CAPÍTULO XXII

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KAMILLE

-Mamá, no me gusta- Jérémie movió la cabeza y yo lo miré mal. Cuando hacía berrinches, parecía más hijo de Verónica que mío, era increíble. 

-Tienes que comer, sino, no te van a dejar salir- echó la cabeza hacia atrás, casi desesperado. Me reí y la puerta se abrió de golpe.

-¡Jer!- Susana entró con una sonrisa y un regalo para mi hijo. Le besó el rostro y luego se acercó a mi- Hola, Kam ¿Cómo estás? ¿Cómo está este galán?- lo despeinó un poco. 

-Muy bien, me quiero ir- giró un poco los ojos. 

-Pero no quiere comer- ladee la cabeza y ella rió. Quitándome la cuchara y ayudándome con la tarea. Jérémie hizo mala cara y Susana lo miró mal. En mi cabeza, sentía que Jérémie no había crecido. Seguía viendo a mi pequeño que se emocionaba por cambiar el color de la habitación. 

-¡Mamá!- se quejó con una voz mucho más grave. Ya empezaba a dejar de ser mi pequeño. 

-Jérémie, no tienes 5 años, no te pongas en esas- Susana le golpeó el brazo, con más seriedad. Me reí.

-No quisiste a las buenas- me reí y él me miró mal, pero terminó por acceder al bocado que le daba Susana. 

-Pensé que ibas a visitar la editorial antes de irte- ella me miró.

-No, no tengo tiempo. Mi prioridad es este muchacho berrinchudo- lo señalé e hizo una mueca de enojo- Pero tengo entendido que todo ha estado bien, bueno dentro de lo normal- Susana me miró, en sus ojos la visita de Graham fue evidente. Le hice saber con una mueca que lo sabía, me sentía tranquila. Que todo estaba bien. 

Jérémie terminó de comer y luego llegó Eric, con muchos más reclamos sobre mi silencio en los mensajes de texto. No pensé que la vida me cambiara de esa forma con aquella llamada de Eliza. Y aquella noticia cambiaría el rumbo de toda la familia, me enorgullecía. Sentía que podía devolverles de alguna forma la felicidad que ellos me daban. Me llenaba el alma. En ese momento, pensé también en Isabella y que el bebé de camino no sería el único nuevo integrante a este círculo. No sabía como se tomarían su llegada, aunque si sabía que lo sabían. Nunca tuve tiempo de explicárselos yo. 

-Hola, hola ¿Cómo estamos?- Verónica llegó más tarde y saludó a todos, para luego acercarse a mi. Me besó la mejilla y yo le sostuve la mano. La futura mamá era bastante hermosa.

-¿Cómo te fue en la editorial?- sonrió.

-Muy bien- me miró- el piloto del jet escribió con el horario de partida- hizo un pequeño puchero mientras susurraba y yo entendí aquella frase con que debíamos irnos a casa. Yo debía arreglar mi bolso y prepararme para el viaje. Cuando salimos de la habitación, Eliza nos comentó que Jérémie podría irse más tarde, que ya tramitaban el alta. Eso haría que me fuera un poco más tranquila.

-De todas formas, las publicaciones se harán dentro de algunas semanas- asentí- te dará tiempo de organizar a Isabella dentro de la empresa sin modificar nada.

-Gracias por encargarte- sonrió y me tocó la mano- Te mereces un premio- le acaricié la pierna y ella dio un pequeño salto en el asiento que me hizo reír.

-Mi amor- se quejó un poco señalando el camino, previniendo una imprudencia mientras manejaba. Me reí y la vi conducir, detallé sus manos. De nuevo. Como la primera vez. Verónica nunca perdía ese atractivo, lo multiplicaba con los años. La seriedad de su edad, le daba un toque demasiado atractivo.

Apreté un poco las piernas cuando ella me miró y sonrió con picardía. Me había pillado mirándola. Y eso me gustaba. No era ningún secreto, pero me gustaba jugar a que lo era. Detuvo el auto en la entrada de la casa y entramos juntas. Se sirvió un poco de agua y yo la besé de golpe en la cocina.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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