No sabe desde cuando su vida se torno tan horrible.
Quizás desde el día en que perdió a su padre, quedando en manos de su mamá. Esa mujer que lo había criado, hasta que se harto de su existencia y comenzó a ignorarle.
Él no era malo como para que le trataran así. No hacía nada para merecer tanto desprecio. Tanto odio.
—¡Papá, me duele!
—¡No soy tu maldito padre!
El golpe del mayor lo hizo caer al suelo, tocando sus labios con cierto pánico. Uno estaba roto y su nariz sangraba.
Sus lindos ojos oscuros miraban con terror al hombre frente a él, quien había agarrado una botella de vidrio con mucha fuerza, apuntándole.
—Jschlatt, déjale en paz.
La voz de su madre se hizo presente.
—¡Este maldito mocoso no para de decirme papá!
Un golpe seco de escuchó por toda la sala, dejando el lugar en silencio absoluto.
Después de un rato Jschlatt soltó una risa estruendosa. La mujer había abofeteado a su hijo.
—Quackity, ya te dije que no es tu padre. Es mi esposo.
—Pero mamá...
Otra bofetada lo hizo sollozar, arrastrándose con dificultad hacia atrás.
—Tengo que salir, más vale que te comportes. Nos vemos, amor.
—Sí, ya lárgate.
La mujer bajo la mirada apenada, saliendo rápidamente de la casa para marcharse.
Cuando ambos quedaron completamente solos, el mayor sonrió de manera burlona, acercándose al cuerpo indefenso de Quackity.
—Será mejor que guardes silencio.
—Por favor, no de nuevo...
Suplicaba entre lágrimas, intentando retroceder, más le fue imposible cuando las manos del mayor lo jalaron con brusquedad hacia él, sacándole un fuerte quejido adolorido.
—¡Por favor, déjame ir!
Se removió con inquietud cuando el contrario lo apresó contra el azulejo, haciendo que su cabeza chocara con fuerza contra el suelo frío. Sus ojos se abrieron de par en par ante el golpe, completamente desorientado.
Abría y cerraba la boca intentando recuperar el aire que había perdido.
Sus piernas fueron separadas con rudeza, provocando que Quackity las empezara a mover, completamente inquieto.
No aguantaría una noche mas así.
Ya no podía más.
Por inercia cerró fuertemente sus ojos, sin querer ver lo que estaba por pasar. Su cuerpo estaba débil y se encontraba desangrándose.
¿Que mas podía hacer?
—¡FBI, lo tenemos rodeado!
Abrió sus ojos llorosos con esperanza resplandeciente, paseándolos por todo el lugar hasta caer en Jschlatt, a quien ya se lo estaban llevando arrestado. Tenía la vista perdida, demasiado borracho.
—¡Quackity, cariño! ¿¡estas bien!?
Llevo su mirada hasta su vecina, quien lo abrazaba entre lágrimas. Al parecer ella fue la que dio aviso a las autoridades.
Estaba tan agradecido. Todo pasó tan rápido que no lograba procesarlo.
Esa noche, su madre también fue arrestada, al quedar como cómplice de los crímenes cometidos.
Esa noche, Quackity se quedó sin nadie.
Esa noche, fue la que dictaminó su futuro.