Salió de Nashville lo más temprano que le fue posible, le esperaban más de ocho horas de viaje contando las paradas a descansar y no quería llegar a Fairfield cuando la noche ya hubiera caído. Una llamada rápida a casa avisando que iba en camino y se concentró totalmente en conducir, pero tomándose el tiempo de admirar los paisajes que el trayecto le regaló, una parada a comer y descansar un momento en San Luis y al fin, cuando el reloj pasaba solo un poco de las cinco de la tarde vio la entrada del pueblo donde creció, siempre era bueno ir de visita, y esta vez, podría permitirse estar ahí por más tiempo, al menos hasta recibir respuesta de alguna empresa prometedora.
Llegó a casa de su padre, ahí estaba el auto de Anahí y las luces de la planta baja encendidas. Bajó del auto y con ella el par de grandes maletas, fue entonces que escuchó la puerta abrirse.
— ¡Llegó!—gritó Regina al interior de la casa.
—Hola Gina—sonrió a su hermana, viendo a su otra hermana y su cuñado salir tras ella.
—Déjame ayudarte con eso—dijo Poncho en cuanto la saludó.
—Vaya—su hermana mayor rodeó sus hombros mientras caminaban al interior—, no recuerdo la última vez que viajaste con algo más que una pequeña maleta.
—Bueno, no tenía tanto tiempo como ahora—suspiró.
— ¿A qué te refieres?—la vio confundida.
—El tiempo que te da el mágico mundo de desempleo.
— ¿Qué?—entonces su expresión se tornó en una de preocupación.
—Mala toma de decisiones en la oficina principal y la empresa cerró.
— ¿Cómo?, ¿cuándo?
—Esta semana, llevo estos días enviando solicitudes a todos lados y mi departamento ya se había convertido en una prisión. Venir a casa por algunas semanas será bueno.
—Siempre lo es—ambas se vieron con una sonrisa—, vayamos adentro, papá está ansioso por verte.
Así fue, Joseph casi saltó del sillón cuando la vio entrar, le encantaba tener a sus tres hijas ahí, con un enorme parecido entre ellas, las tres rubias con ojos azules, como su madre, ella también estaba muy feliz de verlo, a todos y sin la presión de volver a la ciudad en dos días.
Ayudó a Anahí con lo que le faltaba de la cena, aunque por estar en medio de su chismorreo, como cada vez que se veían, provocó que la tarta de calabaza que estaba en el horno se quemara.
— ¡Rayos!—se quejó Anahí sacándola del horno.
— ¿Qué pasó?—preguntó Poncho entrando rápidamente.
—Se quemó el postre—lo mostró a su esposo.
—Puedo ir por algo a la tienda.
—Yo voy—se ofreció Dul poniéndose de pie.
— ¿Segura?—la vio su cuñado.
—Sí, en realidad tengo que comprar algunas cosas, no se preocupen.
—Bien—aceptó su hermana—, tal vez Marissa aun tenga.
—De acuerdo, ¿necesitan algo más?
Salió de ahí con una pequeña lista y condujo hasta el centro del pueblo, con las luces encendidas todo se veía muy lindo. Se fue directamente hacia la cafetería de Marissa, respiró aliviada al ver que aún estaba abierta, ahora solo esperaba que tuviera tarta de calabaza, era la favorita de todos.
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Directo a Ti Vdy ©
Storie d'amoreDicen que el destino siempre encuentra la manera de acomodar las cosas como deben ser y cuando deben ser, aunque a veces los caminos por los que nos lleva resulten ser un tanto escabrosos y difíciles de comprender. Dulce y Christopher tuvieron que a...