Capítulo 3 "Clase especial"

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Regresó a la ferretería algunos minutos después llevando con ella el almuerzo de Anahí y Poncho, tuvo que hacer un gran esfuerzo por mantener una expresión neutral o no soportaría el amplio interrogatorio de Anahí. Se sorprendió a sí misma pensando en Christopher durante varios momentos en el día, era muy, muy atractivo y vaya que sí era un excelente cocinero, sin duda le iría bien con su propio restaurante.

Ahora debía concentrarse y continuar con su trabajo en la tienda, había tanto por hacer. Comenzó con revisar los libros contables mientras Anahí y Poncho hacían algo de limpieza, vaya que el lugar lo necesitaba.

—Tengo hambre—se quejó Anahí.

— ¿Qué tal si ahora vamos nosotros por la comida?—sugirió su esposo.

—Eso suena bien—asintió Dul—, yo aún tengo mucho trabajo aquí.

—Bien, te mandaré el menú por mensaje.

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Ya tenía listos los pastelillos, y a buena hora pues ya quería verla. Mantuvo una sonrisa a lo largo de toda la mañana, logrando esconderla en los momentos que Marissa estaba cerca.

— ¡Wow!—exclamó su tía— Se ven aún mejor que la última vez, ese toque de la pequeña calabaza por Halloween me gusta.

—Aprovechando la proximidad de la fecha—se encogió de hombros con una sonrisa—. ¿Crees que también le guste a Dul?

—Sí—sonrió ampliamente—, algo me decía que no habías puesto el extra solo porque sí.

— ¿Qué? No—negó nervioso—, yo solo lo digo porque...

—No digas nada—palmeó su hombro—, llévaselos, en la ferretería al final de la calle.

—Perfecto, sirve que compro lo que necesito para la librería.

Entró al lugar viendo que al parecer estaban reacomodando, eso tenía sentido por lo que Dul le había contado sobre su padre, había un poco de música ambiental y nada más, dejó la caja de pastelillos sobre el mostrador y comenzó a caminar entre los pasillos buscándola.

No tardó mucho en hacerlo, estaba sobre una escalera acomodando varias cosas mientras cantaba la canción que sonaba en la tienda.

—Nada mal—dijo llamando su atención, tal vez un poco de más, pues el susto que le dio la hizo perder el equilibrio llegando al suelo sin que lograra detenerla— ¡Cielos!—se agachó para ayudarla a levantarse— Lo siento, no debí llegar así, ¿estás bien?

—Sí—se quejó un poco al ponerse de pie—, no te preocupes, soy muy asustadiza en realidad.

—Nota mental, no volver a hacerlo—vio que movía su pie circularmente—, ven, revisaré tu pie.

— ¿También eres médico?

—No—rio—, pero sé un poco de primeros auxilios.

—Todo un estuche de monerías—se apoyó en él cuando la condujo a la silla del mostrador.

—Más o menos—rio dejándola sentada—. ¿Tu botiquín?

—Ahí—señaló la pared detrás de él.

Esperaba que no fuera más que un tirón, así que por ahora solo aplicó un poco de ungüento y masajeó su pie delicadamente.

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Su mirada estaba clavada en él y lo que hacía, el contacto la estremecía pero para nada le molestaba y debía aceptar que tenía muy buena mano.

— ¿Te duele?—preguntó con voz un poco más grave volteando a verla.

Directo a Ti Vdy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora