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UN MES DESPUÉS…

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UN MES DESPUÉS

Me sequé los ojos con las mangas y lancé otro montón de pañuelos de papel usados a la papelera. Estaba sentada en mi amplio despacho de Signature Advertising —que ocupaba una esquina del edificio—, aburrida como un hongo.

Como directora regional, mi única misión era asegurarme de que los directores de departamento llevaban a cabo su cometido correctamente y organizar una reunión semanal con algunos de los subordinados. 

Había pensado que al menos me lo pasaría bien en esas juntas, pero aquí la gente era muy diferente de Agreste Industries: sabían lo que estaban haciendo.

Sus ideas eran increíbles, a pesar de sus años. Podían tener listo el guion de un anuncio en cuestión de minutos, algo que a mis antiguos subordinados les llevaba horas. 

Casi nunca me pedían ayuda, y cuando llamaban a mi puerta era para mostrarme otra idea notable.

De hecho, eran tan perfectos que me había pasado toda la semana en el despacho con la puerta cerrada, viendo películas.

«Tanto desear más responsabilidades, pues toma…».

Como tenía mucho tiempo libre, solo podía pensar en Adrien, y no podía evitar llorar. Lo echaba de menos, con toda mi alma.

Cada vez que me sonaba el teléfono, cada vez que oía el timbre, cada vez que llamaban a la puerta esperaba que fuera él, pidiéndome que volviera, diciéndome que no iba a permitir que saliera de su vida tan fácilmente.

Incluso me había despertado por la mañana buscándolo, pues había soñado que habíamos dormido juntos.

«Ha sido lo mejor, Marinette … Has hecho lo mejor…».

—¿Señorita Dupain-Cheng? —llamó mi secretaria.

—¿Sí?

—Ha venido alguien que exige verla. Ya he dicho que no le quedan huecos libres en todo el día, pero…

«¿Sería Adrien …?».

—Deja que pase. —Me sequé los ojos de nuevo y me levanté para alisarme el vestido. 

Me preparé para lo que iba a decir; en cuanto atravesara la puerta, empezaría por lo mucho que lo sentía todo, que no había querido decir nada de lo que solté y que… podríamos retomar las cosas donde las dejamos.

La puerta se abrió y entraron Alya y Helen.

«Ohh…».

—¡Bueno, nosotras también nos alegramos de verte! —Helen se echó a reír—. ¿Podrías intentar no parecer tan decepcionada al ver a tus dos mejores amigas?

—Lo siento, no era mi intención.—Suspiré—. ¿Qué estáis haciendo aquí?

—Hemos preferido no bombardearte durante los primeros días. Parece que has estado llorando.

𝙈𝙤𝙣 𝙋𝙖𝙩𝙧𝙤𝙣 | 𝘼𝘿𝘼𝙋𝙏𝙀𝘿+16 | 𝘼𝘿𝙍𝙄𝙉𝙀𝙏𝙏𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora