Kankuro

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El reloj marcaba las 11:30pm, las calles estaban completamente desoladas y el frío del desierto entraba por las ventanas.

Una pelinegra se encontraba en la sala, vistiendo una vieja pijama con su bata de dormir encima, mientras tomaba una taza de té.

La preocupación era evidente. Su esposo había salido hace ya dos semanas a una misión junto algunos ninjas de Konoha. Se suponía que llegaría hace tres días pero al no ser así, su preocupación aumentó.

Miraba por las ventanas aquella gran estrella que resplandecía por doquier. El sonido de la puerta abriéndose la sacó de sus pensamientos.

Un castaño, con maquillaje corrido y manchas de sangre en su ropa entró,  tratando de hacer el menos ruido posible.

--- ¡Kankuro! ¡Por dios, mira cómo estás!  --- dijo al tener a su esposo frente a ella. Rápidamente se acercó él quitándole su equipaje.

--- Azula... ---trató de sonreír pero salió una mueca por el dolor.

--- ¿Te duele mucho? ---preguntó.

--- ¿Dolerme? ¿A m-mí? Tsss o-obvio no.

--- Kankuro...

Asintió.

--- Me duele todo.

--- ¿Crees poder llegar a la habitación?

--- Trataré.

Colocó su brazo por encima del hombro  de su esposa para sujetarse. El camino a la habitación fue muy corto, una vez ahí se dejó caer en su cama.

--- ¿No crees que es un pronto? --- preguntó al sentir cómo su esposa  trataba de despojarlo de su camisa.

--- Voy a limpiarte las heridas, Kankuro. Pero primero tomarás un baño.

No dijo nada. Solo se dispuso a ver cómo su esposa le quitaba el resto de su ropa. Se dejó mimar por un momento.

--- Prepararé la tina. No tardo. ---acarició su mejilla levemente. Se levantó de la cama para dirigirse al baño pero le tomó del brazo.

--- E-Espera... Dame un beso.

Rió ante la desesperación del castaño, pero se acercó para besarle lentamente los labios. Hace dos semanas en que el chico no besaba a su esposa,  sin duda estuvo en abstinencia.

--- Te extrañé tanto, mi amor. ---susurró en sus labios. La pelinegra se ronrojó y dejó un casto beso en la mejilla del chico.

--- También te eché de menos, cariño.

(...)

--- ¡Oh, dios! Se siente tan bien. --- el castaño estaba desnudo recostado en la bañera, el agua caliente relajaba sus músculos y que su esposa masajee su espalda es aún mejor. --- Sí, sí, sí... ¡Justo ahí!

--- ¿Te sientes mejor? --- preguntó la pelinegra.

--- Estaré mejor cuando te metas conmigo en la bañera. ---dijo viéndola con un puchero. Rió.

--- Kankuro. ---reprochó.--- Ya te dije que no.  No quiero lastimarte.

--- ¡Anda! Hace dos semanas en que no paso tiempo con mi bella y sensual esposa, quiero estar contigo, mi amor.

Negarse era difícil, pero no es como si no tuviera ganas.

--- Bien... ---accedió.--- Pero no veas.

--- No es como si fuera la primera vez que te desnudas para mí.

--- ¡Kankuro!

Rió. Molestar a su esposa le parecía divertido.

--- Anda, quítate la ropa y métete.

--- Ya voy.

Con manos temblorosas comenzó a despojarse de sus prendas quedando completamente desnuda frente a su marido. Dejó las prendas a un costado de la bañera e iba a amarrarse el cabello cuando el chico le detuvo.

--- Deja tu cabello suelto. Me encanta cómo te ves así.

Ante la mirada de su esposo, comenzó a  entrar en la bañera, dándole la espalda al castaño y sentándose entre sus piernas.

--- No tienes idea de cuánto te extrañé. ---susurró en su oído mientras acariciaba lentamente las piernas de la pelinegra.

--- Yo también te extrañé, uh. --- soltó un suspiro al sentir cómo le besaba el cuello y sus caricias subían cada vez más.

--- Dos semanas sin ti. ---dijo.--- Sin duda fue una tortura.

Las caricias se tornaron cada vez más sensuales, la pelinegra sujetaba el marco de la tina mientras que el castaño se dedicaba a acariciar su punto más sensible.

--- Kankuro... ---gimió. --- tus heridas.

--- Mis heridas pueden esperar, pero tú,  cariño. Tú estás muy sensible.

Sin esperar respuesta se adentró lentamente en ella, disfrutando cada parte de su interior. Le tomó de las caderas comenzando a moverse en sincronía con ella.

La habitación se llenó de gemidos y suspiros, mientras que el agua de la tina comenzaba a derramarse por cada movimiento brusco mientrasel chico seguía jugueteando con aquel punto sensible de la chica. Estar dos semanas lejos de su esposa lo mantuvo en su abstinencia más larga, no había pasado tanto lejos de ella y eso lo volvía loco.

--- Kankuro, y-yo voy... ¡Dios, sí!

--- ¿Ahí? ¿Ya vas a correrte, mi amor? ¿Uh?

--- S-Sí... ¡Oh Kankuro, no pares por favor!

--- No lo haré, cariño... Anda, correte encima mío.

Un par de estocadas más y llegó a su límite. El castaño siguió moviéndose sobre estimulando a la pelinegra para finalmente llegar a su punto máximo.

--- Entonces... ¿Me limpiarás las heridas?

Regresé y con un shot todo kk.  ¿Me extrañaron? Porque yo sip ♡

One Shots NarutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora