Tormenta de nieve

1.9K 287 9
                                    

Sueña que va cayendo. No hay nada a su alrededor que le indique desde que altura, nisiquiera hacia donde va, solo es penumbra y frío. A pesar de todo, no tiene miedo de caer.

Will abre los ojos antes de llegar al final de su viaje. Por un momento olvida donde se encuentra, consternado al despertar en una habitación que desconoce.

Mirando a su alrededor sabe que aún es de madrugada. El viento entra por el marco de la ventana haciéndole temblar, con pereza hace un esfuerzo para alcanzar las cobijas y cubre el torso desnudo de su amado, sin saber que con el movimiento le explotaría la cabeza. Necesita una aspirina y rapido.

Reuniendo toda la fuerza de voluntad posible se pone un pijama que puede jurar es de Hannibal y sale con paso silencioso, rogando porque haya un botiquín a la vista y no deba buscar por toda la cocina.

Casi llora cuando ve sobre la mesa una caja con el tan ansiado analgésico. Sin pensarlo dos veces mastica una de las pastillas para que su efecto sea más rápido, guardando otra en el bolsillo del pantalón. 
Después de llenar su tercer vaso de agua se encuentra dispuesto a volver a la habitación, disminuyendo el paso cuando observa el reflejo de una sombra que viene desde la sala de estar.

Regañandose mentalmente por no haber salido con su arma, avanza con cautela intercambiando en el camino su vaso con un Kukri que adornaba el pasillo. Al acercarse más a su objetivo nota como la silueta se vuelve familiar.

-Buenas noches, Sr. Graham

Duncan se encuentra apoyado junto a la rústica ventana de la cabaña mientras fuma un cigarrillo. Al saber que no es una amenaza el cuerpo de Will se relaja un poco y camina hacia él.

-Buenas noches, Duncan

Recuerda lo que lleva en la mano después de recibir una mirada del mayor, así que decide entregarlo dejándolo en el marco de la ventana frente a él.

-Yo, bueno... Creí que había entrado alguien

Después de una corta calada a su cigarrillo, Duncan sostiene el arma en su mano. Will sabe que si Hannibal estuviera ahí se mostraría incómodo ante la nicotina en un espacio cerrado, pero en este instante se encuentra más intrigado por el cambio en la mirada de su acompañante. Añoranza, nostalgia y dolor.

-¿Qué pensabas hacer con esto?

La voz profunda lo saca de sus pensamientos.

-No lo sé. ¿Apuñalar al intruso?

Casi rie al ver que el ceño fruncido de Duncan es idéntico al que hace Hannibal antes de comenzar a explicar algo que para el puede parecer muy obvio o simple.

-El Kukri es un arma de tipo arterial, perfecta para rebanar carne. Pero no sirve para apuñalar

Las palabras salen de su boca con fluidez, dejando los espacios necesarios de tiempo como si estuvieran dando una clase. No a la manera elegante de Hannibal, sino con un toque más fraternal, de maestro.

-¿Tú le enseñaste a Hannibal como manejar las armas?

Curioso se recarga en el lado contrario de la ventana, la suave brisa hace que su piel se erice.

-Solo lo suficiente para saber defenderse y algunas técnicas que él quisiera aprender.

El silencio se apodera de la habitación, solo escuchando las constantes caladas al cigarrillo. La tormenta de nieve no permite vislumbrar el exterior más allá de unos metros.

La Reunión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora