Capitulo 6

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La opera sonaba fuertemente por toda la mansión mientras limpiaba el polvo de su vivienda.

Curiosamente la mansión se había ensuciado bastante rápido, teniendo en cuenta que casi siempre limpiaba porque odiaba el polvo y la suciedad.

Suspiró al llegar al final de la escalera, donde estaba el muñeco sentado mirándola.

—Christopher, deberías colaborar con el aseo, esta también es tú casa —dijo a manera de regaño y lo miró con los ojos entrecerrados— Si quieres, termina con la planta de abajo y yo hago la de arriba.

Subió las escaleras con los suplementos de aseo y limpio cada lugar por el que pasó. Un ruido cercano llamó su atención.

Corrió empuñando su escoba y se detuvo frente a la escalerita que guiaba al ático.

No era tonta, así morían los protagonistas en las películas de terror.

Pero quería subir y descubrir que había allí.

Apretó más el palo de la escoba y subió lentamente al ático y, cuando se aseguró de que no había nadie, suspiró aliviada.

Quiso explorar.

Algo llamó su atención, los álbumes. Eran muchos y algunos más viejos que otros. El polvo comenzó a hacer de las suyas, así que mejor salió del ático. Con los álbumes, claro.

Se sentó en el piso a examinarlos. Algunas fotos eran oscuras, con la gente posando extraño y sin sonreír.

Pero conocía el porqué.

Alrededor de la época victoriana tomar una foto podía durar minutos o incluso horas, por eso la gente se quedaba lo más quieta posible porque no sabían en qué momento podía tomarse la foto. En cuanto a la sonrisa, creía que se debía al estatus social.

Cuando abrió los otros álbumes se dio cuenta de que eran de los últimos Bang.

Vio a la señora Bang con un vestido de novia anticuado sonriéndole enamorada al señor Bang.

Bonitos.

De ahí siguieron varias donde posaban en lugares a los que —seguramente— viajaron. Notó que en ninguna salía su hijo, por lo que supuso que aún no nacía. Debieron de tenerlo a una edad avanzada, porque a él se le notaban las canas y a ella arrugas en el rostro cuando por fin encontró una foto de ella embarazada. Y entonces por fin conoció al famoso Christopher Bang.

Al menos de bebé.

Era adorable. Así como en el cuadro.

De ahí siguieron varias fotos de Christopher con sus padres y jugando. En algunas él parecía más interesado en romper sus juguetes que jugar con ellos.

Re loco.

Al terminar de verlos todos los volvió a dejar en el ático.

Volvió por los objetos de limpieza y fue a la última habitación que quedaba, curiosamente estaba entreabierta, pero no le prestó atención, quizá siempre estuvo así y no lo había notado.

Al adentrarse allí se dio cuenta que era la antigua habitación de Christopher, estaba llena de juguetes tanto en buen estado como dañados, sin mencionar que todo estaba lleno de polvo.

Mientras limpiaba encontró debajo de la cama un lindo peluche de lobo, le había gustado tanto que decidió llevárselo a su habitación al final del día, también le hubiera gustado ponerlo de centro de mesa o en alguno de los muebles de la sala, pero por alguna razón no le pareció lo ideal y prefirió ponerlo junto a los cojines y almohadas en su habitación.

Luego de comer y prepararse para dormir se acostó en la cama y cayó profundamente dormida al instante, había sido un día de limpieza agotador y tocar la cama fue algo de ensueño.

Sonrió dormida al sentir un calor al lado suyo, entre sueños pasó ese momento en que al terminar de curiosear las cosas de Christopher, fue abajo para limpiar lo que hacía falta porque sabía que el muñeco no iba a hacer nada.

O eso creía.

Se sorprendió al ver todo impecable, justo como la primera vez que ella misma limpio la mansión.

Y tras esa sorpresa y guardar los suplementos de aseo, alegremente se fue a comer con el muñeco.

Era juicioso, acataba las órdenes, no la había vuelto asustar, etc.

Le gustaba. Curiosamente estaba teniendo una agradable estancia en esa mansión y una agradable y extraña compañía.

𝗖𝗟𝗔𝗠𝗢𝗥𝗢𝗦𝗢 ||Bang Chan||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora