6. Revelaciones.

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En la cabeza de Alicent pasaron muchas cosas, pero una de ellas fue el casamiento entre Aemond y Lucerys. Para su hijo aquello sin duda sería lo mejor, para los Velaryon no tanto, pues no habría heredero del heredero, aparentemente.

No fue la única sin embargo que vio aquello, Otto que buscaba a su hija vio la escena de lleno, como Lucerys suspiraba y lo agarraba del pelo, como Aemond presionaba con esa rabia su cuerpo.

Fue agarrada del brazo y sacada de ahí hacia el interior. Se quedaron los dos solos, mirándose.

— No digas nada a nadie de esto—pidió la mano de la reina.

Otto jaló otra vez de su hija para que reaccionase. Al fin esta había vuelto en sí.

— Alicent. Si alguien se entera de esto la vida de Aemond correrá peligro. Es un obstáculo para los Velaryon.

— ¿Obstáculo por qué, padre? — la mujer lo miró entre confusa y enfadada.

La decepción en el hombre fue evidente, negó con la cabeza susurrando luego.

— Ay Alicent, Alicent. ¿Qué pasó con Laenor Velaryon?

— Le mataron.

—¿Quiénes?

— No sé sabe…—y entonces reaccionó. La mujer palideció tragando saliva con dificultad.

— Quienes lo mataron ahora están en lo más alto del reino. ¿Qué les frenará matar al hombre que tiene confundida la cabeza de tu hijo?

— Hablaré con Aemond, padre.

—Debe comprometerse cuanto antes y mandarlo lejos.

Alicent dolida asintió. Entendía, entendía pero no quería entenderlo. Maldita sea.

Cuando Aemond se quedó sin aire se separó. Ambos con la respiración acelerada, labios rojos y saliva por las comisuras. El mayor se apartó y lo miró con odio.

—¿Te has quedado a gusto?

Pero Lucerys sencillamente negó. Estaba peor que antes, ahora que había comprobado que esto le gustaba.

Si antes miraba a doncellas con ojos de interés, a partir de ese día los caballeros eran su objetivo también. Sin embargo, quién le tenía completamente obsesionado era su tío. Quizás había algo en esa sensación de peligro que le causaba, como cuando por primera vez uno sube a un dragón y tiene que domarlo.

Solo que la noticia del compromiso de Aemond le dió como un balde con agua fría. Lo escuchó en la cena, cuando todos inclusive la reina estaban hablando de ello.

Aemond ni siquiera había sido comunicado, se enteraba al igual que los demás.

— Hemos hablado con los Mormont. Es una buena casa y las hijas del Lord son bellas y feroces. También tenemos como opción los Arryn. La prima del Lord es joven y bella, dicen que su cabello le llega por los tobillos y que su piel es tan pálida como la nieve y su pelo besado por el fuego.

Rhaenyra escuchaba aquello curiosa, sorprendida por las dos candidaturas. Sin embargo miró también al involucrado. Aemond estaba inquieto, con la expresión neutral.

— ¿Así que esto decidiste, Aemond?—cuestionó la mujer.

El mencionado miró a su madre, la cual abrió los ojos y le indicó que fuese afirmativa. Sin embargo hubo silencio durante un buen rato..

— Realmente prefiero…—y se calló, el sonido fuerte se la mesa intervino.

— No entiendo—Lucerys había dejado el vaso de manera sonora—Estamos en guerra y queréis mandar a uno de los mejores guerreros al otro lado de Desembarco del Rey para que se case. Me juró lealtad, es mi protector. Probablemente cuando vaya a Marcaderiva me lo lleve conmigo. Además…—y suspiró—Aemond está enamorado.

LOS NEGROS Y LOS VERDES (LUCEMOND + JAEGONAENA + RHAELICENT )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora