Llamó al tal Frank apenas llegó a la ferretería, acompañada por Christopher, sus hermanas y Poncho, era algo sencillo, solo debían pactar la fecha, hora y lugar para entregarle el dinero. Su sorpresa fue al ver que no era así.
—Mi cliente acepta recibir el dinero—dijo Frank al teléfono siendo escuchado por todos—, pero no acepta que la entrega sea en Fairfield.
— ¿Entonces dónde?—arqueó una ceja.
—Chicago, este fin de semana, de lo contrario me temo que tendrá que tomar la otra opción. Medítelo y llámeme en veinte minutos.
Colgó la llamada, dejando a todos los presentes sumidos en un silencio total, las hermanas se vieron una a otras, ellos, solo esperaban a que alguna dijera algo.
—Yo iré—dijo Dul llamando la atención de todos.
—Pero—respondió Anahí—, es hasta Chicago, ni loca te dejo ir sola, yo voy contigo.
—Yo sé que es un riesgo—intervino Christopher—, y que tienen miedo, pero si están dispuestas a aceptar yo puedo acompañarla, conozco bien la ciudad.
—Siendo así—suspiró la mayor de las Harris viendo a su hermana—, me quedaría solo un poco más tranquila.
—Entonces así será—asintió Dul.
Christopher se encargó de comprar los boletos de avión y avisó a su hermana que viajaría a la ciudad ese fin de semana. Dul tenía todo listo, había preparado un cheque y comenzaría a buscar algún hotel pues tendrían que pasar una noche en Chicago.
— ¿Buscas hospedaje?—preguntó Christopher llegando a la mesa de la cafetería donde lo esperaba.
—Por la hora acordada no podremos volver el mismo día.
—Eso lo sé—se sentó a su lado—, pero no tienes que buscar hospedaje, nos podemos quedar en mi departamento.
— ¿Seguro?—lo vio mordiendo su labio inferior—Tu hermana...
—Mi hermana ya sabe que vamos y ella casi no está ahí, así que tranquila, por eso no te preocupes.
—Está bien—suspiró esbozando una sonrisa—, gracias.
Llegaron a Chicago al mediodía del viernes y se dirigieron hacia el departamento de Christopher, en el lado Este de la ciudad, Streetville, un gran edificio justo frente a "Cityfront plaza".
Subieron a uno de los pisos más altos, dejándose guiar por él. Era un lugar espacioso y muy bello, en tonos claros y pisos de madera, la condujo hacia la sala de estar junto a la cocina, ahí vio el enorme ventanal que servía como muro en toda la estancia, viendo los cuantiosos edificios y un poco del Río Chicago, de verdad era un departamento precioso y por supuesto la cocina era la mejor parte, completamente equipada y espaciosa. Lo vio moverse por ella revisando estantes y la nevera.
—Como lo imaginé—suspiró llevándose ambas manos a la cadera—, Evelyn no tiene nada. Salgamos a comer algo y a comprar algo para la cena.
—De acuerdo—asintió—, yo me dejo guiar.
— ¿Qué tal comida mexicana?
—Me encanta la idea.
Se dirigieron hacia River North, a un colorido restaurante mexicano, tenían el tiempo suficiente para comer con calma e ir al lugar donde entregaría el cheque. A lo que dijo no estaban cerca de la cafetería donde sería la cita, pero sin problema llegarían a la hora. Aunque estaba pasando un momento realmente agradable con él la situación de esa deuda asaltaba su mente de vez en cuando y los nervios aparecían.
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Directo a Ti Vdy ©
RomansDicen que el destino siempre encuentra la manera de acomodar las cosas como deben ser y cuando deben ser, aunque a veces los caminos por los que nos lleva resulten ser un tanto escabrosos y difíciles de comprender. Dulce y Christopher tuvieron que a...