3. Llevarse bien.

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Jacaerys había dado su visto bueno para el casamiento de su futuro hijo con la princesa futura de Dorne, sin embargo había hecho algo que nadie se esperaba. Paró frente a Helaena y Aegon cuando ya era de noche y les comentó todo lo que tenían planeado en el consejo.

Les preguntó entonces si les parecía bien, si estaban de acuerdo con aquello pues ambos chicos habían sido casados en conjunto sin su consentimiento, no quería repetir mismos patrones.

La cara de Aegon a una desentendida había cambiado; no se esperaba estar involucrado en aquella decisión. Él bien sabía cómo el bebé se iba a hacer…alguna noche a solas de Helaena y Jace, él no tendría nada que ver.

—Es vuestra decisión, será vuestro hijo.

Fue una frase que le hizo sentir mal a Jace. Por mucho que intentara soportar a Aegon a veces costaba porque el ajeno no ponía de su parte. De jóvenes había sido un tío cuestionable, no quería lidiar con esto ahora.

Cogió aire y lo soltó intentando llamar a la positividad. Se aproximó al ajeno y cogió su mejilla con la mano, haciendo que le mirase.

—De los tres. Será nuestro hijo.

Aegon alzó la mirada viendo a Jace de cerca. Cogió aire y asintió mientras soltaba aquel pesado suspiro.

—¿Lo entendiste, no? Los tres en una cama, los tres participando.

Helaena miraba todo desde su esquina, primero a uno y luego al otro. Cuando Aegon dijo un “sí”, ella aplaudió suavemente y fue a sentarse en la cama. Ambas manos en sus muslos, los miró atenta.

—¿Me debo desnudar? —cuestionó.

—No. Va a ser algo especial—tenía pensado hacerlos sentir bien, únicos. Quería que se sintiesen queridos y apreciados como le hubiera gustado con Baela. Había crecido viendo a su madre y Daemon, deseaba algo bonito y no un acuerdo meramente político.

—¿Y qué haremos esta noche si no vamos a follar? —Aegon cuestionó, sentándose al lado de su esposa-hermana de la misma manera.

Jace estuvo un rato pensando, luego entrecerró los ojos y alzó el puño victorioso. Se le había ocurrido algo.

—¿Sabéis jugar a las cartas? Baela y Rhaena me enseñaron, en Essos las juegan.

—¿Las cartas como…cartas? —Preguntó Aegon curioso, esto había llamado su atención.

—Sí, claro. Quien gana, pedirá un deseo…Un deseo normalito, nada de locuras.

—¡Pues yo deseo un picnic! —dijo Helaena emocionada.

Su hermano se giró para verla. Era la primera vez que se planteaba internamente hacerle un regalo así a ella, solo porque se vio… bonita sonriendo. Qué tontería, un simple juego le había sacado una sonrisa, la sonrisa que él no le pudo sacar nunca.

—Antes tienes que ganar, esposa—le dijo Jace entonces, saliendo por un momento fuera del cuarto para llamar a las criadas y pedirles que le consiguiera una baraja.

Minutos después se empezaron a escuchar las risas y los reproches desde fuera, duraron así hasta que no pudieron más y terminaron durmiendo los tres juntos en aquella cama enorme. Su mujer en medio, ambos hombres a cada lado, aunque no eran sitios fijos sino que prometían cambiar cada vez.

Lucerys había estado toda la tarde entrenando con Joffrey durante largas horas de la tarde, hasta que Rhaenyra y Alicent bajaron para avisarles de que era hora de la cena. Ambas mujeres últimamente eran inseparables, se hacían compañía en ausencia de sus hombres. Viserys muerto y Daemon lidiando una batalla, este era su destino actual.

LOS NEGROS Y LOS VERDES (LUCEMOND + JAEGONAENA + RHAELICENT )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora