca, domando los siete mares. 

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