Lunes, siete de la mañana y un despertador sonando estrepitosamente en toda la habitación. Qué sonido tan molesto. Fue una delicada mano la que lo hizo callar, quejándose de la mala noche que había tenido gracias al idiota de su ahora exnovio.
Un profundo suspiro y salió de la cama para correr las cortinas dejando entrar los primeros rayos de sol aquella mañana, viendo desde ahí los edificios del centro de Nashville, perdiéndose algunos segundos observando los autos circulando por las avenidas hasta que recordó que debía ir a la oficina. Tomó lo que necesitaba y entró de inmediato a la ducha.
Era día de junta, así que la elección de un traje formal en azul claro, a juego con sus bellos ojos celeste, acompañado de una sencilla pero elegante blusa blanca y tanto stilettos como bolso beige le parecieron una excelente opción, peinó su larga cabellera rubia en una coleta baja con sutiles ondas casuales, maquillaje sobrio, preparó su taza de té de canela y salió hacia el estacionamiento buscando su Audi plateado, ese sería un gran día. Debía serlo.
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Chicago, siete treinta de la mañana, salía de la ducha con solamente una toalla rodeando su cadera, buscando la ropa para ese día, su café en la cocina junto a su hermana quien desayunó rápido, un beso en la mejilla y salió hacia la Universidad, solo pasaba los fines de semana con él, le gustaba que lo visitara y pasar tiempo entre hermanos, aunque por su trabajo solo pudieran ser un par de horas por día, sabía que debía pasar más tiempo con ella, solo eran ellos en la ciudad, sus padres habían muerto en un accidente de auto cuatro años atrás, la vida ya le había quitado mucho, Evelyn se apoyaba mucho en él, pero su absorbente trabajo no se lo permitía. Ojalá tuviera un poco más de tiempo libre. Subió a su Civic gris metálico y se dirigió hacia Canal Street, un edificio junto a los canales de Chicago, específicamente, al restaurante italiano en el interior, era el chef ejecutivo, un puesto sumamente demandante sin duda.
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El reloj marcaba la nueve en punto cuando llegó a aquel edificio en la segunda avenida, pero el gran tumulto de gente a las afueras la confundió. ¿Qué estaba pasando?
Estacionó su auto en el lugar de siempre y caminó de prisa hacia allá, encontrándose a Jane y Gerard en cuanto llegó.
— ¿Qué sucede?—preguntó a sus compañeros de trabajo y amigos.
—Lo que temías Dul—suspiró la mujer cruzada de brazos.
— ¿A qué te refieres?—arqueó una ceja con su confusión en aumento.
—El señor Phillips firmó su sentencia al elegir la propuesta financiera de George en lugar de la tuya—Gerard se encogió de hombros.
— ¿Por qué?, ¿qué pasó?
—Mal manejo de cuentas de inversión y algunas elevadas evasiones querida amiga, están embargando todo. Así que no solo el señor Phillips perdió—bufó—, nosotros también. Al menos recibiremos una pequeña liquidación, entonces queridos amigos—pasó sus brazos alrededor de ambos—, bienvenidos al mundo del desempleo.
—Genial—bufó Dul, dejando salir todo el aire de sus pulmones—, no quisiera decirlo pero, se los dije.
—Lo sabemos—Gerard apretó gentilmente su hombro—, esto se pudo evitar si hubieran elegido tu propuesta. Ahora, ¿quieren ir a almorzar? Pasará un rato para poder entrar por nuestras cosas personales.
Ambas mujeres aceptaron, no les quedaba más que esperar y hacerlo con el estómago vacío no era una buena idea.
Pudieron subir a sus oficinas pasadas dos horas, guardó todas sus pertenencias en una caja y se reunió con sus amigos junto al ascensor, a pesar del intercambio de palabras con ellos y demás empleados no dejaba de pensar en lo que seguiría, debía comenzar a buscar un nuevo empleo apenas saliera de ahí, aunque tenía unos tantos miles ahorrados para vivir cómodamente por algunos meses no quería tentar a la suerte.
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Directo a Ti Vdy ©
RomanceDicen que el destino siempre encuentra la manera de acomodar las cosas como deben ser y cuando deben ser, aunque a veces los caminos por los que nos lleva resulten ser un tanto escabrosos y difíciles de comprender. Dulce y Christopher tuvieron que a...