Capitulo 20

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Final del segundo libro.

Los días habían pasado desde el cumpleaños de Chiara y Haely, habían sido días un poco cansados, el trabajo y responsabilidades habían sido mayores esos días, los chicos incluyendo a mi madre volvieron a Frankfurt, Roma también se fue con ellos dejándome desconcertada, ya que ella no tenía motivos para ir (No lo había hecho en muchos años), Hero se fue con ella con la excusa de que serian vacaciones.

El día fue un poco agotador, saque muchas cuentas y también ayude a preparar pasteles para la vitrina, siempre que había alguien nuevo me gustaba estar ahí para darle mi apoyo y mostrarle la libertad que tenían los trabajadores en mi pastelería.

Los días sábados me gustaba quedarme luego de que todos se fueran porque así podría ordenar todo para el siguiente día, era un día en el que no hacíamos algún pedido, solo entregábamos los que habían pedido con anterioridad.

Mi pastelería no solo se basaba en eso, tenía un pequeño espacio en el que las personas podían sentarse a tomar un café, tal vez un libro y tener unas galletas como parte de la invitación a la pastelería, también contábamos con una pequeña variedad de bebidas, no eran la gran cosa, pero estaban ahí para los que quisieran hacer esa combinación.

Estaba arreglando algunas cosas en la vitrina cuando un pensamiento viajo directamente a mi cabeza, sentí que algo estaba mal y pensé en Harley, no era algo extraño, ya que desde el cumpleaños de las niñas me había sentido extraña, pero aun así decidí llamarlo para quitarme esa inseguridad.

Tome mi teléfono y llame, sonó un par de veces y no contestaba, mi instinto era algo agotador, ya que quería saber si estaba bien. Hice otro intento que fue respondido.

—¿Cariño? —sonó al otro lado de la línea con la voz gruesa.

—Rey, ¡perdóname!, ¿interrumpí algo? —pregunté mordiendo mi labio.

—¿No amor y tú cuéntame todo está bien?, ¡te escucho preocupada! —me reí sorprendida, me conocía absolutamente, sé que llevábamos tiempo casado, pero aún me parecía un lindo gesto.

—Si, si, ¡ya sabes cosas mías! —le reste importancia—. ¿Cómo están las niñas?

—Si sientes algo acá estaré para ti cariño no lo minimices, y si las niñas ya están durmiendo —di un suspiro y el continuo—. Deberías venir, ¡ellas no son las únicas que te extrañan acá en casa!

—¿Y quién me extraña? —pregunte coqueta.

Sentí esa pequeña sensación de nervios en él, podía imaginar perfectamente la cara que tenía con solo escucharlo hablar.

—¡Mi boca te extraña desde esta mañana! —era cierto que casi llego tarde a la pastelería porque él aún no se dignaba a dejarme ir.

—¡Pues dile a tu boca que iré en un rato cariño!, debo ordenar algo acá... De todas formas ya estoy por terminar.

—Vale cariño iré haciendo la cena para que cenemos juntos, ¿te parece? —me emocione y respondí a su pregunta.

—¡Que sean esos famosos panes enrollados que haces y estaré más que feliz! —realmente cocinaba muy bien, él intentaba consentirme cada vez que podía o cada vez que las niñas se lo permitían, ya que ellas eran bastante egoístas con su cariño.

—Pues apúrate porque ya están casi listos amor —me reí y me despedí.

—¡Vale cariño nos vemos en un rato! —colgué.

Rasque mi cabeza al haberme quitado esa inseguridad, era tonto sentirme así sin motivos, ya que no había algo que hubiera salido mal, seguí con lo que continuaba haciendo, al pasar de los minutos ya todo mi trabajo estaba listo así que procedí a cerrar la puerta principal con el candado.

Mi propio lienzo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora