PRÓLOGO

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-Pero encéstalo allí- Verónica señaló la canasta más adelante, Jérémie se rió de la situación absurda que su madre pedía, ya que era una clara desventaja para él. 

-No quieres aceptar que vas perdiendo, mamá- jugó con el balón de básquet por unos segundos, presumiendo un poco con sus movimientos. 

-Soy una buena perdedora ¿okey? Pero estás haciendo trampa, los genes de Kamille están demasiado incrustados en tu ser- revolvió su cabello mientras él reía. 

-Mamá dice que tú eres más tramposa- la señaló con una sonrisa. 

-Eso es verdad- se cruzó de brazos negando con la cabeza, recordando entonces que en esa categoría seguramente fuese un empate bastante apretado, teniendo en cuenta todas las cosas que ambas habían pasado. 

-¡Explícame por qué tengo que encestar allí entonces si tú estás encestando aquí!- señaló la canasta más cerca- bueno, encestar es un poco exagerado, ya que no lo haz hecho- volvió a hacer burla de la situación. 

-No te burles de mi, Jérémie Gonzales- lo señaló fingiendo molestia y seriedad. A veces el papel de madre estricta era más para su esposa, pero Kamille aún no llegaba, así que tenía que hacer sentir una temeridad que tenía bastante escondida. 

-Explícame- él abrió sus brazos.

-Soy mayor, así que yo ordeno- corrió para quitarle el balón.

-Eso es abuso de poder, mamá. Y es trampa- huyó de ella que negaba con la cabeza intentando quitarle el balón- ¡Le diré a mamá!- completó mientras reía, corriendo por el jardín. 

-¡Yo no obedezco a Kamille!

-¿Cómo?- se detuvo de golpe ante la voz de su esposa, a la cual sonrió con inocencia. Acción que produjo las risas de Jérémie. 

-¡Ey, mi amor!- Verónica corrió hacia ella recibiéndola con una abrazo, acariciando su vientre que aún no empezaba a crecer en el saludo- ¿Cómo te fue?

-Muy bien- sonrió dándole un beso- Escuché lo que dijiste, arreglaremos esto más tarde- le tocó la mejilla y salió al jardín para saludar a Jérémie que la recibió con la misma alegría que su esposa. 

-¿Te has portado bien?- el pequeño asintió. 

-Claro que sí, pero mamá no- la señaló y Kamille rió mirando a Verónica que rió un poco caminando hacia ambos. No sabía a veces quien hacia el papel de adulto responsable cuando no estaba. Verónica y Jérémie juntos no eran más que un par de niños divirtiéndose a costa de todo. 

-Jer y yo somos la mejor dupla ¿no?- chocaron sus manos provocando la sonrisa de Kamille, que hizo un gesto al sentir una molestia en su vientre. Cerró los ojos por dos segundos- ¿Pasó algo?- la española la miró preocupada de inmediato.

-No, mi vida. Iré a descansar, fue un día largo.

-¿Quieres algo de comer? ¿O alguna medicina?- Kamille negó con la cabeza y le dio un beso corto caminando un poco más lento hacia el interior de la casa. Verónica la miró preocupada soltando un suspiro. 

-Mamá no se veía bien- Jérémie se le acercó con el balón entre sus brazos.

-Lo sé, también lo noté- suspiró- recoge los balones y yo iré a ver que pasa- señaló el desorden detrás de ambos empezando a caminar hacia la casa. 

-¡Mamá! Tramposa, ¿Ves? La más tramposa- ella rió mientras su hijo se agachaba a recoger todo. 

-¡Te amo!-  Verónica corrió adentro encogiéndose de hombros, dejando atrás a su hijo y dando toda su atención a la preocupación que le dio la imagen de Kamille. Subió las escaleras y entró a la habitación que compartía con su esposa desde hace algunos años atrás. Ella no estaba ahí, aunque escuchó segundos después un par de gemidos de dolor desde el baño que encendieron de golpe sus alarmas. Tocó la puerta un par de veces. 

-Kamille, ¿estás bien?- recibió silencio, su corazón latió un poco más de prisa- ¿Cielo?- volvió a tocar la puerta. Silencio y un momento después, el llanto de su esposa del otro lado que terminó por romperla- ¡Kamille! ¿Qué pasa? Kamille, voy a tirar la puerta- movió el pomo con desesperación y la preocupación que le invadió de golpe. El miedo estaba ahí entre ella y Kamille, la distancia que las separaba estaba llena de mucho terror. La puerta se abrió ofreciéndole la imagen de Kamille con el maquillaje corrido por las lágrimas. Se detuvo en su rostro dando un paso hacia ella- ¿Qué pasa, mi amor?- La francesa cerró los ojos apoyándose en la puerta. Negó con la cabeza sin poder decir nada. 

-Perdóname, perdóname por no ser buena para esto- No entendía a lo que se refería hasta que su vista bajó hacia su falda. Sus ojos viajaron a sus muslos, que sangraban dándole aquella señal de derrota. Sintió que el tiempo se detenía, de nuevo.

Sentía que la oportunidad se les escapaba. Sentía que la vida volvía a burlarse, a castigarlas. 

Se detuvo por un segundo y volvió a mirar su rostro sin poder decir una palabra. No tuvo más opción que abrir sus brazos, en los que Kamille se refugió de inmediato, volviendo a llorar. No tuvo más opción que reconocer en aquel abrazo la resignación que volvía a hacerse presente por esa situación. La esperanza volvía a estar asesinada para ellas. Verónica respiró lento, temblaba. Ambas lo hacían. Dejó caer la cabeza en el hombro de Kamille, llorando con ella. Rompiéndose de nuevo ante el dolor de lo que parecía una nueva pérdida. 

El destino había sido cruel con ambas. Se aferraron a la otra con fuerza, reviviendo aquel momento donde perdían la esperanza de ser madres de nuevo, confirmado por Eliza horas más tarde: un aborto espontáneo. 

Por segunda vez. 

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