Wilbur no había parado de llorar por días. Sin duda iba a morir deshidratado.
Esa noche no era la excepción, estaba en el jardín perdido en su llanto.
Un día después de lo de Quackity, como si la vida le odiara, Tommy y Tubbo aparecieron magullados y brutalmente golpeados. Aún recuerda cuando les encontró tirados, cubiertos de sangre, al menos el rubio lo estaba.
Por buena suerte, seguían con vida. Gravemente heridos, pero vivos.
No se comentó a nadie eso, todos en el lugar pensaban que habían muerto después de una pelea a puños, pero él sabe que no fue así. Sus hermanos tenían disputas, pero no a tal punto de matarse a golpes.
Todo era tan malditamente sospechoso. Algo más había pasado, y se moría por saberlo.
Una carta. Una carta que le había dado Quackity era todo lo que le quedaba. Fueron solo cuestión de segundos para que su vida se desmoronara.
Ya la había leído una y otra vez. Jamás se cansaría, siendo sincero, después de todo fue lo último que le había regalado su amado.
Su contenido era concreto y corto, pero eso era suficiente para él. No necesitaba nada más.
La abrió con cuidado para releerla cuando su pecho comenzó a doler de nuevo.
"Desde siempre he sentido que no viviré mucho. Es más como una corazonada, así como tú dices.
Me duele demasiado pensar que te puedo dejar solo. De hecho me rehusé un poco a hacer esta carta, pero al final del día, si estoy equivocado, jamás llegará a tus manos. Y si estoy en lo correcto, estaré más tranquilo al saber que por lo menos te deje unas ultimas palabras.
Wilbur, te amo. Te amo tanto. Así como nunca ame a nadie. Gracias por permitirme amarte.
Y sobre todo gracias por amarme. Te seré fiel en la vida y en la muerte, tenlo por seguro.
Puedes buscar a otra persona, ser feliz, yo lo entenderé. Pero mi corazón siempre te pertenecerá a ti, y solo a ti.Seguirás siendo mi todo aunque yo termine siendo tu nada.
Te esperare todo la eternidad, así como tú me esperaste a mi por mucho tiempo.
Mi cariño lindo... te pertenezco.
Con amor: Quackity"
Apego la hoja a su pecho con recelo, completamente deshecho.
Estuvo unas cuantas horas llorando, no sabe cuánto tiempo, perdió la cuenta hace mucho, solo sabe que su cabeza dolía.
Poco a poco comenzó a tranquilizarse, como cada día que pasaba, entraba en un trance de calma absoluta, para luego recordar todo de golpe y seguir llorando y llorando.
Tina estaba muy al pendiente a él, pero tampoco podía estar todo el tiempo a su lado, tenía mucho papeleo por hacer.
Y su padre... estaba ocupado tratando con sus hermanos, como para darse cuenta de que su otro hijo se estaba hundiendo sin salida.
Levantó su mirada decaída, frunciendo ligeramente el entrecejo cuando noto a varias personas que no conocía en la entrada.
Estaba un señor, demasiado rubio, tenía los ojos verdes, un verde precioso si le permiten opinar. A su lado había un pequeño niño con los mismos rasgos, parecía tener ocho años desde su punto de vista.
Ambos hablaban con Foolish, quien parecía estarles explicando algo detalladamente. Estaban lo suficiente distraídos como para notar que el niño comenzó a caminar hasta Wilbur, curioso.
—Hola ¿cómo te llamas?— hablo el pequeño, deteniéndose frente a él.
—Soy... Wilbur...— contesto con pesadez.
—¿Tú también estás aquí por Quackity?
La pregunta del menor lo desconcertó. Sus ojos volvieron a tornarse llorosos ante el nombre de su prometido.
—¿Conoces a Quackity...?— le devolvió la pregunta al pequeño rubio, mirándolo atentamente.
—¡Es mi hermano!— le respondió con rapidez.
No sonreía, pero aún así alzaba demasiado la voz, como si no pudiera controlarlo. Su tono era animado, pero no parecía nada feliz.
Esa confesión sin duda lo dejó mudo por unos segundos. Entonces aquel señor era su padre, supuso. El padre que le había abandonado.
Por unos instantes se llenó de rabia, pero el niño frente a él no tenía la culpa de nada, seguramente ni estaba enterado de la situación.
Estaba por preguntar algo más, pero el grito del adulto lo interrumpió.
—¡Dream, ven para acá!
El niño obedeció de inmediato, regresando a donde estaba su papá junto al enfermero.
Wilbur sintió un nudo en su garganta. Quackity no había podido conocer a su hermanito.
Se levantó con dificultad del suelo, guardando con cuidado la carta en su bolsillo. No podía seguir ahí.
Fue en busca de George de inmediato, tenía que darle algo antes de marcharse. No quería dejarle solo, por supuesto que no quería abandonarle, pero se terminaría matando si continuaba en ese lugar, reviviendo cada maldito recuerdo.
Su padre no podía cuidar a sus hermanos todo el tiempo, él si. Eso lo ayudaría a mantener su mente ocupada.
Cuando llegó a su habitación, lo vio recostado como siempre, con esa mirada inexpresiva que había adoptado tras tanta tragedia.
—Hey, Gogy...
Se acerco con lentitud hasta él. George le observó con una sonrisa forzada, para no preocuparle.
—¿Cómo estas...?— le pregunto al menor, sentándose a su lado.
—Estoy bien...— contestó el heterocromatico de manera monótona.
Wilbur soltó un suspiro, sacando de sus ropajes una hoja bien doblaba.
—Quiero que te quedes con este croquis...
—Pero yo ya conozco todo el lugar...
—Puedes dárselo a alguien importante que lo necesite— puntualizó el castaño, entregándoselo.
—Dime que esta no es una despedida...— suplicó el pelinegro.
—Lo siento, George...— se disculpo, comenzando a caminar hasta la puerta para poder irse.
—¡Wilbur!
Se marchó sin voltear atrás, a pesar de que escuchaba los gritos desgarradores del niño.
George era fuerte, estaría bien.
Se detuvo cuando llegó a su destino, abriendo con brusquedad la puerta de aquella oficina.
El director levantó la mirada con calma, como si esperara aquella reacción del chico. Quizás si lo sabía, después de todo, Philza le conocía a la perfección.
—Papá, voy a irme.
aún falta un cap, el epílogo y un mini anuncio, así q no se m vayan
ya cenaron? almorzaron? comieron?
tomen agüita, hace bien
les deseo lo mejor este año, lindas personitas<3